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Un experto en la muerte desvela en qué pensamos cuando vamos a fallecer
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Un experto en la muerte desvela en qué pensamos cuando vamos a fallecer

Ya seas religioso o confíes tu inmortalidad a la ciencia, la muerte es una incógnita que nos acompaña desde tiempos inmemoriales. Un prestigioso filósofo explica su punto de vista

Foto: Foto: Web oficial de Stephen Cave.
Foto: Web oficial de Stephen Cave.

Tarde o temprano, ya sea en la precoz adolescencia o en la infancia tardía, es inevitable reparar en que estamos aquí de paso. Es un proceso doloroso, a la par que curioso, que todos estamos abocados a experimentar. La visita de la parca no se puede eludir ni posponer. Uno de nuestros poetas más ilustres, Jorge Manrique, relata en unos hermosos versos del siglo XV lo fútil que resulta la vida una vez aparece la sombra de la muerte: “Ved de cuán poco valor / son las cosas tras que andamos / y corremos / que en este mundo traidor / aun primero que muramos / las perdemos”. Y así a lo largo de los años y la historia, la hora postrera sigue siendo el momento más misterioso que nos aguarda, ya que nadie ha vuelto para contarlo.

¿Recuerdas la primera vez en la que fuiste consciente de que existía la muerte? Esta es la pregunta que formuló hace cinco años el filósofo Stephen Cave al inicio de su discurso en las prestigiosas charlas TED, disponible en YouTube. “Yo era un niño y mi abuelo acababa de morir. Recuerdo que unos días más tarde, acostado por la noche, tratando de dar sentido a lo que había sucedía, me preguntaba qué significaba estar muerto. Y en mi caso, como tenía solo cinco años, fui a preguntarle a mi madre”. Así podría decirse que arrancó la carrera del filósofo, con esta simple y terrible pregunta. Hoy en día es uno de los mayores expertos en estos temas tan fúnebres gracias a la publicación de su libro 'Inmortality: The Quest to Live Forever and How it Drives Civilisation', en el cual establece cuatro categorías sobre las respuestas que se han dado a la inmortalidad en todas las culturas y épocas del mundo.

placeholder Portada de 'Inmortality', de Stephen Cave. (Amazon)
Portada de 'Inmortality', de Stephen Cave. (Amazon)

“Elixir, resurrección, alma y legado”. Para Cave, estas son las cuatro respuestas constantes hacia las que tiende un individuo, independientemente de su tiempo histórico, para hacer frente al final. El primero, “elixir”, tiene que ver con la promesa de que exista algún tipo de medicamento milagroso que se pueda tragar o beber, una píldora mágica o piedra filosofal que nos conduzca a la vida eterna. La “resurrección” sostiene la siempre anhelada contingencia de poder renacer, ya sea en nuestros propios cuerpos (como es el caso de los avances científicos en torno a la criogenización) o en uno nuevo (la reencarnación en algunas creencias orientales).

El tercero tiene que ver con el “alma”, y habla sobre deshacerse del cuerpo y vivir como un espíritu, ya sea en la Tierra o en un reino diferente, lo que entroncaría con las promesas cristianas de Cielo e Infierno. Por último, el “legado” habla de que si bien todo está perdido y ni cuerpo ni alma se salvan, lo único que queda es aspirar a la inmortalidad a través de la fama o de un cambio en nuestra vida por el que poder ser recordados durante miles de años, un ideal que podemos intuir tanto en los artistas famosos que han pasado a la historia recientemente, así como en las propias novelas homéricas de hace miles de años.

El origen de todas las preguntas

Cave lleva muchísimos años acercándose a estas nociones que para él son universales, y por tanto, inmutables. Es director ejecutivo del Centro Leverhulme para el Futuro de la Inteligencia en la Universidad de Cambridge. “Supongo que la narrativa del elixir es la más atractiva”, observa, en una entrevista para 'Quartz'. “Lo único claro es que el Plan A es el mejor: mantenerse vivo y saludable en este cuerpo, el único que tenemos. Como siempre, muchas personas se han dado cuenta de que deben respaldarse en otras respuestas. Es ahí donde surgen las demás”. En concreto, las de “resurrección” y “alma” guardan un fuerte componente religioso que ha ido avanzando a lo largo de la historia a la par que los avances médicos y científicos, lo que podría implicar una disminución de fieles al contemplar alternativas basadas en la más puntera tecnología.

