Entre lo pagano y lo religioso: ¿De dónde viene el mito del unicornio?

Todavía hoy, el mito se enreda con la realidad en una inmensa trenza de relatos que describen al detalle la imagen del unicornio. A todos nos viene a la mente: un caballo blanco con un cuerno largo que sobresale de su frente. Protagonista de cuántos cuentos, el mundo onírico tal vez sería otro pozo de posibilidades sin su figura que a veces surge en un intento constante por resultar lo más real posible, es decir, lo más palpable posible. Todavía hoy, algunas personas creen que la existencia de este animal de nuestros sueños existe más allá de ellos o, al menos, existió en algún momento. Pero para llegar a ser una figura tan potente de la ilusión tuvo primero que configurarse, que encontrar hueco, entre otras tantas… ¿Cuándo nació el unicornio?

La universalidad de las leyendas y representaciones de animales con un solo cuerno, tanto en Oriente como en Occidente, y especialmente la dimensión mística y esotérica del unicornio, llevada por "artistas, narradores y soñadores" inclinados a la meditación, son fuente de misterio e inspiración para teólogos, médicos, naturalistas, poetas, literatos, esoteristas, alquimistas, psicólogos, historiadores y simbolistas, entre otras profesiones que han tratado de acercarse a él como si de cazarlo se tratase.

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Precisamente de eso parece haberse tratado esta historia a lo largo de toda la historia: su riquísimo aspecto simbólico la asocia a la dualidad del ser humano, la búsqueda espiritual, la experiencia de lo divino, la mujer virgen, el amor y la protección, vértices de la existencia que los hombres han tratado de establecer antes ellos. Una serie de siete tapices realizados entre 1495 y 1505 han llegado hasta nuestros días, sosteniendo la narración que conocemos: los unicornios son seres celestiales, cuyo futuro en un mundo humano se reduce a la captura, a la constatación de la belleza, retenida, contemplarlos era entonces un asunto de la realeza. Como una ofrenda, aquellos hilos muestran a un grupo de nobles y cazadores persiguiendo a la criatura, capturándola y llevándola hasta la corte.

Catalizador de la visión masculina del mundo

La sangre del animal no se planteaba como tragedia. Envuelta en escenarios florales de lo más vívido, otros animales se acercan a contemplar las heridas: perros, aves, conejos, leones y ciervos tejidos a su alrededor. Así, se vuelve catalizador de una visión del mundo, la masculina. El unicornio capturado fue un símbolo pagano al que más tarde hicieron aceptable dentro de la doctrina religiosa y su simbología.

Nadie sabe quién lo hizo, ni siquiera su lugar exacto de procedencia, aunque hablamos, eso sí, de algún lugar de la actual Europa central. No obstante, las imágenes de unicornio se remontan mucho más atrás. Concretamente, alrededor de 3300 a. C. a 1300 a. C. como parte de la imaginería de la civilización del valle del Indo, en el sur de Asia (entre las actuales tierras de Afganistán, Pakistán e India). Según el Museo St. Neots en Inglaterra, aparece un perfil lateral de lo que parece un caballo con un solo cuerno en los sellos de dicho período. Sobre ellas, en realidad, se entiende que probablemente eran representaciones de uros (Bos primigenius), un buey salvaje ahora extinguido.

Las descripciones chinas escritas de un unicornio asiático datan de alrededor del 2700 a. C., según el Museo Americano de Historia Natural de Nueva York. Este "unicornio" parecía ser una combinación de diferentes animales y tenía el cuerpo de un ciervo, la cola de un buey, un pelaje multicolor o escamoso parecido a un dragón y un cuerno (o cuernos) cubierto de carne. A pesar de las diferencias físicas, los unicornios asiáticos ya eran descritos como criaturas evasivas y solitarias, tal como lo fueron en los registros europeos posteriores.

Del asiático al occidental

El relato sánscrito de Ekashringa y las rutas comerciales pueden haber jugado un papel primordial en su expansión hacia el Cercano Oriente. Aquel viaje, pasajero de la menta de alguien que pudo entonces viajar, sigue siendo controvertido y resultado de múltiples influencias. También se vislumbran en él las figuras del rinoceronte y el antílope, por ejemplo.

Los bestiarios occidentales y sus miniaturas la describen como un animal muy feroz del bosque, símbolo de pureza y gracia, atraída por el olor de la virginidad

De lo que sí se tiene constancia es de que ya en el Occidente cristiano de la antigüedad griega existió. Conocido como "monoceros", el unicornio occidental se distinguió de sus homólogos asiáticos por su apariencia misma, pero sobre todo por su simbolismo e historia que la marcaron. Bajo la influencia del Physiologus, los bestiarios occidentales y sus miniaturas la describen como un animal muy feroz del bosque, símbolo de pureza y gracia, atraída por el olor de la virginidad.

La primera mención registrada de unicornios en la literatura occidental se produjo en el siglo IV a. C. Ctesias, un médico e historiador, escribió cuentos de viajeros indios y describió "asnos salvajes" del tamaño de caballos con cuerpos blancos, ojos azules, cabezas rojas y un cuerno multicolor de aproximadamente medio metros de largo, según informó Time en 2008. En este caso, el unicornio se parece estar basado en descripciones de asnos salvajes y rinocerontes indios.

Criatura bíblica

También se apuntan a los errores de traducción como posibles artífices de la transformación de confusos animales compuestos a majestuosas criaturas blancas. En el siglo III a. C., los eruditos que tradujeron la Biblia del hebreo al griego tomaron la palabra hebrea "re'em", probablemente el nombre de los uros, y la convirtieron en la palabra griega "monokeros", que significaba "un cuerno", ya usado para los rinocerontes. La palabra más tarde se convirtió en "unicornus" en las traducciones latinas de la Biblia griega y "unicornio" en las versiones inglesas del latín, según Merriam-Webster. El unicornio se convirtió así en un animal bíblico asociado con Jesucristo y la pureza. Así, ha sido identificado como reflejo mismo de cristo por los escritores cristianos.

El explorador italiano Marco Polo habría sido quién descubrió que las historias de unicornios no coincidían con la realidad cuando viajó por Asia y vio lo que pensó que era un unicornio por primera vez, en el siglo XIII, un relato detallado en Los viajes de Marco Polo. "Se deleitan en vivir en el fango y el lodo", escribió. "Es una bestia horrible de ver, y de ninguna manera se parece a lo que suponemos y decimos en nuestros países".

En la Edad Media, marineros y comerciantes introdujeron en los mercados europeos colmillos de narval (Monodon monoceros), vendiéndolos como cuernos de "unicornio", según la AMNH. Los narvales desaparecieron, y no fueron los únicos animales reales que acabaron sentenciados por los humanos a través de la sentencia imaginaria de la fantasía en cautiverio.