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La fruta prohibida, a debate: ¿podría haber sido un limón?
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La fruta prohibida, a debate: ¿podría haber sido un limón?

'La adoración del cordero místico' guarda un secreto. Van Eyck estaba obsesionado con el lenguaje espiritual de las flores, por lo que la elección del fruto prohibido tiene un sentido

Foto: Parte de 'La adoración del cordero místico' de van Eyck, donde se ve a Eva con un limón en la mano.
Parte de 'La adoración del cordero místico' de van Eyck, donde se ve a Eva con un limón en la mano.

Dios previno a Adán y Eva que no tomasen del 'fruto prohibido' del Huerto (o Jardín) del Edén, según el Génesis. Sin embargo, la serpiente era astuta, más que el resto de animales del campo, y les dijo que debían comer de aquel fruto, pues así abrirían sus ojos y podrían ver "como dioses". Así que Eva comió, y luego lo compartió con Adán, lo que conllevó a su expulsión del Paraíso.

Aunque en la Biblia realmente no se dice en ningún momento qué fruto era, en Occidente solemos pensar que se trata de una manzana. Esto se debe probablemente a que hacia el año 382 d.C el Papa Dámaso I le pidió a un erudito llamado Jerónimo que tradujera la Biblia al latín, según la Enciclopedia Británica. Al parecer, Jerónimo habría traducido 'peri' en hebreo al latín 'malum', que se traduciría a su vez a cualquier fruta con semillas dentro... como una manzana. Las pinturas y recreaciones de los artistas como Durero, a lo largo del tiempo, han ayudado a hacer popular la leyenda.

Al traducir la Biblia al latín, Jerónimo pensó que 'una fruta con semillas dentro' tenía que ser una manzana

Por su parte, los rabinos estudiosos del Talmud han anotado históricamente varias ideas sobre la posible identidad de la fruta más misteriosa del mundo y han hablado de uvas, higos o incluso trigo, pero ni rastro de manzana, que ni siquiera es una fruta de Oriente Medio. Pero, ¿nadie habla de limones? Una pintura de más de 600 años podría aportar un nuevo simbolismo.

Se trata de 'La adoración del cordero místico', un retablo diseñado por el artista flamenco Hubert van Eyck y pintado por su hermano Jan para la capilla de la catedral de San Bavón en Gante. La pintura, que fue restaurada hace pocos años, es una obra maestra codiciada que ha sufrido varios robos. Fue un encargo de Joos Vijd y su esposa Elisabeth Borluut y su realización duró seis años: en total se compone de 20 tablas entre las que se puede apreciar al matrimonio que lo encargó, así como una representación de Adán y Eva.

'La adoración del cordero místico' se compone de 20 retablos, es sorprendente ver a Eva con un limón en las manos

El retablo celebra en realidad varios milagros, desde la concepción de Cristo hasta su posterior nacimiento, sacrificio o resurrección, todo ello ramificaciones que se relacionan irremediablemente con ese pecado original cometido por Adán y Eva en el Jardín del Edén, tratando de subsanar el error. La pincelada de Van Eyck consigue aportar un realismo impresionante en las túnicas o el destello de las piedras preciosas. En cuanto a Eva, con el vientre ligeramente hinchado, está claro que aún no ha cometido el pecado, aunque le queda muy poco para hacerlo, pero lo verdaderamente sorprendente es el fruto que porta en sus manos: un limón.

Ya hemos mencionado que algunos artistas como el poeta John Milton ayudaron a hacer famosa a la manzana, de hecho él la menciona en su poema 'El paraíso perdido' de 1667, lo que contribuyó a que en el imaginario popular muchos pensemos en el ambiguo fruto de esta manera. Sin embargo, van Eyck colocó deliberadamente otro tipo de fruta entre los dedos de Eva que, claramente, aún no ha sido mordida. Es demasiado pequeña para ser una manzana, pero tampoco parece una de las principales sospechosas: no es una granada, ni un higo ni una pera. Es un fruto cítrico, y es poco probable que van Eyck la eligiese al azar, sin pensar en su significado.

Cuando se come el limón, que representa el sol, la luz se apaga, y es cuando se ciernen las tinieblas sobre el ser humano

Van Eyck estaba obsesionado con el lenguaje espiritual de las plantas y las flores, y en el retablo puede observarse esa obsesión, desde el limón hasta la pureza de los pétalos en la corona de María. La teoría que cobra más fuerza es que pensó de manera simbólica en aquella fruta que más podía parecerse al sol. Por ello mismo no está partida, y Eva aún no la ha comido, sino que se mantiene eternamente intacta en las manos de la mujer encargada de perpetrar el pecado original.

Como indica Kelly Graver en 'BBC': "Al dejar intacto ese extraño sol cítrico, el artista se asegura de que participemos de la transgresión que desencadena la caída del ser humano, y así funciona la narrativa de la obra, con la llegada del Salvador. Si quitas el limón de la obra y toda la lógica del retablo se derrumba". Cuando se come el limón, ese sol, la luz se apaga, y es cuando se ciernen las tinieblas sobre el ser humano. Nosotros asistimos, para siempre, al momento antes de que eso suceda de la mano de van Eyck. La oscuridad se cernirá sobre nosotros de un momento a otro, pero por suerte, si observamos la fruta intacta todavía podemos pensar que nos encontramos a salvo.

Dios previno a Adán y Eva que no tomasen del 'fruto prohibido' del Huerto (o Jardín) del Edén, según el Génesis. Sin embargo, la serpiente era astuta, más que el resto de animales del campo, y les dijo que debían comer de aquel fruto, pues así abrirían sus ojos y podrían ver "como dioses". Así que Eva comió, y luego lo compartió con Adán, lo que conllevó a su expulsión del Paraíso.

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