La Zona, el idílico y desconocido paraíso que ocultó el otro ‘apartheid’ de EEUU
El 15 de agosto de 1914 se inauguró el Canal de Panamá y, con ello, dio comienzo una de las convivencias coloniales más peculiares del siglo XX
El 15 de agosto de 1914 se inauguró el Canal de Panamá y, con ello, dio comienzo una de las convivencias coloniales más peculiares del siglo XX, vigente en el país de América Central hasta 1999, cuando la soberanía del canal fue transferida de los Estados Unidos a Panamá. La Zona, como se conocía al lugar en el que vivían los miles de americanos dedicados al mantenimiento del canal, era un paraíso en la Tierra. Un lugar idílico en el que apenas se trabajaba y sus habitantes disponían de multitud de privilegios económicos y sociales en un entorno marcado por las agradables temperaturas caribeñas. Eso siempre y cuando fueses descendiente de americanos blancos, claro está.
Los zonians, como se autodenominaban los habitantes de las 533 millas cuadradas controladas por civiles americanos, dispusieron a lo largo de todo el siglo XX de casas subsidiadas, servicios públicos y exclusivos y otros beneficios derivados de su condición de expatriados. En definitiva, vivían el american way of life en un recóndito lugar entre el mar Caribe y el Océano Pacífico. Como ha explicado Michael Donaghue, autor de Tierra fronteriza en el istmo: raza cultura y lucha por la zona del canal en un artículo publicado en BBC News, parecía una ciudad del sur de Estados Unidos trasplantada en mitad de América Central. Durante las épocas más conflictivas, 100.000 americanos vivían en la Zona, aunque por lo general, la cifra se reducía hasta los 50.000; aproximadamente, la población de Boadilla del Monte o Gavà.
¿Quiénes ocuparon la Zona cuando fue abierta a comienzos del siglo pasado? Tan sólo los americanos que habían trabajado en la construcción del Canal y sus descendientes, o los que se desplazaban a dicho territorio. Como explica una investigación realizada por la Universidad de Panamápor Tomás Herrera Calix, los zonians gozaban de los privilegios que les concedía la nacionalidad americana, mientras que el resto de trabajadores del canal fueron considerados panameños desde la Secesión de Panamá de Colombia, en 1903. Ello provocó una importante fractura social en un país que en 1960 apenas contaba con un millón de habitantes, y cuya colonia significaba un 10% de la población total: los zonians nunca se consideraron panameños, y comenzaron a utilizar dicho nombre en 1925 para diferenciarse de los miles de obreros afroantillanos cuyos descendientes obtuvieron la nacionalidad panameña.
La vida en el paraíso
Los zonians apenas viajaban a la capital, ya que tenían todo lo que necesitaban en la Zona. La separación no era sólo geográfica, sino también cultural: la mayoría siguió empleando el inglés como su idioma principal y las autoridades se preocupaban de que las últimas novedades hollywoodienses llegasen a los cines que podían encontrarse en la Zona. Además, disponían de sus propios clubes deportivos y de un centro educativo al más alto nivel, el campus de Panamá de la Universidad de Florida. El abastecimiento de los productos de primera necesidad no se realizaba desde el resto del país, sino desde Estados Unidos.
Entre las prebendas de las que disfrutaban figuraban más de 45 días de vacaciones pagadas, agua gratuita, un descuento del 50% en la electricidad que consumían, vivienda barata, una rebaja en el precio de los productos consumidos, automóviles y yates libres de impuestos y educación gratuita para sus hijos, como aparece recogido en la revista Diálogo social, en su ejemplar de agosto de 1975. Entre los célebres descendientes de la Zona, se encuentran John McCain, el político republicano que perdió las elecciones frente a Barack Obama en 2008, y el músico Stephen Stills, de Crosby, Stills, Nash & Young, que habitó en la región durante su infancia.
Uno de los chistes más habituales en la zona, como explica la nativa Jill Bany en el artículo de BBC News, era el siguiente: “¿Cuántos zonians se necesitan para cambiar una bombilla? Dos: uno para llamar al servicio de viviendas y otro para preparar las bebidas” Los testimonios dan fe de un lugar edénico, situado en mitad de la jungla, rodeado por la frondosa vegetación y los animales salvajes. Una buena recompensa por estar dispuestos a vivir como colonos, lejos del hogar y en un ambiente extraño, sugería la política estadounidense que se mantuvo vigente durante décadas, y que también dio lugar a su propio ‘apartheid’.
Americanos oro e indios plata
La segregación no sólo tenía lugar entre los habitantes de la Zona y los que vivían fuera de ella, sino también dentro de la misma. Durante mucho tiempo, hasta que el Acta de los Derechos Civiles fue finalmente implantada en la colonia, algo que no ocurrió hasta los años 70, los trabajadores americanos y los caribeños vivían separados, por ejemplo, en las aulas o en el empleo de las letrinas, que se dividían entre “oro americano” e “indios plata”. Dicha denominación se heredaba del siglo XIX, cuando los americanos obtenían su paga en oro, y los indios, en plata. Como explica la investigación de Herrera, “los americanos blancos se colocaron en la cumbre de esa sociedad”, mientras que “los negros de origen afroantillano, los panameños, los latinos en general, e incluso obreros europeos de España, Italia y otras geografías debieron adecuar sus existencias a la legislación de todo tipo impuesta por las autoridades zoneitas”.
Ello dio lugar, como cabía esperar, a no pocas tensiones sociales, de la que apenas eran conscientes los habitantes de la Zona, a pesar de que en una cárcel controlada por los americanos se empezaban a agolpar los panameños. La situación estalló en el año 1964, cuando de forma paralela a la lucha por los Derechos Civiles en Estados Unidos, 21 panameños y cuatro soldados americanos murieron en unas protestas violentas. En 1979, después de que el presidente Jimmy Carter se comprometiese a devolver la Zona a Panamá, 60% de dicho territorio pasó a ser controlado por las autoridades locales, y los niños nacidos después de dicha fecha dejaron de gozar de la nacionalidad americana.
El sueño (o la pesadilla) concluyó en 1999, cuando se transfirió la soberanía por completo a Panamá. Que la mayor parte de los habitantes de la Zona abandonasen la colonia de la noche a la mañana es un signo revelador de la escasa integración de los colonos en el país que los acogía y cuyos recursos aprovechaba. Aún a día de hoy, siguen llevándose a cabo nostálgicas reuniones entre los que vivieron en la Zona en Florida. Como explicaba Jill Bany, “si hubiese sido mayor, nunca habría abandonado Panamá, porque era el lugar perfecto”. Mientras tanto,en lo que un día fue la Zona, los antiguos propietarios y los nuevos inquilinos han reaprovechado los viejos edificios detrás de los cuales se oculta uno de los episodios más desconocidos del colonialismo.
El 15 de agosto de 1914 se inauguró el Canal de Panamá y, con ello, dio comienzo una de las convivencias coloniales más peculiares del siglo XX, vigente en el país de América Central hasta 1999, cuando la soberanía del canal fue transferida de los Estados Unidos a Panamá. La Zona, como se conocía al lugar en el que vivían los miles de americanos dedicados al mantenimiento del canal, era un paraíso en la Tierra. Un lugar idílico en el que apenas se trabajaba y sus habitantes disponían de multitud de privilegios económicos y sociales en un entorno marcado por las agradables temperaturas caribeñas. Eso siempre y cuando fueses descendiente de americanos blancos, claro está.