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El jugador de béisbol al que la CIA entrenó para ser espía
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EL ENIGMA DE MOE BERG

El jugador de béisbol al que la CIA entrenó para ser espía

"El personaje más raro que haya pisado un estadio" fue una persona astuta que se hizo pasar por alumno aventajado del pionero del armamento nuclear

Foto: Moe Berg, durante un partido. (Flickr/Boston Public Library)
Moe Berg, durante un partido. (Flickr/Boston Public Library)

"El tipo más raro que ha jugado al béisbol jamás". Este es el recurrente calificativo que muchos usan para referirse a Moe Berg, un histórico jugador de los Robins de Brooklyn (hoy los Dodgers) cuya carrera abarcó desde 1923 hasta 1939, pero que ni de lejos será recordado por sus grandes contribuciones al equipo. Durante la Segunda Guerra Mundial, decidió arriesgar su vida para investigar el progreso de la Alemania nazi en la creación de la bomba atómica. Su vida llega ahora a la gran pantalla con 'The Catcher Was a Spy', un largometraje que adapta la biografía homónima redactada por el escritor Nicholas Dawidoff.

Su tarea más importante fue seguir la pista al físico más brillante de toda la historia: Werner Heisenberg, el flamante premio Nobel y pionero en la invención de la bomba atómica. Nacido en Manhattan en 1902, Berg comenzó a jugar al béisbol en la escuela secundaria Barringer en Newark, en Nueva Jersey. A la hora de decidirse por una carrera universitaria, escogió una disciplina poco convencional: lenguas clásicas, románicas y también aprendió sánscrito, la lengua indoeuropea que se conserva en los textos sagrados del brahmanismo escritos entre los siglos XV y X antes de Cristo en la India.

Era el centro de atención y a la vez un hombre reservado que no daba detalles de su vida

Precisamente de aquí viene este particular apodo de "el jugador de béisbol más raro", puesto por Casey Stengel, el legendario manager de los Yankees y los Mets. Después de jugar por primera vez en el campo con los Brooklyn Robins en 1923, Berg se coló a través de varios equipos en las ligas menores y mayores, cambió de posición y logró su título en Derecho en la Universidad de Columbia. Sus labores de espionaje comenzaron un poco después, en 1934. Fue en Tokio, durante una gira benéfica de su equipo cuando se puso un kimono y subió al techo del edificio más alto de la zona "para dar parte de la localización de los astilleros, complejos industriales e instalaciones militares", según narra su biográfo personal, Nicholas Dawidoff para 'The New York Post'.

"Por muy loco que parezca, lo que hizo Moe fue parte de un plan", afirma Ben Lewin, director del largometraje 'The Catcher Was a Spy'. A principios de la década de 1940, después de haberse retirado como jugador, Berg reveló imágenes del "salvaje" Bill Donovan, quien encabezaba la Oficina de Servicios Estratégicos, la que luego sería la CIA. "A Moe Berg le gustaba fantasear con la idea de que su vídeo se usó para planear el ataque Doolittle", reconoce Lewin en relación al primer ataque aéreo de Estados Unidos contra Japón en 1942.

Esta provocación impresionó al que fuera más tarde dirigente de la agencia de inteligencia más importante en aquel entonces. Al fin y al cabo, el exjugador estaba revelando al mundo que Donovan se encontraba reclutando personajes civiles extraordinarios para desempeñar misiones secretas, como Julia Child, la famosa chef y presentadora de televisión, o el estelar cineasta John Ford. De esta forma y después de un curso exprés de física compleja, Berg recibirá su primer encargo en 1944, que consistiría en obtener información sobre el progreso de Alemania en la creación de la bomba atómica.

Tampoco era un experto; tenía los conocimientos suficientes como para desenvolverse bien en la materia, y su espíritu de hombre reservado le ayudó a la hora de ser discreto. Todo encaminado a ser un espía ideal para el trabajo que le fue encomendado. Según el guionista de la película, Robert Rodat, Berg no le dio mucha importancia al hecho de ser judío y homosexual, dos atributos personales bastante peligrosos en aquella época y que logró ocultar a los demás eficazmente. "Era el centro de atención y a la vez un hombre reservado que no daba detalles de su vida", declara Rodat a 'The New York Post'.

placeholder Foto: Flickr/Boston Public Library.
Foto: Flickr/Boston Public Library.

Las misiones le llevaron a distintos países: Italia, Inglaterra, Argelia y Yugoslavia. En ellos, se hizo pasar por un oficial nazi para ingresar en las bases de armamento y municiones. Mientras tanto, en Estados Unidos estaba aumentando la preocupación en torno a los ensayos nucleares del Werner Heisenberg. Ante estos rumores, la organización de inteligencia coló a Berg en una conferencia en Zúrich impartida por el físico. Fingiendo ser un estudiante, Berg escondió una pistola en un bolsillo y una cápsula de cianuro en el otro. El arma, para asesinarlo, y el veneno, para suicidarse una vez realizado.

Sin embargo, en el último momento su mano vaciló y no apretó el gatillo. En una cena con Heisenberg a la noche siguiente, Berg escuchó a uno de los invitados decir que la guerra estaba perdida para Alemania. El físico respondió agria y rápidamente: "Sí, pero habría estado muy bien si nosotros hubiésemos ganado". El comentario hizo creer a Berg que Alemania estaba muy lejos de completar la bomba. Aun así, continuó al lado del ilustre físico, paseaban juntos y salían a comer. Berg estaba en la mejor posición para asesinarle. Pero no lo vio necesario, ya que todo apuntaba a que Heisenberg estaba muy lejos del descubrimiento atómico.

Foto: La Liga de Muchachas y las Juventudes Hitlerianas, unidas por la misma causa. (Archivo Bild)

"La idea principal era matar a Heisenberg, pero Moe era un profundo humanista", apunta Lewin. En 1954, Berg salió de la CIA. Llevó una vida discreta hasta su muerte, en 1972, después de una caída en la casa de su hermana. Tenía 70 años. La impresión que dio fue que continuó siendo agente secreto mucho después de retirarse. "Caminaba por las calles de Nueva York o Boston, donde la gente que lo conocía le saludaba sin saber nada de su doble vida. Moe se llevaba un dedo a los labios en señal de silencio y dejó a todos suponiendo que una vez pudo haber sido un espía", concluye Rodat, el encargado del guión.

"El tipo más raro que ha jugado al béisbol jamás". Este es el recurrente calificativo que muchos usan para referirse a Moe Berg, un histórico jugador de los Robins de Brooklyn (hoy los Dodgers) cuya carrera abarcó desde 1923 hasta 1939, pero que ni de lejos será recordado por sus grandes contribuciones al equipo. Durante la Segunda Guerra Mundial, decidió arriesgar su vida para investigar el progreso de la Alemania nazi en la creación de la bomba atómica. Su vida llega ahora a la gran pantalla con 'The Catcher Was a Spy', un largometraje que adapta la biografía homónima redactada por el escritor Nicholas Dawidoff.

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