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¿Pintura con cáscaras de arroz? El reciclaje inteligente está aquí
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UNA ESPAÑOLA, LÍDER EN REVALORIZAR RESIDUOS

¿Pintura con cáscaras de arroz? El reciclaje inteligente está aquí

Resumir en una frase cualquier innovación tecnológica que implique procesos científicos es una misión imposible. Lo que hace la empresa española Green Applied Solutions

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¿Pintura con cáscaras de arroz? El reciclaje inteligente está aquí

Resumir en una frase cualquier innovación tecnológica que implique procesos científicos es una misión imposible. Lo que hace la empresa española Green Applied Solutions es la excepción que confirma la regla. Su actividad es tan sencilla como revolucionaria. Trasforman cualquier tipo de residuo orgánico en un producto de consumo completamente diferente. No es magia. Se llama revalorización de residuos, y la compañía cordobesa puede presumir de ser una de las pioneras de este campo en el mundo.

Los ejemplos son infinitos. Cáscaras de naranja convertidas en aceites esenciales para fragancias o proteínas para pienso animal. Restos de cuero transformados en ungüentos para curar heridas. Mazorcas de maíz que, mezcladas con aceite de cocina, se convierten en biodiesel. Algas invasivas de las que se extraen compuestos naturales para controlar el colesterol. Residuos de anacardos y cacahuetes transformados en detergente. Cáscaras de huevo que devienen en cal viva. Cáscaras de arroz que se convierten en aditivos para fabricar pintura. 

Aunque de momento lo han probado a pequeña escala, la aplicación masiva de estas técnicas de transformación de la materia orgánica podría cambiar para siempre las estructuras de producción y consumo a nivel global. 

Para eso, aún queda un largo camino. De momento, el Massachusetts Institute of Technology (MIT) ya ha reconocido su trabajo, designando al director de la compañía, Rafael Luque, como uno de los jóvenes innovadores más brillantes de España a través del MIT Technology Review, que en su edición global ha premiado a emprendedores como Mark Zuckerberg o Sergey Brin.

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“Ahora mismo se ven los residuos como un problema: por eso se gestionan como un problema. Lo que hacemos nosotros es el futuro de una sociedad sostenible. Tiene un grandísimo potencial. Todos producimos basura, y la materia orgánica es una fuente inagotable”, explica a Tekanutas el propio Rafael Luque.

El valor de su trabajo no se encuentra en las técnicas -muchas de ellas simples y otras sobradamente conocidas- que utilizan para transformar los residuos, sino en los conocimientos que aplican. Descifran la materia. Analizan los compuestos potencialmente presentes en la basura orgánica, escrutan sus posibles aplicaciones, eligen la técnica científica adecuada para su transformación y mediante ese proceso obtienen un nuevo producto final.

"Depende del tipo de materia prima. A veces son procedimientos simples, con microondas u ultrasonidos, o solamente moliendo. En otras, usamos técnicas de apoyo, incluyendo destilaciones, purificaciones y separaciones. En general son técnicas limpias, de bajo impacto ambiental", señala Rafael Luque.

No se trata de simple reciclaje. “El reciclaje es un proceso básico. Nosotros usamos tecnologías más avanzadas, aunque simples desde el punto de vista práctico. Aplicamos el conocimiento de la materia al residuo en cuestión, y a partir de ahí buscamos nuevas aplicaciones", continúa el profesor de la Universidad de Córdoba.

De momento, ya ha reconvertido distintos tipos de basura. En el caso de los residuos cítricos, a partir de compuestos químicos como el D-limoneno y el terpineol, pueden crear principios básicos para perfumes; y en base al bioetanol, son capaces de reconvertir cáscaras de limones o naranjas en biocombustibles. Además, pueden reutilizar este tipo de basura como proteínas para pienso animal o fibras dietéticas.

Si hablamos de la basura procedente de la industria del cuero, como los descartes de piel en la fabricación de bolsos o los residuos de un matadero, "con un ácido diluido se obtiene un colágeno -explica Luque-, y esto se puede estructurar en forma de esponja o de fibra, y también se pueden obtener ungüentos o pomadas para la cura de heridas, que nosotros estamos probando ya en ratas e intentando llevar a test clínicos". 

En cuanto a las mazorcas de maíz, combinándolas con restos de aceite "como los que usan los restaurantes", apunta el químico, la compañía cordobesa puede obtener biodiesel. Y en lo que se refiere a las algas, el ejemplo merece una explicación aparte.

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"En el lago de Lesina, en Italia, tenían un problema de compuestos tóxicos para los ecosistemas. Intentaron paliarlo haciendo crecer algas capaces de incorporar dichos tóxicos en su metabolismo, pero ha llegado un momento en que han crecido demasiado y las algas están afectando a otras especies. Nosotros les hemos propuesto varias formas de extracción de las algas, para valorizarlas obteniendo fitoesteroles, compuestos naturales que actúan como agentes de control del colesterol o incluso biomateriales para formulaciones de cremas solares o esponjas con propiedades antimicrobianas", cuenta el profesor Luque.

En el ámbito empresarial, en lo que se refiere al negocio puro y duro, Green Applied Solutions está en una fase incipiente, tratando todavía de mostrar al mundo sus proyectos y su filosofía. Iniciaron su actividad en 2012, pero ya ha abierto caminos importantes. 

Cuentan con la alianza de una empresa británica, Starborn Technologies, una spin off de la Universidad de York de la que el propio Luque es cofundador. Pero sus esperanzas de abrir la caja de Pandora del negocio a corto plazo están en Asia, concretamente en Hong Kong, "donde estamos tratando de negociar varias iniciativas", señala.

"Lo interesante de la valorización de residuos es que, de cara a las empresas, podrían ser una nueva fuente de capital, pueden lanzar otras líneas de productos creando un beneficio adicional. Ahora mismo, la mayoría de residuos van a parar al vertedero, y nadie les encuentra ningún tipo de utilidad", lamenta el científico.

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Antes de finalizar la conversación, el profesor Luque plantea un reto a Teknautas: "Dime cualquier residuo, y te diré qué podemos hacer con él". Las cáscaras de huevo le parecen un ejemplo demasiado fácil. "Tienen una gran cantidad de calcio, y cuando lo carbonizas lo conviertes en óxido de calcio, que se puede usar como catalizador de biodiesel o, mezclado con agua, puede transformarse en cal viva". 

Los anacardos también le parecen cosa sencilla. "A partir del cardanol podemos desarrollar detergentes para la ropa mejores de los que existen, más puros". Pero la basura orgánica favorita de Rafael Luque son las cáscaras de arroz, quizás por la inmensa cantidad de residuos de esta clase que se generan en Asia y Latinoamérica. "Se pueden reutilizar, por ejemplo, como aditivos en la creación de pinturas o como agente de recubrimiento". Así, sin despeinarse.