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¿Muy dependiente o con miedo al compromiso? Cómo gestionar las inseguridades en tus relaciones
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PSICOLOGÍA DEL AFECTO

¿Muy dependiente o con miedo al compromiso? Cómo gestionar las inseguridades en tus relaciones

El campo de la ciencia del apego estudia cómo fue el vínculo con tus cuidadores de la infancia para detectar patrones de comportamiento en la vida adulta

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Dependiendo del momento de la vida en el que te encuentres, seguro que en más de una ocasión te asaltan las dudas respecto a lo que sientes de verdad por las personas que te rodean. Al fin y al cabo, una de las tareas más difíciles, por paradójico que pueda parecer, es desentrañar el intrincado mundo de las emociones y los sentimientos que te unen a la gente que está contigo, en especial a ese círculo social que eliges, como vienen a ser los amigos y la pareja.

Puede ser que de repente conozcas a alguien que te atraiga, pero notes que está en otro plano diferente. De hecho, las relaciones afectivas siempre comienzan o acaban debido a una especie de serendipia que hace estar a los implicados en el momento indicado. Nuestra vida emocional es como un puzle que se va rellenando con distintas piezas que van encajando, mientras que hay otras que por su forma no entran o que sacan a otras piezas que estaban bien incrustadas. Pero tampoco es tan simple: muchas veces todo depende de nosotros, de cómo nos sentimos en ese momento y también de todo lo que nos ha pasado, de la mochila emocional que cargamos: quién nos hizo daño alguna vez, quién nos dio de lado y quién apostó por nosotros cuando no quedaba nadie.

"Es muy probable que continúes gestionando tus afectos actuales en función de los hábitos que aprendiste en la infancia de la mano de las personas que te cuidaron"

Los psicólogos sociales llevan décadas estudiando cómo funcionan estos procesos, dando forma a una ciencia del apego que intenta descubrir qué es lo que une y separa a las personas basándose en sus inseguridades y fortalezas. Así, por ejemplo, destaca un grupo de investigación de la Universidad de Minnesota que ha analizado cómo las experiencias pasadas con nuestras figuras de autoridad siendo pequeños (padres, madres o cuidadores) y el trato que nos dieron tiene una influencia determinante en nuestras relaciones futuras y la manera en la que gestionamos emocionalmente nuestros vínculos.

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Este factor influye muchísimo en la confianza que depositamos en los demás, nuestro miedo al abandono o lo mucho o poco que nos entregamos a alguien cuando nos sentimos atraídos. Evidentemente, la ciencia del apego que estudia estas relaciones tempranas también tiene muchas fallas: no se puede llegar a extrapolar del todo los aspectos del pasado con los del presente (ya sea porque el individuo no recuerda del todo aquellos años larvarios o tiene una memoria sesgada) y, por otro lado, también influye la genética. Sin embargo, eso no quita para que sea muy interesante explorar cómo influye en la conducta del individuo las relaciones que tuvo al inicio de su vida.

Como es obvio, si viviste una infancia trágica, en la que había comportamientos violentos en casa, esto no solo influirá en tus relaciones posteriores, sino también en tu carácter y personalidad. Pero para los casos más convencionales, en los que una persona siente que es demasiado dependiente con su pareja o, por el contrario, le tiene cierto miedo al compromiso y no quiere involucrarse mucho a nivel emocional, es muy interesante retrotraerse a las experiencias pasadas para hallar respuestas de por qué alguien es así o se siente así.

"Si pruebas nuevas actitudes en las relaciones y maneras de afrontar esas inseguridades, el estilo del apego se puede cambiar para así disfrutar de unos vínculos mejores"

"Es muy probable que continúes gestionando tus afectos actuales en función de los hábitos que aprendiste en la infancia de la mano de tus primeros cuidadores", aseveran Graham Johnston y Matt Wotton, psicoterapeutas y directores del Centro de Psicología Aplicada de Londres, en un reciente artículo sobre el tema publicado en 'Aeon'. "Por ejemplo, tal vez te preguntes por qué a veces demandas más atención por parte de tu pareja para sentirte seguro: es posible que la respuesta esté profundamente arraigada en lo que viste y cómo te trataron cuando eras niño. Por fortuna, si pruebas nuevas actitudes en las relaciones y maneras de afrontar esas inseguridades, el estilo del apego se puede cambiar para así disfrutar de unos vínculos mejores y una vida mejor".

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El primer paso radica en ser consciente de cómo vives tus relaciones en la actualidad. Para ello deberás intentar salir de ti mismo y de tu propio yo, procurando observar tus relaciones con distancia. Si te resulta fácil socializar, profundizar con algún lazo, si te gusta tener intimidad con ciertas personas, si te resulta más cómodo tener más relaciones superficiales que profundas... o si te es muy difícil confiar de primeras en las personas. Según lo que pienses, los expertos agrupan en cuatro modos de apego que veremos a continuación.

