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Adiestrándolos, hemos cambiado la estructura cerebral de los perros
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ESTUDIO DE LA UNIVERSIDAD DE HARVARD

Adiestrándolos, hemos cambiado la estructura cerebral de los perros

Una investigación concluye que la estructura del cerebro de los perros tiene relación con una serie de comportamientos específicos a los que los hemos sometido.

Foto: Perra de la policía, durante un desfile conmemorativo
Perra de la policía, durante un desfile conmemorativo

En todo el tiempo que llevamos compartiendo planeta con los perros los hemos adiestrado para transformarlos de lobos cazadores a mascotas que nos devuelven el palo que les tiramos. Ese adiestramiento es más profundo de lo que creíamos: hemos cambiado la estructura misma de sus cerebros.

Así lo demuestra una nueva investigación estadounidense, que concluye que la estructura del cerebro de los perros varía según la raza a la que pertenezcan y tiene relación con una serie de comportamientos específicos a los que los hemos sometido

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Según relata la revista Science, Erin Hecht, profesora asistente de la Universidad de Harvard (Estados Unidos), y un grupo de investigadores han estado analizando las imágenes de resonancias magnéticas de 62 perros de 33 razas diferentes.

33 razas analizadas

El equipo observó que existía una amplia variación en la estructura del cerebro que no estaba simplemente relacionada con el tamaño del cuerpo o la forma de la cabeza, sino que el tipo de comportamiento y la cría selectiva de los perros tenía mucho que ver.

"Nuestros cerebros han estado dando forma a los cerebros de otra especie", señala Hecht

En el transcurso del estudio, los investigadores lograron identificar seis redes cerebrales principales entre las diferentes razas y cada una de esas redes se asociaba con al menos una característica de comportamiento.

Estas eran: vinculación social con los seres humanos, respuestas conscientes a los gustos y los olores, movimiento a través del medio ambiente, implicación en la acción y la interacción, procesos afectivos relacionados con el miedo, el apareamiento y la agresión, y procesamiento de olores y estímulos visuales.

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La modelo quiere casarse con su perro de seis años, un Golden Retriever llamado Logan (Foto: Pixabay)

Así, Hecht cita el ejemplo de perros criados para ser buenos rastreando animales, como es el caso de los golden retrievers. Al comparar a estos con otras razas, las principales diferencias se mostraban en las regiones cerebrales relacionadas con la coordinación, el movimiento ocular y la navegación espacial, todo lo necesario para ser un buen explorador.

Cerebro evolucionado

A su vez, los boxers y los dobermans, usados como perros policía, ofrecen "diferencias significativas con respecto a otras razas en la red que relaciona la vista y el olfato", por ejemplo. Los perros criados para la lucha deportiva mostraron cambios en la red que representaba las respuestas de miedo, estrés y ansiedad.

Podemos usar la neurociencia para seguir refinando las tareas especializadas de los canes

En opinión de estos investigadores, una de las conclusiones del estudio es que los cerebros de los perros han evolucionado, como ha hecho el de los humanos, con el tiempo y en ese papel ha sido vital el adiestramiento que les hemos proporcionado.

Foto: La mayoría de los perros se encuentran en su propio dormitorio, aunque respetan la cama (Foto: Facebook/Chella Phillips)

Un inconveniente del estudio, señala Hecht, es que todos los perros examinados eran perros de compañía, no de trabajo. Y aun así, "es increíble que podamos ver estas diferencias en sus cerebros a pesar de que no están llevando a cabo activamente esos comportamientos".

De esta manera, se sugiere que en el futuro podamos usar la neurociencia para continuar refinando las tareas especializadas para las que criamos y entrenamos perros, como el trabajo de rescate o el trabajo de caza. "Nuestros cerebros han estado dando forma a los cerebros de otra especie", señala Hecht.

En todo el tiempo que llevamos compartiendo planeta con los perros los hemos adiestrado para transformarlos de lobos cazadores a mascotas que nos devuelven el palo que les tiramos. Ese adiestramiento es más profundo de lo que creíamos: hemos cambiado la estructura misma de sus cerebros.

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