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Drones, motos y gánsters: “Se acabó el típico vídeo de boda tostón”
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RONDAN LOS 1.800 EUROS

Drones, motos y gánsters: “Se acabó el típico vídeo de boda tostón”

Cada vez más parejas deciden pasar de arrumacos y dejar con la boca abierta a los invitados de su boda con guiones de ficción y planos dignos de superproducciones

Foto: Fotograma de un vídeo de preboda (Antonio Matías)
Fotograma de un vídeo de preboda (Antonio Matías)

Ana y Juan no querían el típico vídeo de boda paseando por la playa ni dándose besos frente al objetivo. Tampoco querían entrar en el banquete a ritmo de vals. Prefirieron montarse una historia de gánsters con sus familiares y amigos y aparecer en el salón de invitados como si acabasen de salir de la grabación, con un maletín que habían robado a un mafioso, que interpretaba el padre de la novia.

“El vídeo acababa con nosotros huyendo hasta un hotel donde nos encontrábamos con unos trajes de boda. Ahí se cortaba y aparecíamos nosotros en el salón. Todo el mundo alucinó y se puso a aplaudir”, cuenta Ana Cábanas, protagonista de la historia que puede verse bajo estas líneas. “La gente todavía nos pide volver a verlo, y desde entonces a mi padre le llaman 'señor' Manolo por lo bien que hizo de capo”, cuenta entre risas.

Adiós a los vídeos ‘tostón’

Los puestos de golosinas, los photocalls o los food trucks se han quedado cortos en la perpetua búsqueda de la originalidad que persiguen las bodas. Ahora se llevan las carreras en moto, los atracos a mano armada, los videoclips musicales o las tramas de terror. Cualquier cosa que se asemeje más a una película de Hollywood que al temido DVD de hora y media con sermón del cura incluído que tan mala fama le ha dado a este formato. “Aquello de 'no me enseñes el vídeo de tu boda' está desapareciendo, porque la verdad es que hubo una época un poco tostón”, reconoce Salvador Palos, presidente de la Asociación de Fotógrafos Profesionales de Aragón (AFPA) que otorga unos premios a los más originales de toda España dentro de la categoría de Reportaje Social. “La mayoría que recibimos son de bodas y muchos parecen superproducciones, nos estamos encontrando cosas muy trabajadas a nivel técnico y de historia”.

Antonio Matías, que ha ganado uno de estos galardones y vuelve a estar nominado este año, es un pionero en este tipo de formato y asegura que grabarlos da más trabajo que los convencionales, aunque duren menos. “Hay que preparar a los novios, siempre les digo que va a ser duro. En uno que hice recientemente de motos porque al chico le gustaban mucho, estuvimos un día entero grabando y acabaron agotados. En el de los gánster nos pasamos 18 horas con tres cámaras. Además es un día en el que tiene que estar todo perfectamente planificado: las localizaciones, el atrezo...”.

Parecen superproducciones, nos estamos encontrando cosas muy trabajadas a nivel técnico y de historia

La mayoría se proyectan tras el banquete y antes del baile y el guión se ajusta a los gustos y preferencias de cada pareja, pero también a su forma de ser. “Primero nos entrevistamos con ellos para conocerles y saber sus gustos, hasta que encontramos algo que sirva para hacer el guión”, apunta Matías, que hace una media de diez al año, sobre todo en Galicia.

Miguel Ibáñez, especializado también en este tipo de vídeos pero en Alicante tiene la misma manera de trabajar: “Depende mucho de las parejas, algunos son muy cariñosos pero otros nada, que dices ‘¿pero de verdad os queréis?’, así que vas ajustando la trama a lo que ves la primera vez que quedas con ellos”. Uno de sus clips más conseguidos surgió precisamente de una sesión de fotos. “A una pareja le hicimos primero el book para la foto de las invitaciones y por probar hicimos una como si fuese una ficha de la cárcel. Funcionó tan bien que el vídeo de la boda fue en torno a eso: robaban un banco para pagar la ceremonia. Pero es que además luego en el banquete utilizaron esa estética para los centros de mesa y el photocall”, cuenta el dueño de Evolución Fotógrafos. David Antón, el protagonista de la historia junto a Estrella había sufrido demasiados vídeos de amigos y familiares como para hacer pasar por esa "tortura" a los suyos. "Los romanticones me parecían ñoños y hasta incómodos, así que buscamos algo que fuera más con nosotros y la verdad es que triunfó", recuerda.

Aunque hay intrépidos como Ana y Juan o David y Estrella, interpretar cómo se conoció la pareja suele ser la historia más habitual, y los que se atreven con el humor los más difíciles de conseguir -y que queden bien-, pero si en algo coinciden los cámaras es que ponerse delante del objetivo cuesta cada vez menos: “Ya no es como antiguamente; ahora la gente está acostumbrada posar, hay menos vergüenza, seguramente por los selfies”, explica Salvador Palos, presidente de AFPA.

