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Las 10 razones por las que nos cuesta tanto aprender a hablar inglés correctamente
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Las 10 razones por las que nos cuesta tanto aprender a hablar inglés correctamente

Es cierto que en nuestro país hemos sufrido la gota gorda para manejar correctamente la lengua de Shakespeare, pero todavía hay ciertos escollos que nos resultan difíciles de superar

Foto: Lo que sale por nuestra boca al hablar inglés no siempre es correcto... ni siquiera inteligible. (iStock)
Lo que sale por nuestra boca al hablar inglés no siempre es correcto... ni siquiera inteligible. (iStock)

Los españoles nos hemos chocado una y otra vez con el muro de los idiomas extranjeros. Debido a que durante mucho tiempo el aprendizaje de idiomas no fue especialmente valorado (y mucho menos el inglés), hemos arrastrado un complejo de inferioridad que provoca que nos cueste mucho lanzarnos a hablar en inglés, incluso aunque no pase nada por equivocarnos. Pero ¿qué tiene el inglés que lo hace tan complicado, cuando en realidad estamos cada vez más acostumbrados a escucharlo en series de televisión y películas y leerlo en internet?

En principio, no debería resultar tan difícil. Aunque se trate de una lengua germánica y no romance como el español, compartimos gran cantidad de vocabulario y construcciones gramaticales. En otras palabras, no es chino, ni siquiera alemán. Pero incluso los propios anglófonos reconocen que su idioma puede resultar un sinsentido, como señalan desde la Oxford Royale Academy.

Es sencillo encontrar un buen puñado de razones por las que el inglés, a pesar de su aparente facilidad (sujeto, verbo y predicado, ¿no?) resulta, a un nivel avanzado, especialmente complejo. Algunas de ellas son semejantes a lo que ocurre al español, pero otras son propias. ¿Cuáles son, exactamente?

No se escribe como se pronuncia

Una de las facilidades del aprendizaje del español es que, como señala Sean Sutherland de la Universidad de Westminster en 'The Conversation', “vocales como la 'a' y otras apenas cambian su pronunciación de palabra en palabra”. No ocurre lo mismo en el inglés, en el que cada vocal puede representar fonemas muy distintos: no es lo mismo la “a” de “hat” que la de “hate” o la de “father”. E incluso puede desaparecer por completo, como en “oak”. En muchos casos, estas pronunciaciones siguen una regla… pero en otros, no hay ningún criterio para que una vocal se pronuncie de una forma u otra. Eso por no empezar a hablar del reto que supone para un español pronunciar “Leicester” o “Worcester”.

Por ejemplo, el verbo “Read” se escribe igual cuando se declina en participio, pero se pronuncia de forma distinta. Vaya laberinto

Esa quizá sea, a nivel global, la gran dificultad de un idioma como el inglés: su falta de consistencia en las reglas frente a otros idiomas. Un ejemplo: “through” (“a través”) y “though” (“aunque”). A pesar de que la única diferencia entre ambas es una 't', la pronunciación es completamente diferente: /θɹuː/ frente a /ðəʊ/. Una letra lo puede cambiar todo.

Un volquete de verbos irregulares

Una de las expresiones más claras de la excepcionalidad del inglés son los verbos irregulares. De acuerdo, muchos de ellos siguen las reglas generales, pero todos recordamos esas listas inacabables de verbos con sus participios que debíamos aprender de memoria en el instituto. Por ejemplo, “read”, que aunque no cambia de forma cuando se declina en participio, sí se pronuncia de forma distinta.

Cortesía

Quizá una de las dificultades de las que menos seamos conscientes, pero una de las que nos pueden dejar en peor lugar al hablar en inglés. Como bien explica Sutherland, mientras otros idiomas tienen maneras sencillas de dirigirse en un tono formal (el “usted” español o el “vous” francés), en inglés la cortesía viene dada de manera mucho más sutil, a través del empleo de fórmulas retóricas como una pregunta (“could you please...”?) o una subordinada (“I don't know if you could...”). “Si no se manejan esas sutilidades, es probable que hablantes de otra manera fluidos pasen de manera inintencionada por maleducados”, señala Sutherland.

