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No aprendemos: el preocupante dato sobre las hipotecas de los jóvenes españoles
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UNA PERCEPCIÓN DIFÍCIL DE REVERTIR

No aprendemos: el preocupante dato sobre las hipotecas de los jóvenes españoles

Aunque nos parezca que el alquiler ha aumentado en España, la realidad es muy diferente respecto a los países del entorno. Y eso puede dejar en una situación complicada a muchos

Foto: Un país bajo el mismo ritmo (de compra). (iStock)
Un país bajo el mismo ritmo (de compra). (iStock)

A pesar de las mareas de la crisis y la (supuesta) recuperación, España sigue siendo un país de propietarios, como muestran los datos del INE. En nuestro país hay 18,4 millones de primeras viviendas, de las cuales, un 76% están ocupadas por sus propietarios. Una cifra alrededor de un 5% menor que antes de la crisis, pero aun así alta. Por otra parte, Eurostat publicó recientemente un informe en el que desvelaba que los españoles son de los últimos europeos en independizarse del hogar paterno, con una media de 29,3 años. Nada que ver con los países nórdicos, donde los veinteañeros suelen decir adiós a papá y mamá apenas cumplen los 21, como ocurre en Suecia (21), Dinamarca (21,1) o Finlandia (21,9). Según una publicación del Consejo de la Juventud de España, apenas un 20% de los españoles de 16 a 29 años está emancipado.

Si un joven desea adquirir un piso en propiedad, recordaba el informe, deberá destinar hasta un 60,8% de su sueldo en pagar la hipoteca. Sin embargo, ello no impide que muchos elijan esta opción, espoleados por las diversas facilidades que desde hace décadas se otorgan a la compra y por una percepción cultural distinta a la del norte de Europa. Una nueva investigación sobre la vivienda publicada en 'Urban Studies' desvela un revelador dato sobre nuestro país en comparación con el contexto europeo, tras analizar las diferencias entre las juventudes de diferentes países a la hora de adquirir vivienda en propiedad en un contexto en que el acceso a esta “es cada vez más difícil”. La causa, la tormenta perfecta de inestabilidad profesional y bajos sueldos.

En un contexto de incertidumbre perpetua, basta con ganar un poco más para decidirse a firmar la primera letra de un piso

Más allá de las conclusiones previsibles, como que cuanto más bajo sea el sueldo y mayor la inestabilidad profesional del participante menos probable es que haya firmado una hipoteca, el estudio pone de relieve otras preocupantes realidades. Por un lado, que los hogares con un mayor nivel de ingresos tienen más probabilidades de haberse metido en comprar una casa aunque su nivel de precariedad sea alto. En otras palabras, parece que en un contexto de incertidumbre perpetua, basta con ganar un poco más para decidirse a firmar la primera letra de un piso. Un cóctel explosivo que puede provocar que se dispare el número de jóvenes que no pueden hacer frente a sus hipotecas.

No solo eso, sino que España sigue siendo un país de hipotecados, incluso jóvenes. Lo dicen sin muchos rodeos las autoras del estudio, las italianas Giulia M. Dotti y Claudia Acciai, refiriéndose a la disponibilidad de hipotecas en varios de los países analizados: “Las relativamente pequeñas diferencias entre las parejas con distintos niveles de ingresos en España y Reino Unido sugieren que la disponibilidad de hipotecas cuando se realizó este estudio facilitaba la compra de vivienda independientemente de los ingresos, con todas las consecuencias a medio y largo plazo que ello puede tener”. Al otro lado del espectro, como ocurre en Italia, es más difícil que en España un joven pueda acceder a una vivienda en propiedad. O, mejor dicho, a una hipoteca.

¿Qué está pasando?

Los datos presentados en el estudio son elocuentes. España es, de los seis países analizados (junto a Alemania, Italia, Polonia, Reino Unido y Francia), aquel en el que los jóvenes de entre 25 y 35 años firman más hipotecas, al mismo tiempo que el porcentaje de alquiler es más bajo (con la excepción de Polonia), muy lejos de Alemania, ejemplo por antonomasia de país de alquiler. También, España es, de largo, el país en el que la proporción de alquiler reducido es más bajo. En otras palabras, a pesar de las dificultades económicas, somos un país de mucha compra y poco alquiler, una herencia que se arrastra desde el franquismo y que influye incluso en las decisiones de compra de los que disponen de menos recursos.

placeholder La construcción de vivienda en España ha tenido en mente las rentas medias y altas. (iStock)
La construcción de vivienda en España ha tenido en mente las rentas medias y altas. (iStock)

“En España, las posibilidades de tener una hipoteca son muy altas, incluso también entre los hogares más inseguros”, recuerda la investigación. Un caso excepcional entre los países analizados que se remonta a mucho tiempo atrás. Por ejemplo, una investigación realizada por Teresa Jurado Guerrero para el CIS en el año 2003, antes del estallido de la burbuja inmobiliaria, recordaba que, frente a lo que ocurría en Francia, “la política de vivienda española no es neutral en cuanto al apoyo de diferentes formas de tenencia”. La autora aclaraba que “se privilegia claramente las viviendas en propiedad a través de deducciones fiscales para la adquisición de la vivienda habitual”. Deducciones que beneficiaban, ante todo, a “españoles bien insertados laboralmente y a los hogares con más de un ingreso”.

