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El misterio de los cánceres que desaparecen espontáneamente sin dejar rastro
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UNA INCÓGNITA REVELADORA

El misterio de los cánceres que desaparecen espontáneamente sin dejar rastro

Representan un porcentaje muy pequeño de los tumores malignos, pero pueden ayudarnos a entender un poco mejor el desarrollo y la posible cura de una terrible enfermedad

Foto: Melanoma humano. (iStock)
Melanoma humano. (iStock)

No cabe duda de que el cáncer es una de las enfermedades más devastadoras. Según los datos de la Organización Mundial de la Salud, en 2012 se produjeron 14 millones de nuevos casos y 8,2 millones de decesos en todo el mundo fueron causados por dicha enfermedad. Además, se trata de la principal causa de muerte a nivel global. De ahí que los sucesivos descubrimientos sean recibidos tanto con cautela como con esperanza, ya que nos ayudan a entender un poco mejor una enfermedad de la que aún desconocemos muchísimo.

Aún queda, no obstante, un gran misterio por resolver: los tumores que desaparecen espontáneamente o, como se conocen en la literatura científica, las remisiones espontáneas. Durante mucho tiempo, se consideró que el cáncer solo tenía una dirección: la de crecer cada vez más, por lo que lo único que se podía hacer era ralentizar su desarrollo. Sin embargo, cada vez existe un mayor consenso en que, en casos excepcionales, los tumores pueden llegar a desaparecer sin ninguna intervención externa aparente. El problema es que, aunque se baraja una larga serie de explicaciones, aún no está claro por qué se produce.

Entre los cánceres más inclinados a la desaparición se encuentran los melanomas, los carcinomas, los cánceres de riñón y algunas clases de linfoma

Los primeros que dieron nombre a este fenómeno fueron T. Everson y W. Cole en su clásico de 1968 'Spontaneous Regression of Cancer', en el que lo definieron como “la desaparición parcial o completa de un tumor maligno en ausencia de tratamiento, o en la presencia de terapia que se considera inadecuada para ejercer una influencia significativa en la enfermedad neoplásica”.

Durante muchos años, la hipótesis era casi tabú, no solo porque contradecía las concepciones habituales sobre el cáncer, sino porque podía dar lugar a interpretaciones completamente erróneas, como es no someterse a tratamiento al pensar que la enfermedad puede desaparecer por sí misma. Además, debido a que la mayor parte de cánceres reciben tratamiento, es muy difícil atribuir una causa segura a la remisión. Es posible, igualmente, que se hayan producido errores de diagnóstico. En muchos casos, además, se ha abordado la remisión desde un punto de vista espiritual y acientífico como una muestra de las supuestas capacidades sobrenaturales del cuerpo.

Literatura en crecimiento

En las últimas décadas se han acumulado las investigaciones que refrendan esta teoría. Es el caso, por ejemplo, de un artículo publicado en 'The Journal of the American Medical Association' que sugería que las pruebas y el tratamiento de los cánceres de pecho y próstata debían replantearse, ya que muchos tumores de tamaño pequeño no llegan a desarrollarse e incluso pueden llegar a extinguirse. Sin embargo, suelen ser otra clase de cánceres los que son más proclives a la desaparición espontánea. Entre ellos se encuentran los melanomas (de piel), los carcinomas, los cánceres de riñón y algunas clases de linfoma. Se trata, no obstante, de casos excepcionales cuya frecuencia probablemente no sea mayor de uno entre 100.000.

Uno de los casos médicos más citados es el publicado en 1990 bajo el nombre de 'A case of spontaneous disappearance of pulmonary metastasis of renal cell carcinoma following nephrectomy', en el que un anciano de 76 años vio desaparecer su cáncer de pulmón once días después de una nefrectomía (extirpación del riñón). Otros casos, expuestos por 'The New York Times' en un reportaje sobre el tema, reflejan que en los cánceres de testículo es habitual que, una vez comienza la operación, los cirujanos descubran que apenas queda rastro del tumor.

Charla TED de Lissa Rankin, autora de 'Mind over medicine'.

Quizá el caso más excepcional, pero también más revelador, sea el de los neuroblastomas, como expone un reportaje publicado en 'The Conversation'. Se trata de la formación de células malignas en el tejido nervioso de la glándula suprarrenal, el cuello, el tórax o la médula espinal y, en muchos casos, se transmite a través de una mutación genética de padres a hijos. Se trata de una enfermedad rara, y que, en algunos casos de tipo 1 (que afectan a los niños de menos de 18 meses) puede desaparecer sin tratamiento. Por el contrario, los que superan esa edad requieren un procedimiento más agresivo y tienen menos probabilidades (entre un 40% y un 50%) de sobrevivir.

Los neuroblastomas de tipo 1 pueden decirnos mucho acerca de cómo curar la enfermedad. Por lo general, dichos tumores tienen un receptor celular conocido como TrkA (receptor tirosina quinasa), que puede ser el encargado de que las células se destruyan por sí mismas. O también es posible que sean los bajos niveles de una enzima conocida como telomerasa los que provoquen la destrucción celular. Lo que está claro es que, en dichos casos, algo ocurre de manera endógena en el organismo que propicia esta desaparición.

Lo que las células ocultan

Hay multitud de hipótesis que intentan explicar por qué ocurre esto, aunque ninguna ha conseguido proporcionar una conclusión satisfactoria. Es posible, igualmente, que cada uno de los casos tenga una causa diferente, debido a la amplia variedad, origen y desarrollo de cada clase de cáncer. La primera explicación fue la ofrecida por Everson y Cole en su libro pionero: “En algunos de los casos, el conocimiento disponible nos permite inferir que la influencia hormonal probablemente fue importante”, señalaban. “En otros, los protocolos sugieren firmemente que el sistema inmunitario fue responsable”.

Los neuroblastomas de tipo 1 pueden decirnos mucho acerca de cómo curar la enfermedad

Son dos de las versiones que se han barajado con mayor frecuencia en los últimos años. Como aseguraba en 'The NYT' el doctor Barnett Kramer, director asociado del Instituto Nacional de Salud estadounidense, es posible que en los casos de remisión espontánea haya sido el organismo completo quien haya contribuido a la desaparición del tumor. Es lo que ocurre con algunos melanomas, en los cuales el cuerpo provoca una respuesta inmunitaria por la cual el tumor se infesta de un número exagerado de células protectoras.

Hay otros posibles indicadores que pueden explicar por qué el proceso se revierte en algunos casos. En algunos de ellos, como los expuestos en un artículo llamado 'Fever therapy revisited', la fiebre originada por una infección puede haber causado la regresión. También es posible que se deba a cambios epigenéticos, es decir, a la herencia transgeneracional de los factores ambientales como la alimentación o el estilo de vida. En cualquier caso, aún queda mucho por aprender de estos casos excepcionales, tanto sobre de qué manera funciona cada clase de cáncer como cuáles son los mecanismos que llevan al crecimiento desmesurado del tumor.

No cabe duda de que el cáncer es una de las enfermedades más devastadoras. Según los datos de la Organización Mundial de la Salud, en 2012 se produjeron 14 millones de nuevos casos y 8,2 millones de decesos en todo el mundo fueron causados por dicha enfermedad. Además, se trata de la principal causa de muerte a nivel global. De ahí que los sucesivos descubrimientos sean recibidos tanto con cautela como con esperanza, ya que nos ayudan a entender un poco mejor una enfermedad de la que aún desconocemos muchísimo.

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