Falsos amigos

Los “false friends” son esas palabras que se parecen en pronunciación o escritura a otras del español pero tienen un significado completamente opuesto, como es el caso de “actual”, que en inglés significa “real”. Pero hay otro tipo de términos que nos pueden descolocar, como “pineapple”, que no es ni “pino” ni “manzana”, sino “piña”, o la pareja de “overlook” y “oversee”, que significan respectivamente “pasar por alto” y “supervisar” (es decir, palabras prácticamente iguales que no obstante significan lo opuesto).

Énfasis

Incluso más que en el español, gran parte del significado de una oración inglesa proviene de su entonación. Como todos los hablantes experimentados aprenden demasiado tarde, la palabra en la que nos detengamos cambiará por completo el significado de la frase. Por ejemplo, “I love her” implica que eres tú quien la ama (y nadie más), mientras que “I love her” incide en que a quien amamos es a ella (y no a otra). Resulta complicado para los hablantes no experimentados seleccionar las palabras adecuadas y, al mismo tiempo, enfatizar correctamente.

Inglaterra vs. EEUU

Si ya de por sí resulta complicado aprender el vocabulario de un idioma, aún más lo es cuando este tiene variantes no sólo dialectales, como ocurre con el español o el francés, sino dos grandes polos que, para más inri, son dos de los países más influyentes del globo. De ahí que aunque por lo general en España solamos aprender el inglés de Gran Bretaña, lo terminemos trufando de términos americanos (como “highway”, “autopista”), sacados de las películas, canciones y novelas que hemos leído en inglés.

Orden de palabras

Cuando vamos a nuestra primera clase de inglés (¿o tal vez era la segunda?) se nos explica que la sintaxis es sota, caballo y rey, es decir, sujeto, verbo y predicado. Y que, al contrario que el español, un idioma que se presta mucho más al hipérbaton, la fórmula es inamovible. En realidad no es así exactamente, y como explica el artículo de Oxford Royal, el orden puede alterar notablemente el significado de las expresiones, como ocurre con las inversiones o a la hora de ordenar los adjetivos.

Mientras que es correcto decir “watch television”, no lo es “see television”, y aunque está mal “view television”, el que mira la tele es un “viewer”

Homófonos

Aunque en todos los idiomas existen estos términos que, aunque se pronuncian igual, significan cosas completamente distintas (y los homógrafos, con los que ocurre lo mismo pero en la escritura), en el inglés estos términos abundan, quizá a causa de que haya muchos más monosílabos. Por ejemplo: “cerca” y “cerrar” (“close”). También puede ocurrir que no se escriban ni pronuncien igual, pero se parezcan tanto que se presten a la confusión, como con “postre” y “desierto” (“dessert” y “desert”).

Sinónimos

Uno de los términos paradójicos de la lingüística, hasta el punto de que no son pocos los que, con razón, afirman que los sinónimos no existen, ni en inglés ni en ningún otro idioma. Supuestamente, dos palabras sinónimas significan lo mismo. Pero, en realidad, ni siquiera dos términos que en el diccionario se traducen de la misma forma se emplean en los mismos casos. Un buen ejemplo es el de “ver” y sus supuestos sinónimos en inglés (“see”, “watch” y “view”). Mientras que es correcto “watch television” (“ver la televisión”), no lo es “see television”, y aunque no se puede decir “view television”, el que mira la tele no es un “watcher”, sino un “viewer”. Todo un laberinto.

Arcaicismos

Todos los idiomas tienen los suyos, y el inglés no es menos. Si estos nos resultan más complicados de entender es porque no provienen del latín, como los nuestros, y por lo tanto no tenemos nada con lo que guiarnos para su traducción. E incluso aunque sí lo hagan resultan confusos: es el caso de “alas”, que proviene del viejo francés “a lasse”, “cansado”, pero que muy pocos hispanohablantes podrían traducir sin ayuda.

Los españoles nos hemos chocado una y otra vez con el muro de los idiomas extranjeros. Debido a que durante mucho tiempo el aprendizaje de idiomas no fue especialmente valorado (y mucho menos el inglés), hemos arrastrado un complejo de inferioridad que provoca que nos cueste mucho lanzarnos a hablar en inglés, incluso aunque no pase nada por equivocarnos. Pero ¿qué tiene el inglés que lo hace tan complicado, cuando en realidad estamos cada vez más acostumbrados a escucharlo en series de televisión y películas y leerlo en internet?

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