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Superar el coronavirus: ¿cómo encarar las secuelas psicológicas?
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diversos déficits cognitivos

Superar el coronavirus: ¿cómo encarar las secuelas psicológicas?

Ya no se considera sólo un virus que provoca una enfermedad respiratoria sino algo más complejo y peligroso que causa estragos a largo plazo

Foto: Fuente: iStock.
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“…Después de la enfermedad me hallaba inquieta y quería saber si la asombrosa facilidad con la que últimamente se me olvidan las cosas era una de las secuelas del COVID19. Sentía mucha preocupación y temor porque me encontraba aún muy fatigada y veía restada mi memoria y mi agilidad mental imprescindibles ambas en el desempeño de mis actividades. Mi ansiedad aumentó exponencialmente al aproximarse la fecha de reincorporarme al trabajo después del Erte al que me había sometido en mi empresa. “Tenía que estar en forma”, me decía reprochándome mi fragilidad. Y, esta secuela me hacía sentir insegura sobre si podría responder de forma competente en un entorno laboral exigente, duro y competitivo. “

Los Psicólogos comenzamos a recibir en nuestras consultas a personas que han pasado por la enfermedad con una afectación desigual y nos cuentan que sufren dificultades específicas bien neurológicas como diversos déficits cognitivos, bien psicológicos como ansiedad, depresión o secuelas diversas de un trastorno por estrés postraumático que persisten más allá de la fase aguda de la enfermedad.

Empezamos ya a disponer de datos sobre cuáles serían las alteraciones psicológicas generales en personas que han estado graves

Sabemos que la realidad a la que nos enfrentamos es que el COVID es una enfermedad novedosa y en muchos aspectos aún desconocida. Muchas de las personas que contraen el virus sólo tienen síntomas leves, o incluso permanecen asintomáticas, pero una proporción importante sufre consecuencias mucho más graves que requieren hospitalización, fundamentalmente por problemas respiratorios. Pero el Covid19 ya no se considera sólo un virus que provoca una enfermedad respiratoria sino algo más complejo y peligroso que causa estragos en muchos órganos del cuerpo y cuyos efectos se prolongan en el tiempo.

Empezamos ya a disponer de datos sobre cuáles serían las alteraciones psicológicas generales en personas que han estado graves y otras más específicas durante la fase aguda de la enfermedad en personas hospitalizadas. A la hora de valorar estos alcances, es muy importante tener en cuenta los últimos descubrimientos que nos revelan que el Covid19 puede dañar el cerebro según un estudio publicado por la Dra. Julie Helms en The New England Journal of Medicine y donde documenta la aparición de un amplio rango de síntomas neurológicos que van desde dificultades cognitivas a confusión.

El coronavirus puede atravesar la barrera hematoencefálica, la responsable de proteger el sistema nervioso y el cerebro de infecciones

Los resultados de las últimas investigaciones rompen con ideas preconcebidas sobre el alcance del Covid19 y demuestran contra todo pronóstico que es capaz de atravesar la barrera hematoencefálica, la responsable de proteger el sistema nervioso y el cerebro de infecciones y bacterias. Esto tiene consecuencias muy lesivas. Así, por ejemplo, conocemos otros virus con ese potencial como el de la gripe responsable de la pandemia de 1917, que causó daños profundos y permanentes en los receptores dopaminérgicos de las neuronas cerebrales y el Sistema nervioso central. Millones de personas se vieron afectadas por un cansancio extremo que se denominó “sleepy sickness”, traducido como enfermedad del sueño o “encefalitis letárgica”. Otros, como la epidemia de gripe de 1957 en el Reino Unido, parece ser que dañó los circuitos emocionales del sistema nervioso generando depresiones severas y duraderas tal y como nos describe David Nutt, profesor de neuropsicofarmacología del Imperial College de Londres que trató a estas personas durante las décadas de los 70 y de los 80.

Es muy importante tener todo esto en cuenta para valorar las consecuencias neurológicas del COVID y su impacto en la salud mental de las personas que se sospecha puede ser amplio y persistente a lo largo del tiempo. Los Psicólogos sabemos que cuando una persona se enfrenta a una experiencia que ha resultado traumática, el impacto negativo de la misma queda muy atenuado por el apoyo que la persona obtiene durante el proceso de recuperación. Por eso debemos seguir las recomendaciones de la OMS e intervenir de forma temprana y global para atenuar y reducir en gran medida el impacto posterior de la enfermedad y las secuelas post- Covid. Éstas engloban aspectos físicos, psicológicos y funcionales y deben ser valoradas por diversos especialistas integrados dentro de equipos multidisciplinares con médicos, psicólogos, fisioterapeutas, nutricionistas y terapeutas ocupacionales.

¿Cuáles son las secuelas psicológicas del Covid19?

