Por qué desaparecen tantas personas en los entornos salvajes de Estados Unidos
Cada año, más de 600.000 personas quedan en paradero desconocido en todo el país. El Instituto Nacional de Justicia califica estos casos como "desastres silenciosos masivos"
Los datos son de lo más preocupantes: cada año en Estados Unidos desaparecen más de 600.000 personas. En concreto, la última cifra que ofrece el Centro Nacional de Información Criminal (NCIC por sus siglas en inglés) fue la de 2018, año en el que hubo un total de 612.846 personas que quedaron en paradero desconocido. De media, entre el 89 y el 92% de ellas vuelven a aparecer, ya sea con o sin vida. Pero lo que más misterioso resulta es que una buena parte de ellas acaban perdiéndose en los entornos naturales salvajes.
¿A qué se debe este afán de exploración por parte de tantos habitantes estadounidenses, el cual en algunos casos acaba costándoles la vida? Una de las fuentes de información que recoge todos los datos para saber sobre este fenómeno es una organización dedicada a la búsqueda del ser mitológico del Bigfoot. Aunque parezca mentira, en 2011, David Paulides, fundador de North America Bigfoot Research, publicó una base de datos sobre desapariciones forestales ocurridas en "extrañas circunstancias", arrojando la escalofriante cifra de que más de 1.600 personas se encuentran en estos momentos desaparecidas por los entornos naturales de Estados Unidos.
Un niño de tres años de Carolina del Norte que desapareció en pleno invierno apareció a los tres días enredado en unas zarzas
Según este informe, la mayoría de ellas suelen desaparecer al final de la tarde o justo antes de una tormenta. De ahí que los cuerpos se encuentren a menudo sin ropa ni calzado y en zonas inexpugnables. Una de las hipótesis cuando se dan estos casos es que pudieran haber fallecido de hipotermia, ya que en su fase terminal las personas tienden a sentir un calor enfermizo que les hace desnudarse, apunta 'The New York Post' en un artículo sobre el tema. Lo más intrigante es que en el caso de los niños muchos de ellos acaban apareciendo a kilómetros de distancia de donde se les perdió el rastro.
Paulides observa que el mayor obstáculo para tratar de obtener información sobre los casos de desaparecidos es la burocracia que presenta el Servicio de Parques Nacionales, de ahí que le lleve a pensar que existe una ocultación premeditada de los datos reales sobre cómo y dónde desaparecieron estas personas y cuántos de ellos se han localizado, ya que "impactaría tanto al público que el número de visitantes a estas zonas caería muchísimo", según opina. "No creo que haya una conspiración, pero el Servicio de Parques Nacionales no llega a informar del todo de que hay docenas de turistas desaparecidos a día de hoy en el Gran Cañón o Yosemite".
Todas esta casuística de la desaparición atrajo la atención del periodista Jon Billman, quien se ha pasado investigando este tipo de casos desde la década de los 90 y ahora publica un libro titulado 'The Cold Vanish: Seeking the Missing in North America's Wildlands'. En él, detalla que la mayoría de los fallecidos es a causa de la hipotermia, de caídas de acantilados o avalanchas... pero al final admite estar fascinado por aquellos casos "que desafían a la lógica, en los que ha pasado algo que casi nadie puede imaginar", asegura al diario norteamericano.
A veces, aunque se pongan a disposición todos los medios posibles para la búsqueda, los esfuerzos de los servicios de rescate resultan en vano. En 2017, una mujer de mediana edad llamada Kara Moore desapareció en el Pictured Rocks National Lakeshore, un parque natural al norte de Michigan. De inmediato, se la buscó con la colaboración de perros y no encontraron nada. Al cabo de una semana, Moore regresó a casa por su propio pie. Esto hizo pensar a las autoridades que era como si se hubiera realmente desvanecido. Otro joven de 19 años, llamado Joe Keller, salió a correr por las montañas de San Juan en el suroeste de Colorado en 2015 para nunca volver. Después de 13 días de búsqueda intensiva, las autoridades no dieron con su paradero. Aun sigue desaparecido.
También hay un grupo de casos que bien podrían calificarse de milagros. En enero de 2019, un niño de tan solo tres años llamado Casey Hathaway se esfumó de la casa que tenía su bisabuela en una zona rural de Carolina del Norte. Las temperaturas se desplomaron por debajo de los cero grados y estuvo lloviendo toda la noche. Tres días después de haber desaparecido, el niño apareció vivo y en perfecto estado de salud, enredado en unas zarzas a menos de un kilómetro de la zona de la desaparición.
La pérdida de un miembro familiar es uno de los peores traumas psicológicos a los que una persona se puede enfrentar. De eso no cabe duda. Pauline Boss, una terapeuta especializada en estos casos, acuñó el término de "pena congelada" para este tipo de angustia emocional. El Instituto Nacional de Justicia califica los casos de desaparecidos como "desastres silenciosos masivos de la nación". La legislación de la mayoría de los estados no llega a declarar por muerta a una persona desaparecida hasta siete años después de su pérdida. En ese momento, son declarados como fallecidos a menos que haya alguna prueba de lo contrario.
Los datos son de lo más preocupantes: cada año en Estados Unidos desaparecen más de 600.000 personas. En concreto, la última cifra que ofrece el Centro Nacional de Información Criminal (NCIC por sus siglas en inglés) fue la de 2018, año en el que hubo un total de 612.846 personas que quedaron en paradero desconocido. De media, entre el 89 y el 92% de ellas vuelven a aparecer, ya sea con o sin vida. Pero lo que más misterioso resulta es que una buena parte de ellas acaban perdiéndose en los entornos naturales salvajes.