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Síndrome de Stendhal: ¿patología real o puro postureo?
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Síndrome de Stendhal: ¿patología real o puro postureo?

Cuando Stendhal paseaba en 1817 por la basílica de la Santa Cruz en Florencia y comenzó a sentir mareos y palpitaciones, no sabía que estaba creando una moda vigente aún hoy

Foto: 'Stendhal en un cuento de amor'. (iStock)
'Stendhal en un cuento de amor'. (iStock)

Caminas por el Prado y tus pasos te dirigen hasta 'El jardín de las delicias' (por ejemplo) porque es una obra que has visto millones de veces en libros o buscándola en Google, pero nunca antes habías tenido oportunidad de observarla en todo su esplendor, en vivo o en directo. Eso del aura de las obras, que decía Walter Benjamin. Te plantas ante el cuadro en concreto, y de repente su belleza comienza a fascinarte hasta tal punto que tu corazón se acelera, tienes palpitaciones, te mareas, incluso tiemblas, como el adolescente que se enamora por primera vez. Existe y tiene un nombre: síndrome de Stendhal.

Antes que tú, ya lo sintió el autor Stendhal en el siglo XIX, dándole nombre. Además de una enfermedad psicosomática, también se convirtió en un referente durante el romanticismo debido a la sensibilidad que parece envolver este goce particular de la belleza artística. Stendhal se paseaba en 1817 por la basílica de la Santa Cruz en Florencia (dejó por escrito su periplo en tercera persona, mencionando a un caballero de Berlín, aunque se sabe que está basado en su propia experiencia), y quedó impresionado por ver las tumbas de hombres tan importantes como Galileo, Miguel Ángel o Maquiavelo. Aquello, sumado a la belleza de la basílica, hizo que comenzase a sentir palpitaciones, vértigo y confusión. Tuvo que dejar de admirar el monumento para poder recuperarse.

placeholder  Basílica de la Santa Cruz.
Basílica de la Santa Cruz.

"Había llegado a ese punto de emoción en el que se encuentran las sensaciones celestes dadas por las Bellas Artes y los sentimientos apasionados (...) me latía el corazón, la vida estaba agotada en mí, andaba con miedo a caerme", relató. Lo sorprendente es que, después de él, otras personas también sufrieron algo parecido mientras visitaban el arte en Florencia (especialmente la Galería degli Uffizi) desde el siglo XIX en adelante. Sorprendentemente no fue descrito como síndrome hasta los años 70 por la psiquiatra italiana Graziella Magherini, que llegó a describir más de 100 casos similares en la ciudad que en otro tiempo fue cuna del Renacimiento.

"Había llegado a ese punto de emoción en el que se encuentran las sensaciones celestes dadas por las Bellas Artes y los sentimientos apasionados (...) me latía el corazón, andaba con miedo a caerme"

Magherini decidió realizar entonces un estudio que le sirvió para catalogar tres tipos de síndrome de Stendhal: el primero, experimentado por un 66% de viajeros, que sufrió trastornos del pensamiento (alternaciones en la percepción al ver colores o escuchar sonidos, ansiedad...), el segundo, sufrido por un 29%, trastornos predominantes de afectos (angustias, sentimientos de inferioridad, euforia...), y el último, sentido por solo un 5% de los pacientes, en forma de angustia y pánico.

Hay síndromes relativamente parecidos e igual de fascinantes: el de París, por ejemplo, es un trastorno psicológico que curiosamente sufren en especial los japoneses cuando, al visitar París, sufren una gran desilusión porque no es como esperaban que fuera, hasta el punto de poder tener ansiedad, alucinaciones o despersonalización. El síndrome de Jerusalén, por otro lado, es una enfermedad que produce psicosis y delirio: cuando el turista (a veces, habitante) está en Jerusalén, se identifica con un personaje de la historia sagrada del Antiguo o Nuevo Testamento y comienza a actuar como tal.

Se ha reportado que muchos japoneses sufren el llamado 'síndrome de París' cuando visitan la ciudad y no cumple sus expectativas: experimentan ansiedad o incluso alucinaciones

El síndrome de Stendhal se ha romantizado muchísimo hasta el punto de que no es raro encontrarse por las redes sociales gente que asegura experimentarlo cada vez una obra que le gusta especialmente (o una persona). Pero, ¿hasta qué punto se trata de un síndrome que todos podemos experimentar? ¿Es postureo o realmente es algo más o menos frecuente? Y, más importante, si la mayoría de la población (estudiada) lo ha experimentado en Florencia, ¿significa eso que es la zona donde hay más probabilidades de que suceda?

Stendhals falsos del mundo, uníos

Según el psiquiatra Marc Planella, la personalidad también tiene mucho que decir en estos casos: "Es probable que se dé habitualmente en personas más sensibles y reactivas emocionalmente ante ciertos estímulos. De todas formas, como las descripciones son variadas (en general se asemejan a una crisis de ansiedad o disociativa, pero la sintomatología es bastante variada) podría englobar a otro tipo de personas. Parece que muchas de ellas ya padecen previamente algún tipo de problema de salud mental, o que los síntomas aparecen después de que les hayan sucedido eventos estresantes poco antes, o que estén muy cansadas porque hayan dormido poco... pero postureo hoy en día mucho en todo, sí, así que imagino que también habrá 'fake Stendhals' corriendo por las redes sociales".

Parece que muchas de ellas ya padecen previamente algún tipo de problema de salud mental, o que los síntomas aparecen después de que les hayan sucedido eventos estresantes antes

Según explica, parece que es más fácil experimentar el síndrome con obras de más belleza o importancia histórica: "Hay documentación sobre el David de Miguel Ángel, también la Mona Lisa, con ciudades como Roma, Florencia o París... de todos modos, probablemente la clave esté más en la persona que en el lugar y seguro que se da en muchos sitios que no se reportan porque no son tan conocidos. Probablemente hay un factor cultural que media también en la aparición de síntomas, con lo que como suele ser habitual en salud mental, nos hallamos delante de una combinación de factores (biológicos, de personalidad, culturales...) que interaccionan para dar estos síntomas", señala Marc.

Y, por último, lo que más llama nuestra atención cuando oímos hablar de este extraño síndrome: su parecido con lo que experimentamos cuando nos enamoramos. "En algunos casos lo parece, sí", indica Marc. "Aun así no siempre tiene que ser por eso: igual que pueden tener una reacción emocional intensa por vincular una obra con un amor, se puede vincular con otros factores emocionalmente importantes para la persona como un familiar fallecido o un evento pasado emocionalmente traumático". Y en el fondo, por mucho postureo que haya en redes, experimentar el síndrome de Stendhal no parece en realidad nada agradable.

Caminas por el Prado y tus pasos te dirigen hasta 'El jardín de las delicias' (por ejemplo) porque es una obra que has visto millones de veces en libros o buscándola en Google, pero nunca antes habías tenido oportunidad de observarla en todo su esplendor, en vivo o en directo. Eso del aura de las obras, que decía Walter Benjamin. Te plantas ante el cuadro en concreto, y de repente su belleza comienza a fascinarte hasta tal punto que tu corazón se acelera, tienes palpitaciones, te mareas, incluso tiemblas, como el adolescente que se enamora por primera vez. Existe y tiene un nombre: síndrome de Stendhal.

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