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Por qué todo lo que sabemos sobre la evolución humana podría estar equivocado
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Por qué todo lo que sabemos sobre la evolución humana podría estar equivocado

Un equipo de investigadores descubre que la evolución no se pudo haber llevado a cabo a partir de una sola especie africana

Foto: El sueño de un mono que sabía demasiado. (iStock)
El sueño de un mono que sabía demasiado. (iStock)

Un mono primitivo juega con unos huesos de un animal ya totalmente descompuesto hace miles de años en medio de un paisaje africano. Casi sin querer y como si se lo estuvieran susurrando al oído, agarra uno de los huesos y lo estampa contra otro, partiéndolo en pedazos. Repite una y otra vez la acción a lo largo de todo el esqueleto. Se da cuenta que gracias a su fuerza y al fragmento de tibia que tiene en la mano, puede modificar el entorno. Él no lo sabe, pero se acaba de producir el mayor avance de la humanidad que origina todo lo que somos ahora. Frente a él, se yergue un monolito imponente cargado de misterio.

Efectivamente. Se trata de la famosa escena de '2001: Odisea en el espacio', la fascinante película de Stanley Kubrick estrenada en 1968. El paso más importante en la evolución de la humanidad, escenificado a la perfección por el célebre cineasta, refleja la teoría más aceptada por la comunidad científica: el Homo Sapiens moderno evolucionó en una comunidad aislada en África hace unos 500.000 años a partir de las herramientas y del éxodo del continente, derribando a la cultura neandertal con su avance. Pero algunos hallazgos recientes parecen sembrar la duda sobre la versión oficial.

"El tema parece que quedó resuelto: el Homo Sapiens se había desarrollado en el valle del Rift al este de África hace aproximadamente 200.000 años y salió del continente madre para colonizar el resto del planeta hace unos 60.000 años", afirma el coautor de la investigación Darren Curnoe, doctor de la Universidad de Nueva Gales del Sur, a 'The New York Post'. Parte de este razonamiento ha sido desmentido por un nuevo descubrimiento en el continente asiático: en una pared de un acantilado en el estado de Shangchen, en el centro de China, se han recuperado varias herramientas de la Edad de Piedra que tienen más de 2 millones de años, según informan sus descubridores en la revista 'Nature'.

Los hallazgos consolidan la teoría de que los homínidos salieron de África 250.000 años antes de lo esperado y ocuparon China

Hasta ahora, la prueba de antepasados humanos más antigua jamás conocida fuera de África estaba en Georgia, el país de Europa del Este, hace 1,85 millones de años, casi inmediatamente después de que la especie apareciera en África. Pero, ahora, el hallazgo de 96 láminas de piedra utilizadas para cortar antílopes, ciervos y cerdos en la meseta china de Loess parecen haber alterado toda la línea temporal de la evolución.

Estas herramientas consolidan la teoría de que los homínidos salieron de África al menos 250.000 años antes de lo esperado y ocuparon Shangchen en intervalos de más de 850.000 años. La conclusión es que uno de nuestros ancestros, el Homo Erectus, no evolucionó en África. El asunto va más allá y es que ya no podríamos estar hablando de un tipo de homínido concreto, sino de una amalgama de diversas ramas de homínidos anteriores que ya se habían extendido por África, Europa y Asia.

Foto: Reconstrucción del 'Homo naledi'. (Mark Thiessen/National Geographic)

"El descubrimiento pone de manifiesto la necesidad de reconsiderar el momento en que los primeros humanos salieron de África", asegura Curnoe. La prueba más conocida y antigua de los pasos evolutivos de los homínidos en África residía en el estudio de los fósiles y las herramientas de piedra, las cuales se remontaban a entre 1,5 y 1,7 millones de años. El lugar del hallazgo, Loess, la meseta del centro de China, experimentó fuertes y bruscos cambios de temperatura durante todo ese tiempo, desde intenso calor a frío gélido. Y a pesar de que estos homínidos no poseían unas piernas tan largas como las nuestras, unos cerebros tan potentes como los nuestos o unas herramientas tan avanzadas como las de sus especies posteriores, lograron prosperar en un entorno hostil.

No hay una evidencia clara ni exacta de la especie homínida que produjo las herramientas de piedra de Shangchen. De hecho, en el caso de ser fabricadas por el Homo Erectus eso significaría que la evolución de la especie se dio antes en China que en África. Esto por fin agrega un nuevo peso a lo que hasta ahora había sido una teoría marginal poco aceptada: una especie aún más primitiva que el Homo Erectus, escapó de África mucho antes y recorrió Eurasia, donde llevó a cabo procesos evolutivos, para finalmente recolonizar las tierras natales de sus antepasados, en el Oriente asiático.

Nada claro

Los orígenes de la especie humana todavía no están bien definidos. Otro grupo de investigadores, de la prestigiosa Universidad de Oxford, sostiene que la evolución no se llevó a cabo a partir de una sola especie africana, sino que somos un híbrido de poblaciones separadas de homínidos que se habrían diseminado solo para fusionarse en una nueva especie muchísimo más adelante.

Todos los fósiles de hace entre 300.000 y 100.000 millones de años no se parecen en nada al Homo Sapiens de ahora

Sabemos que los neandertales y el Homo Sapiens tienen un ancestro común de hace aproximadamente 500.000 años. "Hace solo unos 300.000 años, los primeros Homo Sapiens comenzaron a tener características que los hacían parecer humanos", declara Eleanor Scerri, profesora de Oxford y autora de otro estudio publicado en la revista 'Trends in Ecology & Evolution, a 'Live Science'. "Todos los fósiles de hace 300.000 años y los de 100.000 años de antigüedad no se parecen en nada a los Homo Sapiens de ahora. Algunas poblaciones tenían caras pequeñas, otras barbillas prominentes y muchas más poseían cráneos globulares y dientes pequeños. Pero ninguna de estas características se halló en un solo individuo".

En conclusión, lo que sabemos sobre la teoría de la evolución humana todavía es muy limitado. "Debemos tener en cuenta que nuestros primeros ancestros también se vieron a sí mismo evolucionados, ancestrales", recalca Scerri.

Un mono primitivo juega con unos huesos de un animal ya totalmente descompuesto hace miles de años en medio de un paisaje africano. Casi sin querer y como si se lo estuvieran susurrando al oído, agarra uno de los huesos y lo estampa contra otro, partiéndolo en pedazos. Repite una y otra vez la acción a lo largo de todo el esqueleto. Se da cuenta que gracias a su fuerza y al fragmento de tibia que tiene en la mano, puede modificar el entorno. Él no lo sabe, pero se acaba de producir el mayor avance de la humanidad que origina todo lo que somos ahora. Frente a él, se yergue un monolito imponente cargado de misterio.

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