La Sociedad Psicológica Británica ha publicado recientemente una completa “Guía sobre la Satisfacción de las necesidades psicológicas de las personas en proceso de recuperación de una enfermedad grave por coronavirus Covid-19”, en la que detalla conocimientos clínicos pioneros extraídos de la experiencia adquirida durante la actual pandemia, así como del estudio de los aspectos psicológicos de enfermedades relacionadas, cardiacas y respiratorias.

Todos los que han pasado el COVID pueden experimentar dificultades psicológicas, pero esto es mayor si ha habido hospitalización

Es sencillo imaginar que no será para nada la misma experiencia si una persona ha tenido síntomas leves y permanecido aislada en su domicilio a otra asintomática y sin conciencia de enfermedad, o en alguien que haya requerido una hospitalización, pasado por momentos críticos o con riesgo vital y que además se hayan empleado de técnicas invasivas de por sí muy agresivas como una respiración con ventilación mecánica.

Si bien todas las personas que han pasado el COVID pueden experimentar dificultades psicológicas, la desestabilización emocional es mayor cuando se haya requerido hospitalización porque a la experiencia de la enfermedad se suman estresores intrahospitalarios, además de otros ambientales que agravan el impacto emocional de la situación. Imaginen estar muy enfermo y encontrarse aislado sin la compañía amorosa y tranquilizadora de sus seres queridos o ser testigos en primera línea de otras muertes o mismamente sufrir la honda impresión de contemplar a otras personas inmóviles, cual fardos inertes, enchufados a respiradores.

También hay que considerar aspectos de la propia personalidad y de nuestra forma de ser. Ejemplo de ello sería el haber padecido de ansiedad previamente o bien haber sufrido alguna otra enfermedad grave que despierte en nosotros recuerdos dolorosos o el pánico a la muerte o bien padecer de demencia o cualquier otro tipo de deterioro cognitivo que entorpezca la comprensión de lo sucedido, etc.

los aspectos psicológicos descritos como más habituales son la ansiedad, el estado de ánimo bajo, las pesadillas, las alteraciones de la memoria...

Así Goyo de 55 años, nos explicaba emocionado el shock que supuso para él padecer una enfermedad novedosa y potencialmente mortal: "Me daba perfecta cuenta de que mis médicos estaban perdidos y experimentaban conmigo cócteles de medicamentos sin mucha seguridad sobre los efectos de los mismos. Sabía que ante un empeoramiento brusco de la enfermedad podrían no contar con los medios necesarios para salvarme. Sentí angustia y preocupación real por mi vida, abocado como estaba a enfrentar la posibilidad de morir solo en el silencio lento y espeso de las largas horas de hospital mientras luchaba por mantener la esperanza temblorosa e incierta de salir de este escarpado trance con vida".

Deben saber que los aspectos psicológicos descritos como más habituales en el proceso de recuperación del Covid después de un episodio grave son los siguientes:

  • Ansiedad.
  • Estado de ánimo bajo.
  • Miedo a padecer una enfermedad grave o caer en conductas de hipervigilancia respecto a la aparición de síntomas corporales.
  • Pesadillas.
  • Alteraciones del funcionamiento de la memoria.
  • Efectos sobre la atención, velocidad del procesamiento mental y la función ejecutiva.
  • Miedo al estigma o a contaminar a los demás.

Si ha habido hospitalización se añaden además otros factores de riesgo asociados a la misma como, por ejemplo:

  • La confusión o el delirio (27,9%), según la prestigiosa revista científica 'The Lancet Psyquiatry', es uno de los síntomas más comunes, así como los estados alterados de conciencia (20,7%). Esto se explica en parte por causas orgánicas bien por un déficit en la cantidad de oxígeno que llega al cerebro, bien por la fiebre o por encefalitis que causa en el 40% de los casos alucinaciones. La condición física de la persona interacciona a su vez con otros elementos que exacerban esta sintomalogía como pitidos de máquinas, el feroz aislamiento a los que se añaden el efecto sedante y la sensación de aturdimiento que producen ciertos medicamentos.
  • Estrés, miedo y estado de ánimo bajo.
  • Pérdida de memoria y recuerdos invasivos durante la estancia hospitalaria, etc.

Si además la persona ha pasado por una estancia en la UCI cabe la posibilidad de desarrollar graves cicatrices físicas y emocionales. Ya en el año 2012 se reconoció el “Síndrome post-UCI” que afecta a entre el 30% y el 50% de los supervivientes. Es verdad, que se lucha porque las secuelas sean las mínimas posibles, pero después del “destete” de los respiradores pueden aparecer un elenco de dolencias que engloban: ansiedad, depresión, alucinaciones, terrores nocturnos, inmovilidad, pérdida de masa muscular y de fuerza, etc. También debemos tener muy presentes la huella de los estresores contextuales, mencionados más arriba y que añaden sufrimiento a la experiencia.

