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La verdadera razón por la que pensamos que los gatos son hostiles
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La verdadera razón por la que pensamos que los gatos son hostiles

A pesar de que llevan años siendo animales de compañía muy populares, todavía los percibimos como fríos y ariscos. ¿Se trata de una cuestión evolutiva?

Foto: Foto: iStock.
Foto: iStock.

En el imaginario popular, los perros son seres simpáticos y dóciles que siempre están ahí dispuestos a que juguemos con ellos, los acariciemos o incluso a esperarnos durante años en el lugar en el que nos vieron por última vez, aunque hayamos muerto (véase Hachiko). Los gatos, en cambio, en nuestra imaginación son animales que van a su aire y que no sabemos muy bien qué piensan cuando nos miran, si nos quieren mucho o si quieren conquistar el mundo.

Digamos que, mientras que los primeros serían unos jugadores terribles de póker, los segundos ganarían siempre la partida. Se debe a que tienen un lenguaje corporal más "sofisticado": sus estados de ánimo se muestran a través de sus colas, el pelaje, la posición de las orejas o los bigotes, y el ronroneo (generalmente) es una demostración de amabilidad o satisfacción. Pero mientras que los perros son nuestros más fieles amigos y llevan siéndolo durante siglos, los compañeros gatunos aún no tienen muy buena fama, se les considera, como decíamos, distantes y hostiles. ¿Es verdad?

Animales fríos

Una pista de esta imagen del gato independiente puede venir de cómo estos animales fueron domesticados. Fue un proceso mucho más gradual que el de los perros: los primeros comenzaron a aparecer en las aldeas neolíticas de Medio Oriente hace unos 10.000 años, según informa 'BBC'. No dependían de sus huéspedes humanos para alimentarse, sino que buscaban su comida ellos mismos, manteniendo así los cultivos y las tiendas a salvo de las ratas. Fue, por tanto y desde el principio, una relación un poco más independiente que con los perros, que nos ayudaban a cazar.

Los gatos, evolutivamente, son más independientes. El problema es de los humanos por pretender que se comporten como perros

"Los perros y los humanos son muy similares y han vivido juntos durante mucho tiempo", explica la veterinaria Karen Hiestand. "En cierto modo, han evolucionado juntos. Con los gatos, la relación es mucho más reciente y provienen de un antepasado que no era social. Pueden cuidarse solos, y eso es justo lo que les ha convertido en un animal de compañía muy popular, el problema es esperar que sean como nosotros o como los perros. Su sociabilidad con los humanos es un poco complicada, porque tiene mucho que ver con sus primeras semanas de vida (de seis a ocho). Si tienen experiencias positivas en la primera parte de su existencia, es probable que disfruten estando con nosotros", indica.

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Otra causa que podría explicar por qué nos parecen más fríos es el hecho de que nos es más complicado leer su lenguaje corporal. Una investigación de la Universidad de Portsmouth descubrió que los perros, en cambio, han aprendido a imitar las expresiones de los bebés, además de que cuentan con los conocidos "ojos de cachorro", un truco evolutivo (los lobos no lo tienen) que fortalece el vínculo con las personas. La mala noticia para los gatos es que sus miradas parecen frías y hostiles. Hiestand asegura además que, al obligar a los mininos a comportarse como canes, tratamos de alejarlos de su comportamiento natural.

Foto: John y Patch se pasaron todo el día abrazados en el hospital (Foto: Facebook)

"Por ejemplo, la forma en que se frotan contra sus dueños es vital para saber si les quieren. Es una forma de cariño", explica. "Se considera una forma de marcar el territorio, pero en realidad lo que hace es transmitir su aroma a tu piel y viceversa, una forma de crear un 'aroma común' que distingue al amigo del enemigo", cuenta la veterinaria. Como si de la pirámide de Maslow se tratase, el orden de preferencia de los gatos va desde su agua, comida y bandeja de arena a ti. Si esas cosas están perfectas, entonces comenzará a establecer lazos contigo. Así que no te preocupes mucho cuando llegues a casa después de un día duro de trabajo y te observe impasible, sin reaccionar, porque aunque no lo parezca es una manera de demostrarte cariño. Como Frank Sinatra, a su manera.

En el imaginario popular, los perros son seres simpáticos y dóciles que siempre están ahí dispuestos a que juguemos con ellos, los acariciemos o incluso a esperarnos durante años en el lugar en el que nos vieron por última vez, aunque hayamos muerto (véase Hachiko). Los gatos, en cambio, en nuestra imaginación son animales que van a su aire y que no sabemos muy bien qué piensan cuando nos miran, si nos quieren mucho o si quieren conquistar el mundo.

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