Vasco de Quiroga, un pionero arrinconado

La estupidez es una enfermedad extraordinaria, puesto que no es el enfermo el que la sufre sino los demás.

Voltaire.

La historia del personaje de hoy es lo más parecido a un galimatías cronológico o a un laberinto inglés. Ningún cronista de la época ha podido establecer una relación lineal del relato de este hombre que, como Fray Bartolomé de las Casas, fue un adelantado, no solo ilustre 'per se' sino de convicciones religiosas prácticas y sin zonas de umbría ni dobleces. La hipocresía no tenía espacio en su agenda.

Es sabido para quien quiera reconocerlo que, en los primeros años de la colonización, los encomenderos estaban instalados en comportamientos bastante cuestionables para con los indígenas. Abusos rayanos en el esclavismo, razias en búsqueda de esclavos para repoblar las Antillas, un estigma de superioridad inmoderado y comportamientos muy alejados y cuestionables desde un punto de vista moral, que en ocasiones chocaban frontalmente con los predicamentos cristianos que esgrimían para convertir a aquellos aborígenes panteístas, animistas o ambas cosas sumadas a unos latigazos convenientemente aplicados para hacer reflexionar al indígena descarriado.

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El lenguaje académico de la RAE define como encomendero a aquel que durante la colonización española de América era poseedor de una encomienda de indígenas con firma y sello real. Pero los excesos de dichos colonos con los indígenas dieron lugar a intervenciones de la Corona, que incluso en ocasiones llegaron a ser expeditivas con estos elementos.

Los frailes de la Orden de San Jerónimo con una comisión auspiciada y direccionada con sello real llevaron a cabo en el año 1517 una meticulosa encuesta para determinar si "los indios eran o no capaces de vivir por ellos mismos, como lo hacen los labradores de Castilla". Obviamente, los encomenderos dijeron que les faltaba un gramo para el kilo y que sin su protección podían volver al pecado.

Lógicamente, tanto Vasco de Quiroga como Fray Bartolomé de las Casas, se convertirían en una suerte de apestados que, solo y gracias a sus indumentarias y cargos religiosos, sobrevivirían en medio de aquella miscelánea de abusos. La Corona no era ajena a los acontecimientos, potenciando y aplicando las Leyes de Indias puso las pilas de forma expeditiva a varias docenas de encomenderos. Muchos de ellos empezaron a tentarse las ropas.

No hay que olvidar que en las Leyes de Indias se garantizaba que cualquier vasallo del rey no podía ser convertido al cristianismo con coerción o engaño (este dato es vital para la reflexión de nuestros detractores en la Leyenda Negra) sino que tendrían libertad religiosa para un mejor desarrollo de sus propias personas.

Desde su estancia anterior tras la conquista de Orán, la experiencia como negociador proporcionó a Quiroga unas apreciadas tablas en lo relativo al enfoque de las diferencias culturales, étnicas, religiosas y, en general, una percepción de campo como antropólogo de facto.

Con independencia de sus buenas relaciones con el 'establishment', se había ganado el favor real al recibir del emperador Carlos I a través del cardenal Tavera, diferentes propuestas con sus correspondientes cargos administrativos, a sabiendas de que en cualquiera de ellos iba a funcionar como un reloj suizo. Se le ofreció una alta magistratura en el gobierno de Indias, un cargo que rechazó en el Tribunal de la Inquisición o el gobierno de una provincia española. El caso es que el tonsurado vio de cara al Altísimo y le dio un repente. Aquella providencial inspiración espiritual le hizo tomar rumbo en dirección al Nuevo Mundo.

"Enterado Vasco de Quiroga de las tropelías del infame Nuño, decidió intervenir en aquellos desmanes"

En la antigua Nueva España existía un sujeto retorcido cuyo nombre era Nuño de Guzmán. Hacia el año 1527 nuestro erudito tonsurado había aterrizado por aquellos pagos. El tal Nuño se había especializado en la cacería de indígenas, sacando unos buenos réditos con la exportación al por mayor de los mismos hacia aquellas encomiendas carentes de mano de obra.

Este 'pieza' iba por su cuenta haciendo caso omiso de las más elementales normas de tratamiento hacia las poblaciones indígenas, llegando incluso a organizar cacerías y redadas con perros, lo que generaba un pánico indescriptible entre los autóctonos. Haciendo dejación de sus cargos, pensaba que ancha era Castilla, pero Castilla como todo, tenía unos límites.

