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El diccionario de la estupidez: las palabras que están haciendo nuestra vida peor
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'KEYWORDS' DEL CAPITALISMO TARDÍO

El diccionario de la estupidez: las palabras que están haciendo nuestra vida peor

Nacen en el mundo de la empresa, crecen en las universidades y finalmente inundan nuestro lenguaje diario. Los términos que recoge el profesor Leary son la gran avanzadilla neoliberal

Foto: Muchos de estos términos suelen aparecer en 'post its' pegados en las cristaleras de las empresas. (iStock)
Muchos de estos términos suelen aparecer en 'post its' pegados en las cristaleras de las empresas. (iStock)

El tópico dice que el lenguaje crea realidades y, como todo cliché, lleva parte de razón. Ya lo explicó el marxista Raymond Williams en 'Palabras clave', y lo vuelve a recordar más de 40 años después John Patrick Leary, profesor asociado de Literatura Norteamericana de la Wayne State University, en su último libro, 'Keywords'. El subtítulo, “el nuevo lenguaje del capitalismo”, no engaña. Se trata de un análisis mordaz de términos utilizados en la cultura empresarial moderna para maquillar la falsa meritocracia, la desigualdad de oportunidades y la nueva ideología que mete en la cama a los empresarios de Silicon Valley y los políticos de la Casa Blanca.

“El lenguaje no es un mero reflejo de las cosas”, explica el autor en el libro. “Es también una herramienta para imaginar y conseguir que las cosas cambien”. De ahí que estas palabras tengan características en común, como presentarse como la expresión más obvia del sentido común. ¿Quién no premiaría el 'trabajo duro'? ¿Quién sería capaz de desdeñar la 'pasión', la 'eficiencia' o el 'bienestar'? Sin embargo, recuerda Leary, todos estos términos ocultan peligrosos matices que modelan nuestra visión del mundo como interesa a las élites. Suelen ser, además, términos tautológicos. “Los ejecutivos son resilientes porque se recuperan de las dificultades, y la excelencia es perseguir la excelencia”, explicaba irónicamente el profesor en una entrada de su blog.

El 'esfuerzo' hace que nos olvidemos de solucionar las diferencias sociales y que depositemos la responsabilidad en cada individuo

Aunque puedan parecer palabras neutrales, la elección de estos términos provoca el abandono de otros. Leary propone víctimas como 'democracia' y 'solidaridad', que generalmente eran empleados por los trabajadores como armas con las que pelear por su futuro. Términos “adaptados a los seres humanos” que se anteponen a los “funcionales a las empresas”, como 'jerarquía' o 'competitividad', que han pasado de aplicarse a empresas para comenzar a ser utilizados con seres humanos en la “era de la austeridad” que vivimos. Aquí están los términos esenciales de ese nuevo 'Diccionario del diablo' del capitalismo tardío.

Esfuerzo

La piedra angular de los lamentos del profesor. Las habituales referencias al 'trabajo duro' por parte de empresarios, jefes, profesores y padres son encomiables, pero eluden hacer frente a una realidad social donde hay manifiestas diferencias de partida. Ese 'esfuerzo', por lo tanto, pone el acento ya no en eliminar esa distancia entre unas personas y otras, sino en la responsabilidad que cada uno tiene sobre su futuro. “El trabajo duro ofrece una explicación para lo que ya existe, en lugar de proporcionarnos herramientas para imaginar algo diferente”, explica Leary. ¿A quién se le pide 'trabajo duro'? Generalmente, a los pobres o las mujeres, que son los que, según esta visión, tienen en su mano cambiar las cosas, a pesar de haber comenzado la carrera unos cuantos metros detrás.

Flexibilidad

¿Quién no querría un horario flexible? ¿Quién no desearía poder elegir cuándo trabaja? Leary recuerda que esta palabra puede tener dos significados radicalmente diferentes, según el estatus del trabajador. Para unos pocos, los trabajadores de cuello blanco, son ventajas como el teletrabajo; para la mayoría, suele ser “la gestión rígida de los horarios de los trabajadores por parte de sus jefes”, como suele ocurrir en el sector de la restauración o el comercio. “Aquellos que utilizan el término se ven a sí mismos como muy pragmáticos, eliminando toda la incertidumbre en una hoja de cálculo”, explica el autor. “Con flexibilidad y el 'software' apropiado, nuestros jefes pueden conquistar el tiempo y retorcerlo junto con nosotros según sus necesidades”. ¿Por qué deberíamos luchar en su lugar? Por “tiempo libre”.

placeholder El autor, John Patrick Leary.
El autor, John Patrick Leary.

Bienestar

Un vez más, una traducción aproximada del escurridizo 'wellness'. Leary data la aparición de este término en su forma moderna en los años setenta, cuando el doctor John Travis abrió las puertas del Wellness Resource Center, dando el pistoletazo de salida a una nueva era del autocuidado y el crecimiento personal en la que cada cual debe descubrir por qué está enfermo. Una visión entre lo 'hippy' y lo esotérico, en la que el 'bienestar' nunca puede alcanzarse por completo. Esto derivó en una rentabilísima industria de crecimiento potencialmente infinito y en principio destinada a los más ricos que ha terminado implantándose en las empresas porque el 'bienestar' de los trabajadores redundará en una mayor productividad.

