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“Mucho castigo por 20 minutos de acción”: la ideología de la violación de Stanford
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DOS VISIONES, dos cartas, UNA VÍCTIMA

“Mucho castigo por 20 minutos de acción”: la ideología de la violación de Stanford

Hace un año, una joven despertó en el hospital tras haber sido violada. Ahora, la sentencia de apenas seis meses al agresor ha despertado una gran polémica

Foto: Vista aérea del campus de la Universidad de Stanford. (Reuters/Noah Berger)
Vista aérea del campus de la Universidad de Stanford. (Reuters/Noah Berger)

La pasada semana terminó uno de los juicios más polémicos de la historia reciente de Estados Unidos, en que un tribunal californiano encabezado por el juez Aaron Persky declaró culpable de violación a un joven estudiante de Stanford llamado Brock Turner. La condena le llevará a pasar, como mucho, seis meses entre rejas, así como a formar parte del registro de criminales sexuales.

El argumento esgrimido por el tribunal para justificar su decisión es que una sentencia mayor “habría tenido un impacto severo en él, y no parece ser un peligro para los demás”. Turner, de 20 años, tenía un futuro brillante como nadador, y el jurado no quería que su decisión afectase a su carrera.

Es muy probable que la víctima, una estudiante de la universidad de 23 años, no esté de acuerdo con el juez. Al fin y al cabo, fue violada mientras se encontraba inconsciente la noche del 17 de enero de 2015. La joven había acudido a una fiesta con su hermana menor, y a la mañana siguiente, se despertó sin ropa interior, ningún recuerdo de lo que había ocurrido, y con su cuerpo cubierto con agujas de pino y lleno de quemaduras. Había sido encontrada detrás de un contenedor, y después de despertarse en el hospital, descubrió que había sido penetrada por un extraño.

"No me conoces, pero has estado dentro de mí, y esa es la razón por la que estamos aquí ahora"

El juicio se ha alargado durante meses, en los que la conocida como cultura de la violación ha sido uno de los temas candentes en el país americano. Y pocas sentencias han levantado tanta ampollas como esta, que recuerda a aquella sobre William Zanzinger que cantó Bob Dylan en 'The Lonesome Death of Hattie Carroll', solo que sustituyendo la raza por el género. En ambos casos, la sentencia ha favorecido al agresor (el actor privilegiado, tanto en cuestión de género como de clase social y raza): la relación entre la magnitud del crimen y la pena se percibe desproporcionada, sobre todo teniendo en cuenta que el acusado se enfrentaba hasta a 14 años de cárcel. Pero aún peor resulta si atendemos a los testimonios de unos y de otros.

La carta más triste…

En los últimos días, ha circulado en la prensa americana una misiva abierta escrita por la víctima, en la que expone su experiencia después de ser víctima de la agresión (un punto que nadie pone en duda, ni siquiera los acusados). “No me conoces, pero has estado dentro de mí, y esa es la razón por la que estamos aquí ahora”, es el potente arranque de la carta. A continuación, detalla todo lo que hizo aquel día: era un sábado aburrido y pensaba quedarse en casa cuando su hermana la invitó a una fiesta. Lo último que recuerda es que bebió alcohol, “no muy rápido, ya que mi tolerancia había disminuido significativamente desde la universidad”.

Su primera rememoración tras despertar es encontrarse en el pasillo de un hospital, con el cuerpo lleno de sangre y vendada: un policía le desveló que había sido violada, y que tenía que rellenar unos formularios donde se leía 'Víctima de violación'. Tras varias horas, por fin se pudo duchar. “Me quedé ahí, examinando mi cuerpo bajo el torrente de agua, y decidí que ya no lo quería. Me daba miedo, no sabía qué había estado dentro, si había sido contaminado, quién lo había tocado”. La joven descubrió los detalles de la agresión a través de un artículo que leyó en el periódico, donde se exponía minuciosamente cómo había sido encontrada (sin ropa interior y con las piernas abiertas). “Así es como descubrí lo que me había ocurrido, sentada en mi escritorio leyendo las noticias”.

Había un factor adicional en el caso de la violación de la joven. Frente a su anonimato, su agresor, Brock Turner, era descrito como un joven deportista, con posibilidades de llegar a competir en los Juegos Olímpicos. “Entonces, al final del artículo, después de descubrir los gráficos detalles de mi asalto sexual, el artículo listaba sus marcas de natación”, recuerda. “Fue encontrada respirando, sin conocimiento y con su ropa interior a unos centímetros de su estómago desnudo, arrullada en posición fetal. Por cierto, es muy bueno nadando”. Esta dicotomía entre la violencia sufrida, presentada sin recato, y el perfil deportivo del asaltante terminó determinando el terreno discursivo en el que se dirimió el caso. Afectó incluso al veredicto final.