Enterado Vasco de Quiroga de las tropelías del infame Nuño, decidió intervenir en aquellos desmanes contra el prestigio de la Corona y el bien de la población.

Tras asesinar a un prestigioso y conciliador líder 'Cazonci', entró a sangre y fuego en lo que hoy es el estado mexicano de Michoacán, en una razia especialmente sangrienta que provocó un éxodo de la población indígena hacia las montañas circundantes. En consecuencia, la desestructuración de un orden económico y social en los habitantes locales procuraron a vasco de Quiroga una toma de decisión muy meditada, cuyas consecuencias le elevarían al altar del reconocimiento por parte de los locales. La defenestración de aquel demonio no tardó en producirse.

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La Segunda Audiencia de México fue creada política y jurídicamente con nuevos mimbres. Bases culturales y sociales híbridas y de nuevo cuño se consolidarían tras los atropellos de Nuño de Guzmán. Las instrucciones eran muy precisas por parte de la Corona y no dejaban lugar a dudas sobre las actuaciones en curso. Se investigaron a fondo los abusos de la Primera Audiencia, se cribó íntegramente a sus componentes mientras se volvía a poblar aquellos territorios. Los nuevos miembros actuaron con una corrección más que loable.

Esta Segunda Audiencia tuvo una eficacia incontestable. Realizaron una fecunda labor. Se estableció un sistema tributario proporcional, se defendió a los indígenas de los encomenderos y, quizás, lo más importante; se crearon instituciones educativas y benéficas, fábricas de tejidos, nuevos cultivos como el lino, inversiones en comunicaciones terrestres diseñando redes radiales desde Technotitlan y se frenaron en seco bajo penas muy severas la intromisión de los encomenderos en las tierras de los nativos, ya fuera para robarles sus escasas pertenencias, ganado o la preciada agua. Estas actuaciones supusieron probablemente un atisbo de autonomía legal para los locales o tal vez el principio de algo parecido a la libertad tan anhelada por ellos. La Conquista se tornó más amable tras los primeros años de guerra y abusos. Pero, si hay una acción destacable que quedó impresa en los anales de la historia de la colonización española de aquellas tierras, fue una de las brillantes ideas de Quiroga.

El tonsurado era un hombre de una austeridad probada, pero había acumulado una gran cantidad de dinero por compensaciones dadas por la Corona hacia su persona por sus buenos oficios.

" El primer hospital para indígenas de toda América fue fundado por este prohombre en la población de Acaxochil"

Vendiendo sus propiedades compraría terrenos en la zona próxima a la que fue la gran capital mexica. El primer hospital para indígenas de toda América fue fundado por este prohombre en la población de Acaxochil. Con adquisiciones sucesivas de tierras próximas había conseguido crear un pueblo de nativos libres ya constituido administrativamente hacia el año de 1533.

La idea de Vasco de Quiroga de crear un espacio amable y alternativo fue muy criticado por los encomenderos. En la devastada Michoacán reprodujo Quiroga un bis de su primer pueblo hospital. Este novedoso pueblo-hospital cerca del lago de Pátzcuaro, que comenzaría a funcionar en el otoño del año 1533, se regía por directrices comunales que en algunos sistemas políticos podían resultar cuando menos sospechosas. Estas experiencias cooperativistas, de carácter intrínsecamente cristiano en cuanto a premisas y valores, tenían cierto parangón con las misiones jesuíticas en Paraguay o, sin ir más lejos, a las de la Comuna de París. Estas propuestas promovidas por el padre Vasco de Quiroga en ciertos momentos de la historia podrían haber estado sujetas a persecución.

En su concepción original tenían horarios de trabajo más que razonables, favoreciendo así las relaciones familiares. Este pueblo modélico con cierto carácter comunal estaba inspirado en la Utopía de Tomás Moro en la cual cabalgaba el mundo de Vasco de Quiroga, referencia del que fue gran humanista y canciller de Enrique VIII y víctima a su vez de este orondo tarado. En su escrupulosa obra Información en Derecho, escrita hacia 1535, se nota sin lugar a dudas la influencia del famoso e irreductible canciller inglés.

La vuelta al cristianismo primigenio y a los conceptos básicos de los evangelios sería la carta de presentación de este grande entre los grandes.

Lamentablemente, el tiempo lo convierte todo en polvo. También las ideas.