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De Excálibur al Santo Grial: ¿dónde están los objetos más míticos de la historia?
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De Excálibur al Santo Grial: ¿dónde están los objetos más míticos de la historia?

Hay serias dudas sobre si algunos de ellos realmente llegaron a existir, y mucho debate sobre cuál sería su localización exacta

Foto: Ilustración del Rey Arturo (Fuente: iStock)
Ilustración del Rey Arturo (Fuente: iStock)

Dicen que el único paraíso es el paraíso perdido. Quizá porque siempre andamos buscando lo que aún no se ha encontrado. Es algo típico de la idiosincrasia humana, eso de descubrir cosas: nuevos continentes, objetos perdidos, lugares míticos que quizá nunca llegaron a existir. Por algo inventamos las oficinas de objetos perdidos, para que uno siempre tenga la esperanza de encontrar lo que en otro tiempo tuvo.

Sea como fuere, a lo largo de la historia ha habido objetos con mayor importancia en algunas ocasiones que los dueños que los poseyeron, o incluso que tuvieron la suerte de pasar de mano en mano. Algunos han quedado como leyendas en el imaginario colectivo, sin saber del todo si realmente llegaron a existir, y su localización a día de hoy todavía se discute.

Excálibur

La legendaria espada de Arturo conforma una de las leyendas más importantes del imaginario occidental. Aunque existen diversas versiones, la más aceptada es que el rey consiguió sacarla de una piedra, demostrando así que le pertenecía. En la Edad Media, las armas adquirieron una importancia similar a los héroes que las portaban, como El Cid y Tizona o Roldán y Durandarte. Según parece, la espada habría desaparecido cuando Arturo, moribundo, ordenó a uno de sus caballeros que la arrojase a un estanque. El caballero (Lanzarote, Perceval, Bedivere, dependiendo del relato) obedece de mala gana, y entonces una mano vestida de seda blanca surge de la superficie del agua, la coge y desaparece con ella. Esto podría estar basado en la costumbre de algunos pueblos celtas de lanzar a los lagos algunas pertenencias de grandes guerreros que acababan de morir, como ofrenda a los dioses.

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¿Dónde está? En 2019, un grupo de arqueólogos encontró un arma medieval incrustada en una roca en el fondo del río Vrbas en Bosnia. No es la primera vez que los medios hacen eco de una noticia así, en 2017 una niña que pasaba sus vacaciones en la laguna de Dozmary en Cornualles encontró en el fondo del agua una impresionante espada. Pero más allá de eso, la espada que probablemente se asemeja a la mítica Excálibur se encuentra en Italia, en la Abadía de San Galgano, clavada en el suelo y protegida por un cristal, sin poder sacarse de ahí. Pertenecía a Galgano Guidotti, caballero italiano de la Baja Edad Media que, a diferencia de Arturo, se puede demostrar que existió y fue venerado como santo por la Iglesia Católica. Hay quien afirma que la de Galgano es la verdadera Excálibur.

Santo Grial

El objeto más buscado del mundo: la copa en la que Jesucristo bebió durante la Última Cena y en la que José de Arimatea recogió su sangre cuando fue crucificado. Se ha hablado, escrito y teorizado mucho acerca de su paradero, aunque lo cierto es que la Biblia como tal no lo menciona. Durante la época de las Cruzadas, este objeto alcanzó su máxima popularidad, y muchos soldados cristianos lo buscaban y regresaban de Tierra Santa con preciados botines.

según la web de la Catedral de Valencia, es "completamente verosímil que estuviese en las manos del Señor en la víspera de su Pasión, según los datos arqueológicos"

¿Dónde está? Hay varios candidatos, aunque dos destacan: el Santo Cáliz, en un relicario en la Catedral de Valencia que, según la propia web del templo, es "completamente verosímil que estuviese en las manos del Señor en la víspera de su Pasión, según los datos arqueológicos", y el Sacro Catino, una increíble y misteriosa copa color esmeralda que se encuentra en la Catedral de Génova. Pero también se habla de León o Inglaterra.

Sábana Santa

Otro de los objetos más importantes de la cristiandad. No debe confundirse con el velo que, según la tradición cristiana, una mujer llamada Verónica habría tendido a Jesucristo durante el viacrucis para que enjugara su sangre y sudor. En el caso de la Sábana Santa, habría sido el sudario en el que se depositó el cuerpo de Jesucristo tras su muerte.