Los millonarios son personas excesivamente poderosas, están acostumbrados a tener todo lo que desean, la inmortalidad incluida

Pero incluso los más ateos se rinden ante la incógnita de la muerte. Como el poeta francés Arthur Rimbaud, quien después de haber renegado de la idea de Paraíso y haber abrazado la de Infierno durante toda su vida, pidió en su lecho de muerte que se apresuraran a bautizarle, no fuera a existir un Dios que rigiera el destino de los hombres y los juzgase una vez llegado el momento final. “En nuestra sociedad la muerte sigue siendo aterradora y potencialmente paralizante, hasta el punto de que creamos que es inútil todo lo que hacemos en vida”, asegura el filósofo. “La creencia religiosa todavía está muy extendida. Pero también creo que los cuatro tipos básicos de inmortalidad se están volviendo a reformular desde el punto de vista de la ciencia y la tecnología”.

“La fe en que podamos mantenernos con vida también es extremadamente antigua”, analiza Cave. “Quiero decir, cuando pensamos en el Antiguo Egipto vemos las momias y ya creemos que tenían una base espiritual muy fuerte y arraigada. Pero en realidad también gozaban de una cultura médica muy sofisticada, con amuletos, rituales y pociones que prometían la juventud eterna. Las momias y las pirámides eran su Plan B, ya que aspiraban a permanecer vivos en estos cuerpos. Esta creencia, que parece muy remota, es muy popular en Silicon Valley. Creo que una de las revoluciones a las que menos se le ha prestado atención es la de la prolongación de la vida de los últimos 200 años. En todo el mundo, sobre todo en los países desarrollados, la esperanza de vida se ha duplicado. Y ahora existen muchos optimistas que piensan que si la hemos duplicado una vez, podemos volver a hacerlo otra y otra y otra vez. Hasta vivir para siempre”.

La muerte y los dólares

“La muerte es lo que más me irrita”. Esta es una famosa declaración de Larry Ellison, CEO de Oracle, quien ha ocupado en los últimos años puestos destacados en la lista de los hombres más ricos del mundo de la revista 'Forbes'. No es el único. En la actualidad, muchos multimillonarios están invirtiendo gran parte de sus fortunas a grandes empresas tecnológicas dedicadas a perseguir “la prolongación de la vida” o, como algunos, dicen resolver el problema de la muerte”. Peter Thiel, fundador de PayPal, Aubrey de Grey, gerontólogo médico británico o el mismísimo Jeff Bezos, CEO de Amazon son algunos de los más interesados en vivir para siempre, según un interesante reportaje de 'The New York Times'. Cave tiene un interesante punto de vista al respecto: “Son personas extremadamente poderosas. Y todos sabemos cómo funciona el poder en tu cabeza. Están muy acostumbrados a conseguir todo aquello que desean. Y a medida que envejecen, lo único que realmente quieren es ser siempre jóvenes y no fallecer. La inmortalidad ha sido, en gran medida, un juego de millonarios”.

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“¿Por qué el cristianismo tuvo tanto éxito de esta forma tan rápida?”, prosigue el filósofo. “Porque estaba dentro del Imperio Romano, a través del cual, se extendió y prometía la idea de inmortalidad para todos. Democratizó la inmortalidad y dijo a los pobres y marginados, 'cree en mí y puedes tener lo que hasta ahora ha sido dominio de hombres ricos y poderosos”. Finalmente, a la hora de preguntarle si a título personal cree en una vida después de la muerte, Cave lo tiene claro: “No, no creo en una vida después de la muerte. No creo que la idea tenga mucho sentido. En realidad, no creo que haya un tipo de alma que esté separada del cerebro y sobreviva. Es una visión antigua, motivada por la ilusión, y eso se vuelve más difícil a medida que vamos entendiendo mejor el cerebro. El único hecho es que tenemos un cuerpo y se muere. Entonces, ¿qué es lo que creo que pasa después? Supongo que simplemente regresamos a la tierra de la que vinimos”.

Tarde o temprano, ya sea en la precoz adolescencia o en la infancia tardía, es inevitable reparar en que estamos aquí de paso. Es un proceso doloroso, a la par que curioso, que todos estamos abocados a experimentar. La visita de la parca no se puede eludir ni posponer. Uno de nuestros poetas más ilustres, Jorge Manrique, relata en unos hermosos versos del siglo XV lo fútil que resulta la vida una vez aparece la sombra de la muerte: “Ved de cuán poco valor / son las cosas tras que andamos / y corremos / que en este mundo traidor / aun primero que muramos / las perdemos”. Y así a lo largo de los años y la historia, la hora postrera sigue siendo el momento más misterioso que nos aguarda, ya que nadie ha vuelto para contarlo.

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