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¿Me compro un 'megamóvil'?
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LA FIEBRE DE LOS 'PHABLETS' SE DISPARA

¿Me compro un 'megamóvil'?

Son una moda. No, son una plaga. Uno se había habituado ya al tamaño convencional del smartphone, aquél que entra bien en el bolsillo y se

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¿Me compro un 'megamóvil'?

Son una moda. No, son una plaga. Uno se había habituado ya al tamaño convencional del smartphone, aquél que entra bien en el bolsillo y se maneja sin problemas con una mano, pero un buen día llegó Samsung y se planteó la posibilidad de ir más allá de los límites establecidos en el mercado. En realidad, nadie había establecido un tamaño estándar al hardware de los móviles avanzados. Todo caía en cascada como una pesada herencia del pasado. Antes, los móviles se empleaban únicamente para hablar y, si era el caso, enviar un SMS. 

Pero ahora lo de hablar es algo del pasado, y ante este panorama, si el grueso del uso del equipo se lleva a cabo en la pantalla, ¿por qué no hacerla más grande? Así las cosas, los coreanos presentaron al mundo el Galaxy Note. La red se llenó de chistes a cuenta del tamaño sobredimensionado del equipo. Hay que recordar que este transgresor equipo vio la luz en octubre de 2011, y toda una eternidad ha transcurrido en tiempo tecnológico. Hoy la excepción es norma, y a excepción de Apple, no hay fabricante de primer orden que no disponga de un megateléfono (o phablet, como se le conoce en la jerga). Pero... ¿merece la pena apuntarse a esta tendencia?

Lo primero que hay que entender previamente es el concepto de phablet: se trata de un smartphone avanzado cuya principal característica, y hecho que lo diferencia, es su tamaño. El término comenzó a acuñarse en 2008 como combinación de phone y tablet, y es que estos equipos ocupan el espacio en pulgadas que dista un móvil de una tableta. 

No hay un tamaño claro que determine que un smartphone entra en esta categoría, pero parece que todo el mundo está de acuerdo con la descripción que estableció el Wall Street Journal a comienzos de año que describía estos equipos como “aquellos móviles con tamaño de pantalla entre 5 y 7 pulgadas”. Hay que entender que a partir de las 7 pulgadas entramos de lleno en el ámbito de las tabletas con equipos sonados como el Nexus 7 o el Kindle Fire y cerca de las 8 pulgadas del todopoderoso iPad mini. Se trataría, en definitiva, de una tableta de bolsillo con funciones de teléfono. Vamos, que se puedan efectuar llamadas con ella.

Los phablets son dispositivos realmente útiles para los que hacen un uso intensivo de la pantalla: adiós a las estrecheces y dejarse la vista intentando dilucidar qué hay escrito en la pantalla. La idea básica es salir de casa o la oficina con un único dispositivo que nos sirva para prácticamente todo, excepto aquellas tareas que requieran la potencia de un procesador, teclado o sistema operativo de un ordenador completo. 

Su generosa pantalla permite leer y contestar de una forma mucho más natural los correos y navegar por las webs sin tener que estar haciendo constantemente zoom. Estos equipos aprovechan además la sobredimensión de la pantalla para ocupar toda la trasera del equipo con grandes baterías que los acercan al sueño de no tener que enchufar el móvil en una larga jornada de trabajo. Compensan su derroche de pulgadas reduciendo el grosor y peso del equipo a marcas que hace tan sólo unos meses se nos antojarían imposibles, y contra lo que uno podría pensar inicialmente, se llevan bastante bien en el bolsillo del pantalón.

Estos serían los pros, pero también encontraremos contras, aunque no son muchos, pero inasumibles para algunos. El mayor y principal inconveniente de estos equipos es el tamaño, y no tanto porque sean más molestos de llevar encima, sino por el qué dirán. Atender una llamada con un smartphone de tamaño superior a las 5 pulgadas es una prueba al que no todo el mundo se enfrenta sin pestañear y hacer caso omiso de miradas y cuchicheos alrededor. Es cierto que cada vez son dispositivos más comunes, pero las ventajas de una pantalla king size terminan cuando suena el teléfono y toca contestar. 

Ante este panorama y en previsión de ello, son varios los fabricantes que instan a los usuarios a comprar pequeños manos libres Bluetooth para evitar taparse la cara con sus phablets cada vez que uno de sus dueños recibe una llamada. La otra gran pega de estos equipos es que resulta más complicado utilizarlos con una sola mano: si bien es cierto que su peso es cada vez más reducido y que los fabricantes dotan a los terminales de teclados virtuales que permiten escribir con una sola mano, resulta mucho más intuitivo y directo poder ocupar todo el ancho de la pantalla con el pulgar.

Pero como apuntaba al comienzo, esta fiesta parece que no termina nunca y siguen llegando invitados. El último de ellos es el más grande y guapo de todos, y lo firma Sony: ayer mismo vio la luz el máximo exponente de esta nueva categoría y se llama Xperia Z Ultra. Estamos hablando de 6,4 pulgadas que hacen que las dimensiones del Galaxy Note 2, el máximo exponente de la categoría, suenen a broma a su lado. 

Los japoneses hicieron ya sus pinitos en esta categoría con el Xperia Z, pero el Ultra rompe todas las marcas de la categoría con su pantalón. Palabras mayores. Sin embargo, Sony ha forzado la máquina hasta extremos insospechados en lo tocante al tamaño, ¿estamos ante un smartphone desmedido o un tablet pequeño? Pero el paso no ha sido en falso: el fabricante japonés sabe que si quiere copar titulares tiene que batir récords, y en este creciente mercado hay hueco para todos. Incluso para los experimentos.

Son una moda. No, son una plaga. Uno se había habituado ya al tamaño convencional del smartphone, aquél que entra bien en el bolsillo y se maneja sin problemas con una mano, pero un buen día llegó Samsung y se planteó la posibilidad de ir más allá de los límites establecidos en el mercado. En realidad, nadie había establecido un tamaño estándar al hardware de los móviles avanzados. Todo caía en cascada como una pesada herencia del pasado. Antes, los móviles se empleaban únicamente para hablar y, si era el caso, enviar un SMS.