1.800 euros y poca competencia

Los vídeos de preboda rondan los 1.800 euros y como los propios especialistas apuntan “no son rentables” por sí solos. “Suelen cogerse con el pack de fotos y la grabación de la propia boda porque la diferencia es muy poca”, apunta Matías. El precio varía en función del nivel de profesionalidad y complicación que la pareja quiera darle, aunque los drones son una de las opciones más demandadas, cueste lo que cueste. “Aunque valga 400 euros al día alquilarlo, ahora todos lo quieren, y nos lo piden incluso al margen de la legalidad, porque no podemos hacerlos circular por todos sitios pero aun así nos lo piden”, explica el cámara gallego.

Interpretar cómo se conoció la pareja suele ser la historia más habitual

Pocos especialistas hacen este tipo de producto en España, y se inspiran, sobre todo, en lo que han visto en las redes sociales de productoras extranjeras. “Yo venía de hacer vídeos de toda la vida, el típico rollo pastelazo de una hora, y por internet empecé a ver cosas distintas que hacía gente de fuera, y me di cuenta de que quería hacer eso. Tiene más trabajo pero es más bonito y gratificante”, explica Alberto Palacios, de la productora catalana La bóbila.

“Vimos que el tema de paseíto, la playa… no contaba nada de la pareja ni lo que ellos querían transmitir”, añade Matías. “Cada vez más los novios quieren hacer algo diferente en su gran día. Yo llevo 26 años en bodas y se ha pasado de no haber nada especial -bailar un vals y acabar a las ocho de la tarde-, a terminar a las cuatro de la mañana con fuegos artificiales, lanzando globos, alpacas… ¡Hasta un avestruz en papel de regalo he visto! “, cuenta.

Trailers y montajes in situ

Cada profesional de la cámara tiene su propio estilo; desde los más ‘peliculeros’ en la trama como Matías, a los que dejan las reminiscencias al cine para los planos estéticamente muy cuidados. Además la historia de la preboda puede unirse después al propio vídeo de la ceremonia o a la ‘postboda’: el que graban después los novios con planos recurso. “Uno de mis vídeos no acabó hasta dos años después porque cuando grabé el enlace la novia estaba embarazada y quise incluir también planos de su hijo pasado un tiempo”, explica Gustavo Gámate, que dirige Emocine y se suele centrar en representar y narrar cómo se conocieron los novios hasta el momento del gran día.

Gamate ha encontrado además su punto de diferenciación dentro del sector con el "same day edit", es decir, añadir el mismo día de la boda planos de la ceremonia que monta durante el aperitivo y proyecta después del banquete. “A la gente le gusta mucho poder ver el mismo día ya imágenes del enlace y a nosotros nos viene bien para hacernos publicidad”, apunta.

Muchos fotógrafos se han pasado al vídeo para especializarse, pero también es una salida para los estudiantes de audiovisuales

Por su parte, tanto Alberto como Antonio Matías preparan trailers de uno o dos minutos con el material grabado para que los novios “vayan calentando el ambiente” por los grupos de whatsapp semanas antes del gran día. “Se los pasan a familiares y amigos para crear expectación sobre lo que verán en la boda”, explica Matías.

Una evolución desde la fotografía

En la profesionalización de los vídeos de boda ha tenido que ver la especialización de los fotógrafos, que antes lo hacían como una parte más del paquete contratado sin demasiado cuidado estético. “Antes eran un subproducto del fotógrafo, porque era un sector que por precio tampoco interesaba a las productoras. Así que muchos se han especializado en esto, para poder vivir sólo de los vídeos, y eso se nota en que ha aumentado la calidad”, cuenta Palos.

Es el caso de Gámate, que empezó a grabar con su cámara de fotos. “Las réflex que utilizamos han avanzado mucho en el tema del vídeo, por lo que desde hace unos años se le da cada vez más importancia a lo que antes era un complemento”, considera el director de la productora Emocine.

También se ha convertido en la salida de muchos estudiantes de audiovisuales que ven en este sector una forma fácil de hacer dinero y empezar a introducirse en el mercado, aplicando sus conocimientos de cine. Además, el abaratamiento del equipo técnico hace que cualquier estudio pueda permitirse, sino comprar, al menos alquilar drones, cámaras acuáticas, travelling o steadicam, como puede apreciarse en los vídeos que recoge este reportaje con resultados técnicos que a veces no tienen nada que envidiar a los de la gran pantalla.

“Cada vez hay más competencia porque está al alcance de más gente, y ves que hay gente que empieza a hacer cosas similares a las tuyas”, considera Matías, “pero no es negativo, al final, todos empezamos inspirándonos en algo”.

Ana y Juan no querían el típico vídeo de boda paseando por la playa ni dándose besos frente al objetivo. Tampoco querían entrar en el banquete a ritmo de vals. Prefirieron montarse una historia de gánsters con sus familiares y amigos y aparecer en el salón de invitados como si acabasen de salir de la grabación, con un maletín que habían robado a un mafioso, que interpretaba el padre de la novia.

Bodas Fotografía Matrimonio
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