"El alcohol no fue el que me desnudó, el que me metió un dedo, el que arrastró mi cabeza por el suelo mientras estaba casi desnuda"

“La noche después de que ocurriese, dijo que no sabía mi nombre, que no sería capaz de identificar mi cara en una rueda de identificación, no mencionó ningún diálogo entre nosotros, simplemente que bailamos y nos besamos”, añade. Debido a que la joven no podía recordar lo ocurrido, se la acusó de haber inventado que no había sido un acto consentido. El acusado, no obstante, tardó mucho tiempo en recordar que le había permitido hacerle el amor, aunque ella no pudiese estar de acuerdo. El alcohol que dejó inconsciente a la joven ha sido utilizado como atenuante en el juicio. Sin embargo, la víctima lamenta la aseveración: “El alcohol no es una excusa. ¿Un factor? Sí. Pero el alcohol no fue el que me desnudó, el que me metió un dedo, el que arrastró mi cabeza por el suelo mientras estaba casi desnuda. Beber demasiado es un error de principiante que admito, pero no es un crimen”.

... Y la cara más lamentable

Leer por completo el testimonio de la joven da buena idea de lo que puede sentir alguien que ha sido forzado a practicar actos sexuales no deseados. Pero esta no es la única misiva que ha circulado a propósito del juicio, sino que otra, escrita esta vez por el padre del joven, ha ofrecido el punto de vista de la familia del acusado, al mismo tiempo que desvela, probablemente sin pretenderlo, la ideología que late detrás de este caso y de su veredicto final. “Habiendo vivido bajo el mismo techo que Brock desde el incidente, puedo garantizarle de primera mano el devastador efecto que ha tenido en mi hijo”, comienza explicándole el padre, Dan Turner, al juez.

Turner padre dedica unas cuantas páginas a describir el carácter de su hijo: desde que empieza asegurando que “Brock tiene una personalidad muy sencilla que le hace ser querido por casi cualquier persona a la que conoce” hasta que concluye afirmando que “está claro que Brock estaba intentando desesperadamente encajar en Stanford y se precipitó en esa cultura de consumo de alcohol y fiesta”. Como cabe esperar, hay referencias a sus méritos deportivos (“Brock también tenía talento en atletismo y participaba en béisbol, baloncesto y natación”) y académicos (“Brock ha sido siempre una persona muy dedicada, ya sea a sus estudios o a desarrollar y mantener amistades y relaciones”).

Más polémico aún ha sido el último párrafo, que ha provocado unos cuantos escalofríos entre los lectores que han seguido el caso. “La vida de Brock ha sido profundamente alterada para siempre por los eventos del 17 y el 18 de enero”, concluía. “Nunca volverá a ser la persona feliz que era, con una personalidad fácil y un sonrisa afable. Cada minuto vivirá consumido por la preocupación, la ansiedad, el miedo y la depresión”. Pero aún peor es la fórmula mental que utilizaba, en la línea del juez, para defender un trato favorable hacia su hijo: “Es un precio exagerado para 20 minutos de acción de entre sus más de 20 años de vida”, explicaba. Más allá de su dudosa elección de palabras (en serio, ¿'action'?), su lógica podía ser aplicada a cualquier otro crimen.

"La vida de Brock ha sido profundamente alterada para siempre por los eventos del 17 y el 18 de enero"

La culpa, para Turner sénior, se encontraba en el alcohol y su perniciosa cultura: “Podemos tener a alguien como Brock educando a los demás sobre cómo la sociedad puede empezar a romper el círculo de los atracones alcohólicos y la promiscuidad sexual”. Dan Turner concluía pidiendo la condicional para su hijo, ya que “le permitiría devolver a la sociedad algo positivo”.

La pasada semana terminó uno de los juicios más polémicos de la historia reciente de Estados Unidos, en que un tribunal californiano encabezado por el juez Aaron Persky declaró culpable de violación a un joven estudiante de Stanford llamado Brock Turner. La condena le llevará a pasar, como mucho, seis meses entre rejas, así como a formar parte del registro de criminales sexuales.

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