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Todo lo bueno que aporta dar las gracias por escrito
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Como puedas y como quieras, agradece

Todo lo bueno que aporta dar las gracias por escrito

Muchas variables sociales impiden agradecer en persona, o puede que simplemente te produzca vergüenza hacerlo, pero no pasa nada, porque hay muchas formas de ser agradecido

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¿Recuerdas la última vez que expresaste gratitud a alguien? Durante el confinamiento, salir a la calle a hacer la compra solo reiteraba la sensación de extrañeza y angustia, pero en mitad de ciudades y pueblos vacíos encontrar el dibujo de algún niño o alguna niña en una ventana hacía que, por un momento, resurgiera la tranquilidad mental de quien lo veía. En muchos podía leerse “gracias”, junto a un arcoiris. Eran los días, las semanas, de aplausos colectivos a trabajadoras y trabajadores esenciales, de escuchar y leer la expresión una y otra vez, de sentirla, entre la incertidumbre y la tristeza, ahí estaba: el agradecimiento. Desde entonces, la situación nos ha hecho recordar más que nunca la importancia de agradecer, pero también nos ha hecho sentir impotencia al no poder hacerlo en según qué formas. Sin besos, sin abrazos y en definitiva sin contacto físico directo, ni siquiera sin contacto verbal cara a cara, la pandemia ha disparado la dependencia del teléfono móvil o el ordenador ya no solo por ocio o trabajo, sino también por la necesidad de ese instinto del contacto humano.

Sumidos aún en el peligro de contagio, existen en la actualidad muchas variables (ambientales, culturales o personales) que impiden agradecer en persona. De hecho, existen muchas más fuera del contexto social del presente, porque puede que simplemente siempre te haya producido vergüenza hacerlo, y no pasa nada. Esto es precisamente lo que ha recogido un estudio reciente de Sheldon y Yu publicado en ‘The Journal of Positive Psychology’, que, para tu tranquilidad, sugiere que expresar gratitud a través de un mensaje de texto puede ser tan beneficioso como mostrar este sentimiento cara a cara.

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Lo cierto es que todas las vías que no implican un contacto directo entre personas para su comunicación se han vuelto también un bálsamo para la salud mental, que ya bastante tiene con lo demás. Y, en concreto, el móvil y el ordenador hacen ahora de colchón para unos cerebros que a menudo solo quieren dar las gracias. Como muestran hallazgos anteriores, según recoge el portal de noticial Psychology Today, hacerlo tiene un efecto positivo significativo tanto en quien las transmite como en quien las recibe, “lo que importa es el esfuerzo para expresar más gratitud en la vida, no la manera en que uno lo expresa”, señalan los investigadores.

Decir "gracias" es saludable

El reciente estudio ha podido demostrar que expresar gratitud nos hace sentir bien, mejora el bienestar y fortalece las relaciones. La gratitud se asocia desde con un mejor estado de ánimo hasta con una alimentación más saludable, porque en realidad todo se retroalimenta en el organismo. Asimismo, los expertos aseguran que dar las gracias interviene en relaciones sociales más fuertes, especialmente cuando la gratitud se expresa de la manera correcta y enfatiza la capacidad de respuesta. Así que, hazlo como puedas, y como quieras, pero hazlo, dí: Gracias.

Para la investigación, el equipo trabajó con grupos de hasta 363 participantes, quienes tuvieron que completar una encuesta en línea en la que se les pidió que indicaran cómo les hacía sentir una emoción concreta (felicidad, estar en deuda, torpeza, vergüenza…) en un contexto de gratitud, según el mismo (es decir, cara a cara, llamada telefónica, mensaje de texto). Los resultados mostraron que las personas esperan mayor significado y felicidad al hacerlo cara a cara.

En ese sentido, la encuesta también pedía a los participantes que recordaran un momento en el que habían dado las gracias a alguien cara a cara o por mensaje de texto y preguntaba cómo se sintieron en ese momento. De la misma forma, se les pidió que adivinaran cómo se habría sentido la otra persona. Al comprobar los datos, los investigadores encontraron que las expresiones de gratitud cara a cara no estaban vinculadas, según los participantes, con una mayor felicidad o mayor significado que agradacer a través de un mensaje de texto. Sin embargo, sí habían asociado la primera con un mayor sentimiento de vergüenza.

Como quieras, pero agradece

La tercera línea midió el bienestar general (no las reacciones emocionales inmediatas) de las personas al dar y recibir gratitud. Esta encuesta mostró que expresar gratitud mejora el bienestar casi independientemente del método que se emplea para hacerlo. Como explican los autores del estudio, si bien el método de mensajes de texto tuvo "efectos ligeramente más débiles en algunos de los resultados", estas pequeñas diferencias están lejos de lo que muchos esperan: que solo la expresión de agradecimiento cara a cara es gratificante.

En definitiva, tras 15 pruebas como estas, los resultados mostraron que los métodos de expresión de gratitud "no difieren entre sí en la producción de un cambio positivo, según muestran 13 de 15 las pruebas”. Eso sí, parece que donde se ponga una videollamada que se quiten los mensajes. En realidad, existen múltiples posibilidades para ser agradecidos, las muestras físicas de afecto, cuando vuelvan a ser posibles, solo serán otra opción más.

¿Recuerdas la última vez que expresaste gratitud a alguien? Durante el confinamiento, salir a la calle a hacer la compra solo reiteraba la sensación de extrañeza y angustia, pero en mitad de ciudades y pueblos vacíos encontrar el dibujo de algún niño o alguna niña en una ventana hacía que, por un momento, resurgiera la tranquilidad mental de quien lo veía. En muchos podía leerse “gracias”, junto a un arcoiris. Eran los días, las semanas, de aplausos colectivos a trabajadoras y trabajadores esenciales, de escuchar y leer la expresión una y otra vez, de sentirla, entre la incertidumbre y la tristeza, ahí estaba: el agradecimiento. Desde entonces, la situación nos ha hecho recordar más que nunca la importancia de agradecer, pero también nos ha hecho sentir impotencia al no poder hacerlo en según qué formas. Sin besos, sin abrazos y en definitiva sin contacto físico directo, ni siquiera sin contacto verbal cara a cara, la pandemia ha disparado la dependencia del teléfono móvil o el ordenador ya no solo por ocio o trabajo, sino también por la necesidad de ese instinto del contacto humano.

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