Un policía adopta a una niña que rescató por malos tratos
Un sargento de Arizona, en Estados Unidos, decide adoptar a una pequeña que había salvado por abusos
Brian Zach era sargento de Policía de Kingman, en el estado norteamericano de Arizona (ahora es teniente), cuando recibió una llamada de emergencia. Acudió a casa de Kaila, una pequeña de cuatro años, que había sufrido abusos y múltiples lesiones a manos de sus cuidadores.
Hasta que llegaron los detectives, Zach consoló y cuidó de la pequeña durante cinco horas. "Coloreamos, comimos bocadillos... me cogió de la mano y era una cosita preciosa", ha asegurado a Good Morning America. El vínculo entre los dos fue tal, que cuando el policía terminó su jornada y llegó a su casa le planteó a su mujer la adopción. La pareja ya tenía dos hijos propios.
Kaila fue al hospital para que le trataran las lesiones y se presentaron cargos contra sus padres. El servicio de protección infantil intentó encontrarle una nueva residencia, pero Zach y su mujer se ofrecieron a adoptarla.
Sin saber si la podrían perder
La niña llegó a su nuevo hogar tan solo "con una taza y una bolsa de ropa que no le quedaba bien", ha explicado el policía. Era muy tímida, pero al segundo día ya llamaba a su mujer "mamá". A él, no: "Yo era 'chico' durante una o dos semanas y luego cuando empezó a preescolar se enteró de quién era papá", ha asegurado.
"No hay que temer a la adopción. Vale la pena", ha asegurado el policía
"Vivíamos cada semana sin saber si iba a volver con sus padres biológicos, o cuánto tiempo íbamos a mantenerla", ha explicado Zach. "Nuestro objetivo era amar y cuidar a esta niña mientras eso sucediera".
El 18 de agosto, 30 meses después de que ella entrara en su vida, los Zach adoptaron oficialmente a Kaila en el Tribunal Superior del Condado de Mohave. El policía quiso animar a las familias que están considerando la adopción: "No hay que tener miedo del proceso porque vale la pena".
Brian Zach era sargento de Policía de Kingman, en el estado norteamericano de Arizona (ahora es teniente), cuando recibió una llamada de emergencia. Acudió a casa de Kaila, una pequeña de cuatro años, que había sufrido abusos y múltiples lesiones a manos de sus cuidadores.