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Copas gratis en el trabajo: el lado oscuro de tener barra libre en el curro
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Copas gratis en el trabajo: el lado oscuro de tener barra libre en el curro

Cada vez son más las empresas que ofrecen a sus empleados la posibilidad de tomarse una copa o una cerveza como recompensa a la labor bien hecha. Pero ¿es algo bueno?

Foto: Mientras beban, no estarán pensando en irse a casa. (iStock)
Mientras beban, no estarán pensando en irse a casa. (iStock)

Pasar la jornada jugando a videojuegos con tus compañeros de trabajo. Poner los partidos de la selección nacional en los televisores de la oficina para que los empleados puedan verlos. Reunir a la plantilla durante tres días en un crucero con todos los gastos pagados. Pagarles a todos el mismo gimnasio para que se pongan a tono. Cursillos, terapias piscológicos y otros caprichos. Pero sobre todo, como hizo Google, convertir la empresa en “un entramado de cafeterías, bares, cocinas, terrazas y salas de conferencias decoradas a lo Broadway o como vagones de metro 'vintage”.

Estas son algunas de las “ventajas” (“perk” en inglés) que ofrecen algunas de las empresas más innovadoras. A todas ellas hay que añadirle una más, como explica un artículo publicado en 'BBC': cada vez son más las empresas que ofrecen a sus trabajadores la posibilidad de beber alcohol en el trabajo, ya sea en forma de tercio, debidamente enfriado en una neverita, o en una pinta servida de un grifo. Más aún: la inmobiliaria Enstar Capital ha instalado grifos de champán en todas las oficinas de sus nuevos edificios para atraer a las compañías.

Según una encuesta, el 6% de los trabajadores admite haber bebido un par de veces en el trabajo durante la última semana

No son los únicos. Según un informe de Glassdoor al que ha tenido acceso el medio inglés, hasta un 11% de trabajadores admite que hay alcohol disponible en su empresa; muchas veces, en forma de bar, algo que propicia la unión de los empleados. Un 6% de ellos admite haber bebido un par de veces en su oficina durante la última semana. La tecnológica DropBox tiene sus Viernes de Whiskey y la sede neoyorquina de la agencia de publicidad J. Walter Thompson dispone de una larga barra donde sus trabajadores pueden apoyar sus “cansados” codos mientras hacen una pausa en su labor diaria.

Publicidad, 'marketing', mundo financiero, tecnológicas emergentes… No hay que ser un lince para descubrir que los sectores donde se han implantado estos reclamos tienen muchas cosas en común. Son entornos altamente competitivos y muy vocacionales, donde las jornadas suelen ser largas y demandan mucho del trabajador que, por lo general, es joven y ambicioso. En definitiva, trabajos “que molan” en los que la fidelidad a la firma, el trabajo 24/7 y el sacrificio son factores indispensables para el éxito.

La oficina del mañana

Lo confirma el propio director de la inmobiliaria, Simon Lyons: todos estos adelantos llamativos son “parte de una división cada vez menos clara entre el trabajo y el hogar”. Por una parte, pueden parecer guiños para hacer feliz al empleado; pero, por otra, está encaminados a que este pueda hacer en su puesto todo aquello que, al estar ligado con el ocio, solía llevarse a cabo fuera de la jornada laboral: beber, salir a cenar, entrenarse en el gimnasio, ver una película, irse de vacaciones

Conseguir que un trabajador se sienta bien en su oficina y no quiera irse a su casa no se paga con dinero

Durante mucho tiempo, nadie habría defendido beber en el trabajo. No solo es una distracción, sino que sus efectos son, aparentemente, incompatibles con lo que se exige en un empleo (concentración, seriedad, cabeza fría). Con curiosas excepciones, como el periodismo, donde la figura del redactor con un cigarro y una copa en la mesa no resulta tan rara. Pero las características peculiares de este empleo explican la nueva realidad: si aquellos debían trabajar todo el día para encontrar una fuente, citándose en bares a horas intempestivas, en el empleo moderno se han desvanecido las fronteras entre el ocio y el empleo.

Como señala Lyons, la tendencia entre las inmobiliarias de Londres es la de que cada vez haya más oficinas “realmente lujosas”, frente a las tradicionales, mucho más baratas y que “no son lugares agradables para trabajar”. Al fin y al cabo, conseguir que un empleado se sienta bien en su oficina y no quiera irse a su casa no se paga con dinero. El reportaje de 'BBC' recuerda que, por lo general, estas “ventajas” son vendidas como “una recompensa al trabajo duro”. Pero no hace falta recurrir al perro de Pavlov para recordar que la recompensa es la base del amaestramiento.

Esta noticia coincide con la publicación de un informe muy peculiar por parte del Senado estadounidense, titulado 'Lo que hacemos juntos'. Este análisis de la vida “asociacional” del país lamenta que los trabajadores pasan con sus compañeros mucho menos tiempo que en un pasado no tan lejano. En 40 años, este tiempo ha pasado desde las dos horas y medias semanales a una hora. Es un cambio de cultura que medidas como la del alcohol intentan revertir en la que, como afirma el escritor Adam Grant, la oficina tiene como objetivo “ser eficiente, no formar lazos”.

La última frontera

Paradójicamente, el pasado mes de febrero, la aseguradora Lloyd's prohibió a sus trabajadores beber alcohol durante el día. La medida tenía un carácter disciplinario, y se tomó después de se descubriese que la mitad de los problemas de comportamiento de los trabajadores estaban relacionados con las bebidas alcohólicas. El código de conducta de la empresa refleja desde entonces que, de no acatarse la norma, el empleado podría ser despedido.

Reintroducir las cervezas en el entorno laboral es volver a tomarte unas cervezas con los compañeros… Eso sí, mientras sigues produciendo

En este caso, el problema se encontraba en las grandes cantidades de alcohol que se consumían durante el mediodía en las comidas de negocio, y cuyos efectos negativos dejaban verse durante las primeras horas de la tarde. Algo vinculado de forma estrecha a una cultura de empresa relacionada con el trato comercial con el cliente, muy diferente a los ritmos que pueden tener otras compañías como las tecnológicas.

Conviene no perder de vista que esto presenta otro problema: a diferencia de los videojuegos, beber tiene otras implicaciones relacionadas con la salud. Muchas personas son abstemias por decisión propia o por cuestiones de salud, por lo que convertirlo en una herramienta de socialización puede provocar una división indeseable entre unos trabajadores y otros. Sobre todo debido a que cada vez hay más abstemios en los países desarrollados, ya que son muchos los jóvenes que deciden voluntariamente no tomar una gora de alcohol. Así visto, reintroducir las cervezas en el entorno laboral huele a moderna recuperación de una costumbre muy antigua, la de tomarte algo con tus compañeros a la salida… solo que ahora lo hacemos “durante”, mientras estamos sentados delante del ordenador, produciendo.

Pasar la jornada jugando a videojuegos con tus compañeros de trabajo. Poner los partidos de la selección nacional en los televisores de la oficina para que los empleados puedan verlos. Reunir a la plantilla durante tres días en un crucero con todos los gastos pagados. Pagarles a todos el mismo gimnasio para que se pongan a tono. Cursillos, terapias piscológicos y otros caprichos. Pero sobre todo, como hizo Google, convertir la empresa en “un entramado de cafeterías, bares, cocinas, terrazas y salas de conferencias decoradas a lo Broadway o como vagones de metro 'vintage”.

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