Esa es otra de las conclusiones obvias de la presente investigación. Independientemente del país, es prácticamente imposible que un hogar con un único sueldo pueda hacer frente al pago de una hipoteca. Con la única excepción de Alemania, disponer de una fuente de ingresos única, aunque el montante sea elevado, es tan peligroso como vivir una situación de inseguridad laboral, lo que, en opinión de las autoras, “muestra que el modelo de hogar de un único sueldo probablemente ya no permita mantener una familia, al menos entre los que menos cobran”. Una tendencia problemática, en cuanto que el número de hogares unipersonales en nuestro país se ha disparado en los últimos años, y previsiblemente seguirá haciéndolo en los próximos.

En España, la adquisición de la vivienda se ha percibido como una inversión para garantizar el ahorro frente a la inflación

La mentalidad de la compra por encima del alquiler está imbricada en la sociedad española, incluso entre los jóvenes. Según el 'Estudio sobre la demanda de vivienda en España', realizado por Casaktua, más de la mitad (57%) de los jóvenes que se decantan por el alquiler lo hacen porque sus circunstancias económicas no les permiten adquirir una casa. Al otro lado se encuentra Alemania, donde el nivel de propietarios es de un 45% (por un 83% en España). La razón, explica en 'Quartz' Matt Phillips, es histórica y social: la Alemania Federal impulsó un importante proyecto de subvención a la vivienda en 1949 que facilitó que el alquiler protegido fuese muy barato.

Un poco de historia

'De aquellos barros, estos lodos' es el título de una investigación publicada por el arquitecto Ramón Betrán Abadía sobre la política de vivienda del franquismo, que redujo a la mínima expresión el alquiler y disparó la compra. “En países como España, la adquisición de la vivienda ha sido una respuesta a la falta de alternativas públicas fiables, y se ha percibido como una inversión del excedente de ingresos para garantizar del modo más seguro que se conoce el ahorro frente a la inflación, y para asegurar el futuro en contextos de inseguridad”, explicaba. “Pero la asimilación de la vivienda a un bien de inversión, con la consiguiente tendencia alcista de los precios, implica la profunda marginación de quienes no tienen la suficiente capacidad económica para comprar”.

Foto: Historia de dos ciudades. (iStock)

La tendencia, matizaba, es que el alquiler predomine en los países con un Estado de bienestar más desarrollado y mejores garantías sociales, y que la inversión en vivienda privada lo haga en países con un menor gasto social o con altas tasas de desempleo, como ocurre con España, Italia o Bélgica. Algo en lo que incidía Alfonso Fernández Carbajal, del Departamento de Economía Aplicada de la Universidad de Oviedo, cuando recuerda en uno de sus trabajos que desde el franquismo en adelante se sesga “claramente el mercado inmobiliario a favor de la vivienda en propiedad y provocando, en consecuencia, un significativo descenso en el porcentaje que suponen las viviendas en alquiler sobre el total”.

Esta evolución nos lleva desde un 45,9% en propiedad y un 51,3% en alquiler en 1950 hasta el 82% en propiedad y 11,5% en alquiler de 2001, que se compadece mal con una nueva realidad social en la que los hogares unipersonales aumentan año tras año. Una paradoja de difícil solución en un contexto en el que afrontar individualmente el pago del alquiler de un piso —no digamos ya de una hipoteca a lo largo de años o décadas—, como hemos visto, es casi imposible. Las medidas sobre vivienda sugeridas durante los últimos días por el PSOE señalan la intención de frenar la burbuja que rodea al alquiler, por ejemplo, elevando la prórroga forzosa de los contratos de alquiler desde los tres hasta los cinco años, pero aún están lejos de un cambio de mentalidad.

En el norte de Europa, después de la Segunda Guerra Mundial, se desarrolló un parque adecuado en tamaño a las necesidades de la población

Será difícil revertir una tendencia que se ha ahondado desde hace décadas. Según el diagnóstico de Raquel Rodríguez, de la Universidad Politécnica de Madrid, el doble objetivo de la política de vivienda española —procurar alojamiento digno al tiempo que se impulsa la economía fomentando la construcción— ha provocado “un parque sobredimensionado, infrautilizado y sobrevalorado, pero en el que no toda la población tiene cabida”. La arquitecta urbanista cita el modelo alternativo del norte de Europa, en el que se creó hace décadas “un parque adecuado en tamaño a las necesidades de la población”, con un gran protagonismo del alquiler con precios controlados para las rentas más bajas y el impulso a la construcción de viviendas protegidas entre los años cincuenta y ochenta, fuertemente subvencionadas.

A pesar de las mareas de la crisis y la (supuesta) recuperación, España sigue siendo un país de propietarios, como muestran los datos del INE. En nuestro país hay 18,4 millones de primeras viviendas, de las cuales, un 76% están ocupadas por sus propietarios. Una cifra alrededor de un 5% menor que antes de la crisis, pero aun así alta. Por otra parte, Eurostat publicó recientemente un informe en el que desvelaba que los españoles son de los últimos europeos en independizarse del hogar paterno, con una media de 29,3 años. Nada que ver con los países nórdicos, donde los veinteañeros suelen decir adiós a papá y mamá apenas cumplen los 21, como ocurre en Suecia (21), Dinamarca (21,1) o Finlandia (21,9). Según una publicación del Consejo de la Juventud de España, apenas un 20% de los españoles de 16 a 29 años está emancipado.

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