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Sexo y liderazgo
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Sexo y liderazgo

Cuando mi amigo Pedro se enteró de que yo escribía una columna llamada “provocaciones inusuales” se puso rojo. ¿Cómo era posible que su ejemplar amiga del

Cuando mi amigo Pedro se enteró de que yo escribía una columna llamada “provocaciones inusuales” se puso rojo. ¿Cómo era posible que su ejemplar amiga del colegio hubiese acabado escribiendo algo así?

Steven Pinker, profesor de Harvard e investigador del lenguaje y el cerebro humano, avanza la hipótesis del lenguaje indirecto como necesidad humana. Usamos los dobles sentidos, los eufemismos las medias verdades para gestionar situaciones sociales en las que el lenguaje directo nos llevaría a la exclusión social.

En la sociedad moderna, cada vez más obsesionada por el sexo, las alusiones sexuales también han penetrado la literatura del management con libros que hablan del kamasutra, las 69 normas de esto o las cien posturas garantizadas, la negociación seductora y otras tonterías por el estilo. El doble sentido parece convertirse en único sentido si nos dejamos guiar por lo que muestran la publicidad y las películas.

Tras reírnos juntos de la vida y de nuestros problemas, Pedro me garantizó que si mi columna fuese efectivamente sobre sexo, se convertiría en la sensación mediática del país. ¡Yo le contesté que entonces tendría que cambiarme de periódico!

Pero hoy me he levantado atrevida. Será esta calurosa primavera, que la sangre altera estos días en Madrid, o será que necesito escribir algo que nos haga a todos reir un poco, e incluso soñar con posibilidades futuras. ¿Qué tienen en común, pues, el buen liderazgo y el sexo inolvidable?

Sencillo: la autenticidad personal. La manía del sexo acrobático, cada vez más enriquecido por consejos derivados de la investigación científica, fármacos de legalidad variable y novedosos aparatos sofisticados de colores y formas insospechadas, está plagado de máscaras y mentiras. Como el parchís de antaño.

He leído que esta sociedad ha sustituido la búsqueda del Cielo por la aspiración al orgasmo perfecto, lo cual se plasma en múltiples síntomas: Desde las ventas crecientes de pornografía y sexo virtual, pasando por la creciente industria de las citas online de tipo “aquí te pillo aquí te mato”, las fiestas escandalosas con máscara y lista VIP de Londres o el novedoso auge de lo que hasta ahora nunca había ocurrido: mujeres dispuestas a pagar por sexo a partir de ciertas edades y poderes adquisitivos.

Todo un mundo, señores. Y nosotros sin enterarnos. Estaríamos perdiéndonos algo gordo, si no fuese porque, en el fondo, la búsqueda obsesiva del sexo en cantidad delata una profunda insatisfacción con el sexo que sí se consigue. Igual que ocurre con el poder y el dinero. Hay mucha gente que nunca tiene suficiente.

Igual que el líder mentiroso, superficial, egoísta o acomplejado no convence a nadie para seguir su estrategia, el amante que no sabe ser auténtico no logra conectar ni convencer a su pareja. Y así, no hay píldora azul ni postura científica que valga.

Mostrarse sin tapujos y sin excusas intelectuales resulta ser, después de todo, lo que más nos cuesta a todos. Ya sea a la hora de dirigir a nuestra gente en la oficina, o a la hora de entregarnos a la intimidad con nuestra pareja.

Elegir a nuestros colaboradores, desarrollar la relación profesional para minimizar conflictos y maximizar motivaciones en el seno de complejos modelos de negocio requiere atención, destreza y mucha humanidad. Elegir a las parejas de diversión no es menos trabajoso.

¿Quiere esto decir que los CEOs empresariales y jefes políticos de nuestra sociedad son los mejores en la cama? No. Ni mucho menos. Tener el puesto jerárquico no equivale a tener el liderazgo informal de la organización. Los adictos al poder usan el sexo como espada de conquista o espejo favorecedor. Además, ya puestos, hay que descartar también al que sabe entregarse a su empresa pero acaba escondiéndose en ella para no enfrentarse a sus propios escudos anti pareja.

No todo vale en el amor ni en la guerra de los negocios. Pero la autenticidad, el aprendizaje de nuestras fortalezas y la aceptación de nuestras debilidades es la vía hacia el éxito. Sin conocimiento de uno mismo, no puedo haber autenticidad adulta.

Así que…¡Viva el coaching! Ahora ya sabes cómo vendérselo a tu jefe y/o a tu pareja.

Cuando mi amigo Pedro se enteró de que yo escribía una columna llamada “provocaciones inusuales” se puso rojo. ¿Cómo era posible que su ejemplar amiga del colegio hubiese acabado escribiendo algo así?

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