El seguro

Si crees que te sientes seguro estrechando nuevos vínculos o te sientes muy cómodo profundizando más en los ya existentes, tienes un estilo de apego seguro a raíz de que cuando eras pequeño tus cuidadores fueron "lo suficientemente buenos" contigo. Esto pasa porque recibiste una educación por parte de unos padres emocionalmente sensibles y receptivos, lo que quiere decir que "estás en una buena posición para disfrutar de unas relaciones sanas".

El ansioso

"A menudo se debe a una crianza incoherente o intrusiva o en la que el padre o madre expuso al niño a emociones y situaciones complejas, inapropiadas para un niño", explican Johnston y Wotton. Es por ello que como adulto valores la cercanía y la conexión con los demás, pero de un modo un tanto negativo, ya que tenderás a exigirles demasiado. "Probablemente, temas en exceso poder molestar a los demás o ser rechazado, lo que te hace más propenso a los celos o a generar relaciones más dependientes", aseveran. "Como resultado, puedes sentirte retraído o entrar en un modo pasivo-agresivo, usando el silencio en el trato con los demás". Es decir, en caso de problemas, es posible que no digas las cosas a la cara o cómo las piensas, lo que genera un enfado que solo se muestra con el silencio y no con las palabras.

El evitativo

Este modo de apego se relaciona con un paso en el que las necesidades emocionales del niño fueron continuamente rechazadas. En este sentido, se puede ver reflejado en la vida adulta como la sensación y necesidad de tener siempre que arreglártelas por ti mismo, sin pedir ayuda. "Es posible que el individuo rechace la necesidad de tener relaciones profundas o que le resulte muy difícil volverse cercano, así como también tender a darle mucho valor a la apariencia de su pareja", aseguran los psicoterapeutas. "Probablemente, prefiera no prestar demasiada atención a las emociones de otras personas y se sienta inclinado a verse a sí mismo como alguien que nunca tiene ningún problema".

El desorientado o desorganizado

Este es un estilo de apego confuso y tirante. Por un lado, "el individuo busca consuelo emocional en los demás, pero otras veces les siente como una amenaza", recalcan Johsnton y Wotton. "Este estilo está ligado a malos tratos y faltas graves en el cuidado de la infancia". El resultado es una notable falta de autoestima y sentir las relaciones de una manera muy intensa, hasta el punto de hacerlas tan difíciles que suelen acabar mal. Si te sientes identificado con este apego o crees que hay personas cercanas que tienen esta actitud, lo mejor será acudir a un psicólogo para intentar gestionar este problema en el afecto.

¿Cómo cambiar el apego?

Es una tarea compleja, pero se puede. Muchos estudios corroboran la enorme capacidad del cerebro para cambiar. La terapia, en casos preocupantes, es vital. Pero si te has sentido identificado con algún patrón negativo de los descritos más arriba, la clave pasa por detectar tus patrones de comportamiento en las relaciones y sus consecuencias: qué es lo que desencadena que te sientas así, cuáles son las situaciones más proclives a mostrar ese malestar con una relación aparentemente normal... y luego, obviamente, todo se basa en llegar a acuerdos.

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"Si crees que tu apego es ansioso, pide paciencia y tolerancia, al mismo tiempo que haces el compromiso de actuar menos desde ese prisma ansioso", aseveran los expertos. "El camino hacia un apego seguro es el de la confianza construida progresivamente. Si eres más evasivo, pide espacio cuando lo necesites, pero también acepta los planes o situaciones que exijan un poco más de intimidad o involucración emocional". Al final, se trata de exponerte a esas circunstancias que te generan malestar a la vez que exigir un poco de comprensión a los demás. Explora nuevas formas de abrirte y de relacionarte, pues cada vínculo es un mundo, aunque se parezcan. Y, sobre todo, piensa que siempre tienes opción para cambiar la forma en la que te relacionas o en la que te sientes con los demás. "No es fácil, pero con el tiempo, comenzarás a notar diferencias en tu manera de comportarte y a sentirte más seguro".

Dependiendo del momento de la vida en el que te encuentres, seguro que en más de una ocasión te asaltan las dudas respecto a lo que sientes de verdad por las personas que te rodean. Al fin y al cabo, una de las tareas más difíciles, por paradójico que pueda parecer, es desentrañar el intrincado mundo de las emociones y los sentimientos que te unen a la gente que está contigo, en especial a ese círculo social que eliges, como vienen a ser los amigos y la pareja.

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