Emprendedor

El término por excelencia de la era de la austeridad, un 'palabro' que se ha forjado a lo largo del siglo XX gracias a Schumpeter, Weber o las guías para el éxito de 'The Wall Street Journal'. Gracias a ella, los impersonales negocios se han convertido en algo más que un trabajo: es “una forma de vida” para personas con “vocación” asociada al espíritu del capitalismo de la ética protestante. Frente al antiguo 'hombre hecho a sí mismo', lo importante del 'emprendedor' no es lo que produce —total, cambiará de objetivo cada dos años— sino esa energía interior que le mueve a alcanzar sus objetivos. Son los nuevos curas y, por ello, no dejan de moralizar. “Ese culto a convertir la imaginación en un producto, su celebración del autosacrificio y su individualismo lo convierten en una ética perfecta para dejar de invertir en la sociedad disfrazado de reforma y de la maximización de beneficios presentada como caridad”, concluye Leary.

Meritocracia

En los últimos años, varios libros han abordado este término acuñado en 1958 por el sociólogo británico Michel Young, que lo utilizó de forma satírica. El propio Young criticó, casi medio siglo después, la utilización que políticos como Tony Blair hacían del término: se habían centrado en el 'mérito', una noción más jerárquica de lo que parece, y se habían olvidado de la más crítica 'aristocracia', de forma que las clases acomodadas se estaban perpetuando a través del aparentemente igualitario sistema escolar. Leary recuerda la utilización del término 'hipermeritocracia' por parte del sociólogo japonés Honda Yuki, en el que el peligro de un despido está siempre presente, si uno no adapta sus habilidades continuamente.

La mayoría de personas que utilizan la palabra 'austeridad' estarían de acuerdo en que los ricos nunca la sufren

Resiliencia

El 'dinamismo' del siglo XXI, un término que está por todas partes sin que nadie sea capaz de dar una definición. De la bolsa a las catástrofes naturales pasando por nuestra salud mental, todo tiene el potencial de ser 'resiliente'. El lugar donde más abunda esta prima hermana del 'bienestar' es la “literatura de autoayuda pseudocientífica”. Tienen muchas cosas en común: ambas asumen que la salud de cada cual es responsabilidad exclusivamente suya; que uno, por bien que esté, puede ser más 'resiliente' o disfrutar de un mayor 'bienestar', sin límite; y asume que vivimos en una crisis continua sin preguntarse por qué tiene que ser así. En el reino de la 'resiliencia', todos debemos prepararnos para lo peor.

Austeridad

Según Leary, vivimos en la época de la austeridad. Es uno de esos términos morales que comenzó a popularizarse tras la crisis económica de 2008, una revisión de la vieja 'frugalidad' cristiana, que a veces se aprovecha de metáforas corporales (“hay que eliminar la grasa del sector público”). Con una particularidad de clase: “La mayoría de personas que utilizan la palabra 'austeridad' estarían de acuerdo en que los ricos nunca la sufren”.

placeholder Una de las primeras imágenes que aparecen cuando se busca 'austeridad' en un banco de imágenes: otra metáfora corporal. (iStock)
Una de las primeras imágenes que aparecen cuando se busca 'austeridad' en un banco de imágenes: otra metáfora corporal. (iStock)

Innovación

Concluiremos paradójicamente con la primera palabra del listado, que ocupa ese lugar privilegiado por su capacidad de invocar mitologías enigmáticas. Un concepto tan amplio que deriva en mera abstracción vacua, una de esas tautologías huecas con las que los profesionales de cuello blanco se justifican a sí mismos, aunque esté expandiéndose (peligrosamente) a contextos educativos. “Uno puede innovar sin tener que aportar nada que no sea el acto de innovación en sí mismo”, recuerda el profesor. “Uno innova en círculos eternos, lo que suena como una forma tediosa y desde luego muy poco innovadora de gastar su energía”.

De pasiones y artesanos

Leary clasifica sus palabras en cuatro categorías diferentes: las que utilizan metáforas relacionadas con el cuerpo humano ('flexibilidad'), las que recurren al vocabulario moral ('pasión'), las que nombran los avances tecnológicos ('smart') y aquellas que han absorbido el lenguaje de la contracultura ('artesanal'). Muchas de ellas están intercomunicadas. 'Pasión', por ejemplo, cumple una función semejante a la del 'trabajo duro': cuanta más pasión sientas, más producirás en tu empresa. O 'artesanal', que en su nuevo sentido es una estrategia capitalista que disfraza la alienación que el trabajador suele sentir hacia su trabajo.

¿Qué hacemos con la 'transparencia' o 'rendición de cuentas' ('accountability')? Leary sugiere que es una forma que tienen los poderes de decir “no me mires demasiado, yo mismo soy capaz de controlarme”. La próxima vez que escuche la palabra 'sinergia', acuérdese de este profesor de Literatura, que recuerda que es el equivalente para el ejecutivo de 'flexibilidad', una manera de maquillar que ellos también son vulnerables. Utilícelo como ajo contra vampiros: cuando le pidan flexibilidad, responda qué pasaría con el puesto de su superior en caso de que las sinergias del sector sigan acentuándose.

El tópico dice que el lenguaje crea realidades y, como todo cliché, lleva parte de razón. Ya lo explicó el marxista Raymond Williams en 'Palabras clave', y lo vuelve a recordar más de 40 años después John Patrick Leary, profesor asociado de Literatura Norteamericana de la Wayne State University, en su último libro, 'Keywords'. El subtítulo, “el nuevo lenguaje del capitalismo”, no engaña. Se trata de un análisis mordaz de términos utilizados en la cultura empresarial moderna para maquillar la falsa meritocracia, la desigualdad de oportunidades y la nueva ideología que mete en la cama a los empresarios de Silicon Valley y los políticos de la Casa Blanca.

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