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Cómo sacar de quicio a todo el mundo: 11 cosas que hacen que te odien
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Cómo sacar de quicio a todo el mundo: 11 cosas que hacen que te odien

Les conoces desde hace años y has compartido mil cosas con ellos. Claro que en todas el protagonista eras siempre tú, y por eso ya no te soportan más

Foto: Has agotado su paciencia. (iStock)
Has agotado su paciencia. (iStock)

Están siempre ahí tanto para los buenos como para los malos momentos. Te hacen reír, son cariñosos y aportan un universo de datos e informaciones interesantes a tu vida. Entonces, ¿cómo puede ser que tus amigos sientan antipatía y aversión hacia ti y te deseen el mal? Probablemente porque estés haciendo esto.

1. Olvidas las fechas importantes

Puede parecer una tontería, pero tus amigos y seres queridos empiezan a estar hartos de que sólo te acuerdes de ellos cuando te avisa Facebook. Está bien que las nuevas tecnologías te mantengan alerta de cuándo es el cumpleaños de menganito o fulanito, pero acabas dando la misma importancia a ese día 'tan especial' de tu amigo de la infancia y de aquel tipo que conociste una noche en un bar y te agregó a 'sus amigos'. “A los amigos de verdad les gusta que tengas un gesto personal de vez en cuando. Al menos un poco más de esfuerzo que las dos palabras genéricas de cumpleaños en tu muro de Facebook”, señala Jessica Dolcourt en 'Cnet', donde repasa algunas de las peores cosas que hace la gente en redes sociales y que conducen al odio infinito de sus contactos, como estas.

2. Eres un cansino en redes sociales

'Posteas' todas y cada una de las cosas que se te pasan por la cabeza, compartes cada noticia que lees –aunque solo hayas visualizado el titular–; te metes en todas las discusiones habidas y por haber con los 'tuiteros' de moda; 'te gusta' –si no 'te encanta'– absolutamente todo lo que ves y eres capaz de 'retuitear' el tiempo en Maldivas con tal de tener visibilidad; haces un alarde permanente y pasteloso de lo mucho que quieres a tu pareja; te preocupa más tu número de seguidores que la cantidad de personas reales que han dejado de hablarte; no hay día que no pongas fotos de tu desayuno, merienda, cena y piscolabis varios; y haces que el muro de Facebook de tus amigos esté invadido de tu cara autofotografiada en todos los espacios que has pisado a lo largo del día. Además, tus interminables y recurrentes hashtags #hacenqueseaimposibleentenderelmensajequetratasdeenviaralmundo #aprendeaescribir #telopedimos #decorazon. Eres un trol y ya no aguantan.

3. Cuentas chistes malos (a dolor)

Si no se rieron con tu primera interpretación de Chiquito de la Calzada, ¿qué te hace pensar que a la quincuagésima por fin dirán que tienes un arte inaudito? Si tus amigos desvían la mirada cada vez que repites tus bromas no es por estrabismo, sienten una vergüenza ajena atroz.

4. Eres un 'yomismista'

Está claro que eres el protagonista de tu vida pero si pretendes compartir algunos bonitos momentos con otros, de vez en cuando tienes que ceder algo de coprotagonismo. Si cuando te están contando un problema o anécdota, tu réplica empieza siempre por un “sí, a mi me pasó que...” o “es como cuando a mi...” aún sabiendo que en realidad tu historia sobre la intoxicación con las coles de Bruselas no tiene nada que ver con el despido improcedente de tu amigo, date cuenta de que estás siendo bastante impertinente. Y, cómo no, nunca escuchas ni prestas atención a las conversaciones si no giran en torno a tu persona. Vamos, que de haber algún fan de Pablo Alborán entre tus amigos, podría canturrear el “tú, y tú, y tú, y solamente tú” cada vez que abres la boca.

5. Te acabas todas las tapas

Una muestra más de tu egoismo supremo: 'la de la vergüenza' acaba siempre en tu intestino.

6. La confianza das asco

Pequeños detalles como dejar los huesos de las aceitunas en el mismo plato donde todavía quedan algunas olivas, reservarte el chicle que masticas pegandotelo en la mano mientras te comes unas pipas, hablar de la forma y tamaño de tus heces o del olor de cualquiera de tus fluidos corporales, por mucho que os conozcáis desde hace tiempo, hace que la gente sienta cierta grima hacia tus costumbres.

7. Jamás preguntas por sus vidas

La tuya puede ser interesantísima, nadie lo duda, pero la operación de colón de tu amigo equis, el increíble ascenso laboral de mengano o esa buena colega que va a ser mamá resulta que está a punto de parir, pero tú no tienes ni la más remota idea de cuantos meses está. ¿Acaso sabes si va a ser niño o niña? Tu dejadez sienta tan mal que acabarán por no contarte nada. Total, si todo apunta a que te da realmente igual, preferirán no perder el tiempo contigo.

8. Tú y tu móvil, una sociedad aparte

Comer contigo es como asistir a una sesión fotográfica gastronómica en la que cobran protagonismo cada uno de los malditos platos que pedís, no hay día que pase sin que te hagas un 'selfie' en donde sea que quiera que hayáis quedado, el soniquete de los mensajes que recibes constantemente marca la banda sonora de vuestros encuentros y aparentemente pareces haber salido para reunirte con la pantalla de tu móvil. Tampoco tienen que ser reuniones libres de tecnologías y todo el mundo puede entender que tengas que contestar a un asunto puntual, pero si vas a dar más conversación a quien sea que está 'whatsapeándote' que a los seres vivos conocidos que te rodean, casi mejor quédate en casa.

9. Te quejas del trabajo (y ellos están en paro)

Nadie dice que no tengas el mismo derecho que cualquier empleado a farfullar y jurar en arameo por las maldades laborales a las que te ves expuesto cada día, pero hay que aprender a saber delante de quién nos estamos quejando. Si cobras el doble haciendo la mitad o, peor aún, un alto porcentaje de tus interlocutores están desempleados y llevan meses buscando trabajo, lo de que con la subida del IRPF ahora cobres sólo 3.517 euros al mes, puede sobrar.

10. Eres un rata

Nunca invitas a una ronda pero a menudo pides que te den 'solo un traguito'. Por misteriosas causas siempre olvidas poner tu parte del bote para el regalo de cumpleaños de ese gran amigo de la infancia –y tienes unos cuantos acumulados– y cuando llevas una botella de alcohol a una fiesta te la llevas de vuelta a tu casa con el 'culín' que quede, porque, claro, la has comprado tú. ¿O no? Ojo, porque también suele ocurrirte que presumes de tus viajes y compras caras delante de la gente a la que 'sajeas' cada día.

11. Vas de solidario

Una cosa es querer concienciar a quienes te rodean de la necesaria labor del voluntariado, la donación y los trabajos sociales para la sociedad; y otra muy distinta es que les restriegues por la cara que tú –cómo no– estás haciendo una labor increíble y ellos no. La solidaridad no se hace por postureo, deja de intentar sacar provecho de cualquier cosa que haces para vender la moto de que eres el mejor.

Están siempre ahí tanto para los buenos como para los malos momentos. Te hacen reír, son cariñosos y aportan un universo de datos e informaciones interesantes a tu vida. Entonces, ¿cómo puede ser que tus amigos sientan antipatía y aversión hacia ti y te deseen el mal? Probablemente porque estés haciendo esto.

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