Es noticia
El invento de hace 2.000 años que ha sido fundamental en la pandemia
  1. Alma, Corazón, Vida
su historia

El invento de hace 2.000 años que ha sido fundamental en la pandemia

Ha sido protagonista indiscutible de la crisis del coronavirus, y aunque lo consideramos un objeto de primera necesidad, en realidad no lleva tanto tiempo con nosotros

Foto: Patente del papel higiénico en 1891
Patente del papel higiénico en 1891

La histeria generalizada que supuso en el mes de marzo que miles de personas decidieran terminar con las reservas mundiales de papel higiénico será estudiada en el futuro. Era curioso que, en diferentes países del globo, la gente actuara de la misma manera llevada por el pánico (tengamos en cuenta que por entonces, además, los síntomas del coronavirus no incluían todavía nada relacionado con tener que ir al baño frecuentemente). Algunos psicólogos apuntaron al comportamiento gregario, en el que los medios de comunicación jugaron un papel fundamental: el efecto contagio tuvo buena parte de la culpa, una vez que la gente se hizo a la idea de que la próxima vez que necesitaran ya no lo tendrían, todo el mundo corrió a los supermercados a comprar.

Pero el papel higiénico no siempre estuvo ahí para nosotros. Es cierto que hay constancia de que en China se usaba hacia el siglo II d.C (aunque puede que existiese antes), inventado probablemente por el consejero imperial Cai Lun, pues durante su administración se perfeccionó su fabricación, pero a Europa llegó un poco más tarde. Históricamente, con el fin de asearse, se han usado muchos y diferentes materiales: paños de lana, lino, cáñamo, hojas, piedras, arena, nieve, pieles de frutas, musgo... teniendo en cuenta el país en cuestión así como sus condiciones climáticas. En Hawái se utilizaban cortezas de coco. En la antigua Roma se usaba una esponja atada a un palo que previamente se había sumergido en un balde de agua salada. En el siglo IX era habitual usar hojas de lechuga y agua y los judíos usaban piedras, según algunas fuentes del Talmud.

Históricamente, con el fin de asearse se han usado muchos materiales: paños de lana, lino, cáñamo, hojas, piedras, arena, nieve, pieles de frutas...

Por suerte, el siglo XIX fue decisivo. Se cree que el estadounidense Joseph Gayetty fue quien introdujo al mercado mundial la versión comercial del producto, hacia 1857 (en un principio estaba destinado a ser utilizado como accesorio médico y contenía hojas sueltas de papel de manila humedecidas con aloe). Casi toda la producción se enviaba a Inglaterra o se quedaba en Estados Unidos.

Sin embargo, ni él primero ni después el inglés Walter Alcock conseguirían que el invento 'cuajase'. En el caso de Alcock, que patentó aquello de que fuera un rollo de hojas que se pudieran arrancar, fue probablemente porque la puritana moral victoriana no permitía hablar de determinados asuntos. En 1879, los hermanos Scott, de Filadelfia, le darían una vuelta al producto y lograrían triunfar gracias a su idea: por primera vez comenzó a comercializarse el papel en forma de rollo, tal y como nosotros lo conocemos.

Los hermanos Scott comercializaron por primera vez el papel en forma de rollo, tal y como nosotros lo conocemos

Desde entonces no ha hecho más que crecer y mejorar en función de la época y la necesidad. Por ejemplo, la Gran Depresión llevó a la marca Charmin a ser más económica y comenzar a comercializar el papel en rollos de cuatro. Charmin, que antes se llamaba Hoberg Paper Company y era de Wisconsin, ya había lanzado en 1928 un agregado más suave al papel. En los 50, para fomentar esta imagen de suavidad, cambió a la mujer que protagonizaba la imagen publicitaria del producto (encantadora, de ahí lo de charmin) por un bebé.

No obstante, hay que tener en cuenta que el papel higiénico, aunque nos parezca de primera necesidad, no se utiliza en todos los países del mundo. "Como árabes tenemos que asegurarnos de tener tres cosas cuando hacemos la maleta: nuestros pasaportes, un montón de dinero en efectivo y un bidé portátil de mano", bromeó en un show el comediante egipcio Bassem Youssef. Todos estamos de acuerdo en que el agua es menos abrasiva que el papel higiénico, incluso el más suave. Y no hay que olvidar los increíbles retretes japoneses, en los que puedes regular intensidad y temperatura del agua. Además, se estima que dos tercios del mundo se ponen de cuclillas a la hora de ir al baño, pues anatómicamente, esta posición es mejor ya que el ángulo permite un tránsito más suave, los movimientos intestinales son más rápidos y se hace menos esfuerzo. Pero esa es ya otra cuestión.

La histeria generalizada que supuso en el mes de marzo que miles de personas decidieran terminar con las reservas mundiales de papel higiénico será estudiada en el futuro. Era curioso que, en diferentes países del globo, la gente actuara de la misma manera llevada por el pánico (tengamos en cuenta que por entonces, además, los síntomas del coronavirus no incluían todavía nada relacionado con tener que ir al baño frecuentemente). Algunos psicólogos apuntaron al comportamiento gregario, en el que los medios de comunicación jugaron un papel fundamental: el efecto contagio tuvo buena parte de la culpa, una vez que la gente se hizo a la idea de que la próxima vez que necesitaran ya no lo tendrían, todo el mundo corrió a los supermercados a comprar.

El redactor recomienda