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La simetría facial como requisito (y filtro) de belleza: una oda a las imperfecciones
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La simetría facial como requisito (y filtro) de belleza: una oda a las imperfecciones

En los últimos meses se ha puesto muy de moda el uso de filtros en TikTok que consiguen que tu cara esté totalmente proporcionada entre su lado derecho e izquierdo. Esto entraña algunos problemas

Foto: Foto: iStock.
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Se podría decir que desde la invención de Internet convergen dos mundos en un mismo punto espacial y temporal: el físico y el virtual. Esto no es ninguna novedad, pero fenómenos como la pandemia de coronavirus y sus respectivas cuarentenas impulsaron la necesidad de huir de uno y escapar al otro. En el primero estábamos solos en casa, a merced de las horas. En el segundo, teníamos a nuestros amigos y familiares en las pantallas, haciendo quedadas para estudiar, hacer ejercicio o, incluso, tomar el vermú de manera telemática.

Lo que se nos escapa, y probablemente los sociólogos del futuro estudien como un hecho trascendental, es que nunca antes habíamos tenido una conciencia tan plena de nuestro rostro, pues a pesar de las miles de fotografías y vídeos que ya habíamos subido a la red antes de la pandemia, pasamos demasiado tiempo de seguido viéndonos a nosotros mismos a través de una pantalla junto a la cara de los demás. Como sucede con el extrañamiento típico de escuchar tu voz en algún audio, verse a uno mismo reflejado durante mucho tiempo también acaba produciendo una percepción alterada de nuestra imagen exterior. De ahí que muchos expertos en salud mental ya hablen de la dismorfia por Zoom como resultado de esa incomodidad.

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"A diferencia de los 'selfies', que son fotografías estáticas y repletas de filtros, Zoom muestra una versión no editada de uno mismo en movimiento, un autorretrato que muy pocas personas están acostumbradas a ver a diario", explicaba Shadi Kourosh, una dermatóloga que empezó a notar una gran aluvión de clientes en su clínica estética, lo que le dio pie a publicar un estudio junto con otras compañeras sobre este síndrome tan común.

Un filtro no tan inofensivo

Teniendo esto mismo en cuenta, cabría pensar en los efectos que produce en la población mundial algo tan simple y divertido como un filtro determinado en las redes sociales más usadas como TikTok e Instagram. Precisamente porque la función de estas herramientas no dejan de ser mejorar la imagen exterior que tiene uno de sí mismo en la propia pantalla y de cara a sus seguidores, lo que parece positivo e inofensivo, pero si le juntas la inseguridad y extrañeza que muchas personas han empezado a sentir por sus rostros, esto puede ser un buen cóctel psicológico. Más si pensamos que el 60% de los que usan estas redes sociales tienen menos de 24 años, una edad en la que se es altamente vulnerable en cuanto a las distorsiones de la imagen personal y corporal.

"La perfección física, estéticamente, es aburrida casi por definición. Los rasgos más seductores de las personas son imperfectos y accidentales"

Uno de los últimos filtros que más se han puesto de moda es el de conseguir hacer la cara simétrica. Podría resultar baladí, ya que a simple vista todos los rostros guardan una serie de proporciones más o menos ajustadas entre su lado derecho e izquierdo. Sin embargo, el efecto que produce el uso del filtro es más que curioso. Si entramos en el tag #symmetricalface nos llevaremos una sorpresa al comprobar que casi ninguno de nosotros tiene unas facciones realmente simétricas. Esto a muchos les podría resultar gracioso o curioso, pero si eres realmente propenso a tener inseguridades con tu imagen, tal vez este tipo de filtro te suponga algún que otro quebradero de cabeza al compararlo con tu rostro real.

Haley Nahman, periodista de 'The Guardian', hizo una encuesta rápida a sus seguidores en Instagram sobre si habían utilizado este filtro alguna vez, y descubrió que de las más de 4.000 personas que respondieron, cerca del 70% lo habían probado. Todos, en mayor o menor medida, habían sentido ese extrañamiento al ver su cara completamente simétrica. "Las caras perfectamente proporcionadas se ven inquietantes", corrobora la periodista. "La perfección física, estéticamente, es aburrida casi por definición". Pero, evidentemente, eso no quiere decir que muchos la persigan de forma desesperada o con un atisbo de obsesión.

Cuanto más natural, más bello

Cuando nos gusta mucho alguien físicamente, tendemos a idealizarlo y a verlo perfecto. Sin embargo, probablemente lo que más nos acabe atrayendo de él o ella sean sus imperfecciones. Los filtros en redes sociales, como el que está más directamente encaminado a borrar todo rastro de imperfección, el de belleza, el cual alisa la cara borrando cualquier arruga o grano, promueven una imagen corporal y facial depurada, casi como si fuéramos robots salidos de una fábrica o seres de luz aniñados. El problema, como decíamos, es tener algún tipo de inseguridad o vulnerabilidad con el aspecto físico, un problema que se suele dar en edades adolescentes, el público potencial de esta clase de contenidos y plataformas.

Foto: Una manifestación de la corriente QAnon en Las Vegas. (Reuters)

"Obviamente, la simetría entra más por los ojos en un inicio, pero ¿alguna vez te has enamorado de alguien por su diente ligeramente torcido o de la forma rara en la que gesticulaba cuando hablaba?", asegura Nahman. "Los rasgos más seductores de las personas son imperfectos y accidentales. La búsqueda de la perfección es muy poco sexy. Pero aún, es aburrida. Nuestra desesperación por codificar y mercantilizar nuestra imagen o la belleza nos ha llevado por un camino de decrepitud sensual, de obsesión y ansiedad. Nos ha proporcionado algunos de los modelos a seguir menos interesantes de todos los tiempos. No estamos destinados a entender lo que nos hace atractivos para los demás ni a dominarlo".

En definitiva, lo que nos hace atractivos y sugerentes para los demás es aquello que en muchos casos la tecnología, en su ansia de perfección, quiere eliminar. Está en nosotros caer en la trampa o simplemente tomárnoslo con humor, pues esta clase de herramientas no dejan de plantearse como un juego. Solo que, si te lo tomas demasiado en serio, corres el riesgo de obtener una imagen distorsionada de ti mismo. Y en tiempos como los que atravesamos, en las que nuestra imagen digital se ha vuelto tan recurrente y accesible para todo el mundo, hay que asegurarse de tener mucho cuidado.

Se podría decir que desde la invención de Internet convergen dos mundos en un mismo punto espacial y temporal: el físico y el virtual. Esto no es ninguna novedad, pero fenómenos como la pandemia de coronavirus y sus respectivas cuarentenas impulsaron la necesidad de huir de uno y escapar al otro. En el primero estábamos solos en casa, a merced de las horas. En el segundo, teníamos a nuestros amigos y familiares en las pantallas, haciendo quedadas para estudiar, hacer ejercicio o, incluso, tomar el vermú de manera telemática.

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