Ya en el año 2012 se reconoció el “Síndrome post-UCI” que afecta a entre el 30% y el 50% de los supervivientes

“Para mí", nos contaba Ana de 64 años," no tener a mis hijos cerca, sin poder cogerles la mano, allá sola... Me sentía muy asustada y los enfermeros sólo entraban cuando me tenían que hacer alguna cosa enfundados en esos “trajes de astronauta”, que parecía a como si estuviera en la luna”. Esta mayor distancia emocional agudizó en las personas los sentimientos de soledad, de ausencia de control y de vulnerabilidad, es decir, hicieron más traumática la experiencia. El personal sanitario, consciente de la confluencia de tantas circunstancias adversas que erosionaban el estado psíquico, buscaron soluciones ingeniosas que aminoraran la confusión, el miedo y la desorientación como escribir sus nombres con letras grandes y visibles sobre cintas de esparadrapo pegados en sus buzos de astronauta.

La tecnología fue un gran aliado en tan dramáticos momentos. Porque ayudó en muchos casos cuando era posible a contactar por videollamadas con amigos y familiares, a distraerse y a paliar su sensación de desamparo. Incluso a tener disponible a su Psicóloga online. Mantengo aún fresco el recuerdo de intervenciones online donde bendije la existencia de la tecnología que me ayudó a confortar emocionalmente a pacientes ingresados en el hospital y angustiados por su situación y ofrecerles una orientación terapéutica.

¿Cómo facilita la Psicología la recuperación?

Antes de darle el alta hospitalaria el equipo sanitario realizará con todos los pacientes una evaluación minuciosa de sus necesidades para a posteriori, en los primeros dos meses, hacer un seguimiento al tiempo y diseñar un programa de rehabilitación específico junto con otros especialistas.

Para mitigar el miedo y la angustia resultará vital hablar con la persona y ayudarla a comprender los síntomas tanto físicos como psicológicos, por ejemplo, si ha sufrido inquietantes alucinaciones, perturbadores delirios, dificultades de memoria, etc. Hay que ofrecer una explicación clara sobre la causa de los mismos, qué se recomienda para paliarlos o manejarlos mejor y también conocer qué tipo de síntomas pueden aparecer más adelante o qué diferentes escenarios podrían ocurrir y cómo actuar. Se hablará del tratamiento y de aquellas pautas de rehabilitación que deberá seguir la persona para mejorar su condición física y mental.

Foto: Sanitarios en el hospital de IFEMA en Madrid. REUTERS Sergio Perez

La Psicóloga explorará los síntomas que aparezcan y formulará preguntas del tipo: ¿Qué te preocupa acerca de lo que te puede estar causando de ese dolor en el pecho?, ¿qué haces o dejas de hacer cuando sientes fatiga?, ¿cómo te sientes cuando te vienen a la cabeza imágenes de la UCI?. Ofrecerá información precisa y útil al tiempo que ayudará a desarrollar recursos psíquicos sobre cómo interpretar lo que sucede y qué hacer con ello. La intervención psicológica es importante porque evita cronificar miedos, ayuda a superar los traumas y a retomar gradualmente la vida y la actividad soslayando los ciclos de hiperactividad/hipoactividad.

Después de una experiencia como la del Covid muchas familias pueden experimentar dificultades psicológicas y es importante detectar su angustia

Resulta crucial darse el tiempo necesario para la recuperación. Y, debemos tener en cuenta que contribuye mucho a ella contar con el apoyo de las familias, cónyuges y allegados así como con los valiosos amigos. Todos ellos deben de tener un lugar. Después de una experiencia como la del Covid muchas familias pueden experimentar dificultades psicológicas y es importante detectar su angustia y ayudarles con ella. En ocasiones, mantienen ideas preconcebidas sobre cómo se dará el proceso de recuperación de su familiar o manejan expectativas inadecuadas sobre la enfermedad. Por eso, deben contar con espacios de comunicación para abordar estos aspectos, hablar de sus dudas e inquietudes, de lo que no comprenden o les preocupa, manejar los tiempos adecuados porque ellos son un pilar fundamental en el esperanzado proceso de la recuperación, una base sólida y fuerte sobre la que podrán ofrecer a su ser querido el sostén, la comprensión amorosa y la ayuda adecuada que tanto necesita.

Raquel Tomé López

Psicóloga General Sanitaria y Psicoterapeuta

“…Después de la enfermedad me hallaba inquieta y quería saber si la asombrosa facilidad con la que últimamente se me olvidan las cosas era una de las secuelas del COVID19. Sentía mucha preocupación y temor porque me encontraba aún muy fatigada y veía restada mi memoria y mi agilidad mental imprescindibles ambas en el desempeño de mis actividades. Mi ansiedad aumentó exponencialmente al aproximarse la fecha de reincorporarme al trabajo después del Erte al que me había sometido en mi empresa. “Tenía que estar en forma”, me decía reprochándome mi fragilidad. Y, esta secuela me hacía sentir insegura sobre si podría responder de forma competente en un entorno laboral exigente, duro y competitivo. “

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