Las mujeres tienen un problema con sus pechos, y alguien se está forrando con él
Las inseguridades generadas por las presiones sociales también afectan a la lencería de las mujeres. ¿Por qué resulta tan difícil encontrar una talla que siente bien?
Como ocurre tantas veces, ha hecho falta que una voz más o menos anónima lo haya denunciado para que empiece a hablarse de un problema que afecta a millones de personas. Se trata de las dificultades que sufren muchas mujeres para encontrar una talla que se adapte a su tamaño de pecho, especialmente si son más grandes que la media, y a pesar de la ayuda que supuestamente reciben en las tiendas de lencería. Otra manifestación más de la presión que ejercen los cánones estéticos imperantes –con la delgadez como cualidad esencial– sobre el mundo de la moda.
Ha sido la periodista Candace Bryan quien, en las páginas de 'Mic', ha descubierto sus malas experiencias en Victoria's Secret, tanto como compradora como desde el punto de vista de las trabajadoras. Según la autora, la popular aseveración de que el 85% de las mujeres no llevan la talla de sujetador que deben –un dato que reaparece una y otra vez, como ocurre con esta entrevista con la experta en lencería June Kenton– es verdad, pero sólo a medias.
Los pechos se me salían si me inclinaba, se me clavaban los aros en la carne y necesitaba colocar los tirantes cada cinco minutos
“Esto es lo que las tiendas de sujetadores no te dicen”, expone la autora. “Si estás llevando el tamaño de sujetador incorrecto, que te midan no resolverá necesariamente todos tus problemas”. Es algo común en cadenas como Victoria's Secret, donde una dependienta puede medir el pecho de las clientas si estas lo desean para conseguir la talla, supuestamente, ideal. El problema es que, como recuerda la autora, no siempre existe una talla que encaje, por mucho que las hagan creer que sí. En Victoria's Secret, por ejemplo, las tiendas sólo tienen una talla de 40DDD (105 copa F), como se ha denunciado con anterioridad. Toda una paradoja, explica la autora, que la gran cadena de ropa interior americana olvide a todas las mujeres de tamaños superiores.
No son los cuerpos, son las tiendas
La situación se entiende mejor a través de las historias de las que sufren estos problemas. Bryan explica que a los 15 años, una dependienta le indicó que su talla de pecho era una 36DDD (95 copa F), por lo que durante los cuatro años del instituto se vistió con sujetadores de dicho tamaño. Era evidente que no le sentaban bien: eran muy poco cómodos, puesto que “los pechos se desbordaban si me echaba hacia delante sin agarrarlos, se me clavaban los aros constantemente en la carne y necesitaba recolocar los tirantes cada cinco minutos”.
“¿Por qué era mi experiencia de medida tan mala? ¿Por qué no podía conseguir en la mayor cadena de sujetadores de América un sujetador que me encajase?”, se pregunta. Cuando acudió a otra sucursal de la cadena, esta vez en Nueva York con una amiga, se dio cuenta de lo que iba mal. Mientras que su amiga encajó sin mucho problema en una talla 34C (90C), ella volvió a experimentar las viejas dificultades. La dependienta le ofreció una 34DD (90E), que Bryan ya sabía de antemano que era muy pequeña. Cuando le pidió una alternativa, esta fue la que la clienta ya se esperaba, una 32DDD (85F). El problema, en ese caso, es que si bien la copa era muy grande, la estrechez de la talla provocaba que el aro no se apoyase en su esternón y los pechos se desbordasen.
Algo semejante le ocurre a Elena, que explica a El Confidencial sus problemas, muy parecidos a los de Candace. Su talla es una 90E (34DD), algo que le causa muchos problemas porque "hay pocas tiendas con precios medianamente asequibles en las que se pueda encontrar". En su caso, pasó muchos años llevando una talla incorrecta: "Lo que hacía, mientras no averigüé cuál era mi talla y copa de verdad era usar sujetadores de mayor talla (95 o 100 con la genérica copa B)". Algo que resultaba poco cómodo. En su caso, o la espalda queda floja y el sujetador se subía por detrás, por lo que no cumplía su función de sujetar, o "directamente no te cabe, o al ser pequeña la copa, el sujetador aprieta, el aro se clava y tampoco sienta bien, sin olvidarnos de que esto no es sano para el pecho".
Otro testimonio añade más leña al fuego. Como explica en Xo Jane la antigua empleada Andrea Park, que trabajó en la firma durante cinco meses, aunque la mayor parte de dependientas saben más que los clientes acerca de las medidas, no recomienda fiarse completamente, puesto que en muchos casos es posible que la prenda encaje por una parte pero no por otra. Lo peor, no obstante, es tener que explicarle a una mujer que no existe su talla. Es lo que le ocurrió con una niña de 12 años cuya medida rondaba la 42AA (110A). En respuesta, la mintió y la ofreció una 38B (100B). Su respuesta: “¡Victoria's Secret debe empezar a hacer sujetadores para mujeres reales!”
La talla que, en realidad, no existe
¿Qué está pasando? Candace explica que una trabajadora de la tienda admitió que, por lo general, antes de decirle a un potencial compradora que no existe la talla que en realidad necesita, es preferible buscar el tamaño que más se ajuste a sus necesidades, aunque no encaje completamente. En muchos casos, incluso en la publicidad de la marca, es patente que las modelos tienen problemas habituales como el aplastamiento del pecho bajo la axila o la imposibilidad de que el aro repose sobre el pecho.
Para las mujeres con grandes pechos, los sujetadores son lo que nos permiten correr, hacer volteretas y, en general, existir
La realidad es que medir la talla de pecho sigue siendo problemático debido a su dificultad. Como explicaba Maureen O' Connor en un reportaje publicado en 'The New York Mag', el sistema actual que se enseña rápidamente a las dependientas “favorece el consumo, pero parece ser que es lo suficientemente difícil como para confundir a una mujer que se arma con una cinta métrica por primera vez en su dormitorio, pero lo suficientemente sencillo como para que una vendedora lo aprenda en la pausa del cigarro”. Aunque reconoce que el sistema “no fue inventado para confundir”, añade que “su opacidad contribuye a las ventas”.
El problema, concluye Bryan, es la prevalencia de lo estético por encima de lo práctico. “Para millones de personas como yo, un sujetador es una herramienta necesaria para funcionar cómodamente en nuestros días”, señala. “Para las mujeres con grandes pechos, los sujetadores son lo que nos permite correr, hacer volteretas y simplemente existir sin el temido deslizamiento de pezón”.
Como ocurre tantas veces, ha hecho falta que una voz más o menos anónima lo haya denunciado para que empiece a hablarse de un problema que afecta a millones de personas. Se trata de las dificultades que sufren muchas mujeres para encontrar una talla que se adapte a su tamaño de pecho, especialmente si son más grandes que la media, y a pesar de la ayuda que supuestamente reciben en las tiendas de lencería. Otra manifestación más de la presión que ejercen los cánones estéticos imperantes –con la delgadez como cualidad esencial– sobre el mundo de la moda.