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¿Dónde está? Han corrido ríos de tinta sobre la veracidad del llamado Sudario de Turín. Se trata de una tela de lino que muestra la imagen de un hombre que presenta marcas y traumas físicos propios de una crucifixión, que mide 463 cm x 113 cm y que se custodia en Turín (de ahí su nombre) desde el Barroco. La Iglesia Católica no ha manifestado su aceptación o rechazo, y aunque algunos quieren ver en ella el cuerpo de Cristo, cuando se dató mediante radiocarbono se situó su origen en la Edad Media. Sin embargo, esta prueba también se cuestionó, alegando que no era válida porque la muestra que se analizó era de un extremo del sudario que había sido remendado en la Edad Media. Aunque incluso se ha hablado de que el mismísimo Leonardo da Vinci podría estar detrás de la obra, nadie se explica todavía cómo pudo recrearse en caso de ser una falsificación, y sigue siendo un misterio para la ciencia.

Los Tesoros Imperiales de Japón

Tres son los supuestos tesoros imperiales: la espada (símbolo del valor), el espejo (símbolo de la sabiduría) y un collar de joyas (símbolo de la benevolencia), conectados al ideal budista. Realidad y mitología se unen en esta curiosa historia japonesa. Según la tradición, cuando la diosa solar Amaterasu se escondió en una cueva de su hermano Susanoo, quitando así la luz del mundo, la diosa Ama no Uzume colgó un espejo y joyas fuera de la cueva para que la diosa saliese a ver su propio reflejo, y se asustó de su propia imagen, provocando que el resto de dioses pudieran sacarla de la cueva. Como disculpa, Susanoo presentó la llamada espada Kusanagi, obtenido del cuerpo de una serpiente de ocho cabezas. De acuerdo a la leyenda, estos artefactos fueron donados por Ninigi-no-Mikoto, el legendario ancestro de la línea de sucesión imperial japonesa cuando su abuela, la propia diosa Amaterasu, lo envió para pacificar Japón.

Son, supuestamente, parte de la gran ceremonia de coronación, pero como esta no es pública, solamente pueden ser vistos por el emperador y algunos sacerdotes

¿Dónde están? Nadie los ha visto nunca. Desde el año 690, la presentación de estos objetos al Emperador por un grupo de sacerdotes 'shinto' son, supuestamente, parte de la gran ceremonia de coronación, pero como esta no es pública, los objetos solamente pueden ser vistos por el emperador y algunos sacerdotes. Se supone que cada uno de ellos se encuentra en un lugar: la espada en el Templo Atsuta en Nagoya, la joya o joyas en el Palacio Imperial de Tokio y el espejo en el Santuario de Ise en la Prefectura de Mie.

Foto: Detalle de la pintura de un ángel en el fresco del interior de la iglesia de San Carlos en Viena. (iStock)
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La piedra filosofal

Antes de Harry Potter ya existía la leyenda de esta panacea: la piedra filosofal sería la que ayudaría a convertir en oro los metales más vulgares, pero también curar enfermedades o incluso otorgar la inmortalidad. La historia de su creación (y de la de la alquimia) habla de un maestro espiritual griego conocido, supuestamente, como Hermes Trisgemisto. Aunque otras historias más fantasiosas hablan de que los elohims, ángeles caídos, habrían comunicado ese saber a los titanes que engendraron en la Tierra. Contrariamente a lo que pudiera creerse, la piedra filosofal no sería una roca, sino una sustancia o incluso un polvo, y algunos llegaron a asegurar que cuando un afortunado la ingería alcanzaba la inmortalidad y no tendría que volver a comer nada más. Probablemente, el alquimista más famoso de todos los tiempos fue Nicolás Flamel.

Sería la que ayudaría a convertir en oro los metales más vulgares, pero también capaz de curar enfermedades o incluso otorgar la inmortalidad

¿Dónde está? Teniendo en cuenta que no hay un consenso sobre cómo es (una piedra blanca, roja, naranja, morada, más pesada que el oro, disoluble en agua...) o si se trata solo de una metáfora, parece más fácil encontrar la Atlántida o algún tesoro perdido de Hernán Cortés. De cualquier manera, hay un punto positivo: parece que con rocío, ácido tartárico y una mezcla de pirita (según Jacques Sadoul) podría llegar a prepararse, así que si decides dejarlo todo y dedicarte a la alquimia, quizá puedas ubicar la piedra filosofal en tu propia casa.

Dicen que el único paraíso es el paraíso perdido. Quizá porque siempre andamos buscando lo que aún no se ha encontrado. Es algo típico de la idiosincrasia humana, eso de descubrir cosas: nuevos continentes, objetos perdidos, lugares míticos que quizá nunca llegaron a existir. Por algo inventamos las oficinas de objetos perdidos, para que uno siempre tenga la esperanza de encontrar lo que en otro tiempo tuvo.

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