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Apple no supera el luto de Jobs: su beneficio cae un 18% este trimestre
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DESPLOME TRAS UNA DÉCADA DE CRECIMIENTO

Apple no supera el luto de Jobs: su beneficio cae un 18% este trimestre

Apple ha entrado en crisis existencial. Lo masculla la calle, lo sugieren los analistas y lo confirman las cifras: su beneficio neto en el segundo trimestre

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Apple no supera el luto de Jobs: su beneficio cae un 18% este trimestre

Apple ha entrado en crisis existencial. Lo masculla la calle, lo sugieren los analistas y lo confirman las cifras: su beneficio neto en el segundo trimestre fiscal ha caído por primera vez en diez añosLa tecnológica reportó anoche unos beneficios de 9.500 millones de dólares, "muy sólidos" según su CEO, que suponen un descenso del 18% en comparación con los 11.600 que ingresaron en el mismo tramo de 2012.

No obstante, la firma de la manzana ha vendido un 11% más, sigue colocando más de tres millones de iPhones al mes –aunque eran cuatro en enero- y cierra otro quarter como el vecino más rentable de Silicon Valley. ¿Qué está sucediendo entonces? Que Apple ha preferido desplomar el margen de beneficio (-37%) a decepcionar a un cliente, cuasi fanático, que no está recibiendo la dosis de innovación a la que está acostumbrado. Es más, Apple ha convertido sus célebres keynotes en meros updates, porque Después de Jobs (D.D.J.), no ha habido nada. Y va para dos años, el plazo en el que WhatsApp se hizo indispensable en nuestras vidas. Por ejemplo.

La consecuencia es que el 24 de marzo de 2013 era imposible trazar un perfil de Apple sin mentar a sus muertos. Sobre el cadáver de Steve Jobs ha corrido muchísima tinta y seguirá corriendo porque, a medida que se aleja, crece la magnitud de su legado. Sin él Apple es terrenal, lúcida pero terrenal, amedrentada en la distancia corta con su competencia asiática, centrada en exprimir la gallina de los huevos de oro; es la Apple del iPad barato y el iPhone alargado.

La innovación se paró con el corazón de Jobs y nadie parece querer tomar el testigo. El éxito de la compañía se ha basado históricamente en tres pilares: innovación, diseño y experiencia de uso. Mientras ha liderado en estos campos, los productos de la manzana han sido incontestables. Hoy, a Apple se le concede la excelencia en el diseño y quizá en la calidad de la experiencia del usuario con sus dispositivos, pero Tim Cook mantiene cerrado el grifo de las nuevas ideas. A él se le contrato para mantener el orden y eso es exactamente lo que está haciendo. 

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Cook es uno de esos hombres que consideramos aptos para "transiciones". Toca en corto, se la pasa a todos, y aúpa las cifras del negocio un par de palmos apostando por mejorar lo que funciona en lugar de crear la propia funcionalidad. Nada que reprocharle al CEO, al menos en el 95% de las tecnológicas.

El problema es que a Apple se le una exige genialidad que Cook no tiene. Lo que sus clientes piden es que, como en 2001, los de la manzana creen el iPod y le expliquen a fabricantes veteranos cómo debe hacerse un MP3. O que emulen aquella ocasión que presentaron un teléfono que sacó del mercado a HTC, Nokia y Blackberry en tan solo unos meses. Mejor aún, que creen un segmento nuevo en la tecnología de consumo, como sucedió con el iPad. No, no, mejor lo del Macintosh: que acerquen la tecnología a millones de personas.

Probablemente estos episodios no volverán a suceder. Por supuesto que Cook dispone de una plantilla extraordinariamente talentosauna bolsa con 145.000 millones, la mejor imagen de marca y un puñado de patentes con largo recorrido. Por no mencionar el detalle de que sus productos son ahelados -y plagiados- en todas partes del mundo ni a esa máquina de fabricar billetes por engrasar que es iTunes, que ya representa el 7% de sus ingresos globales. En realidad a Apple solo le falta lo que los norteamericanos llaman the whole picture, una visión de conjunto que poseía Jobs… y nadie más. 

Y si alguien más la tiene en Cupertino, quizá no está dispuesto a fajarse con los consejos de administración con la intensidad del antiguo CEO. Porque uno puede presentar con buenas maneras un proyecto a sus jefes, o puede amenazar sistemáticamente con su dimisión sabiéndose imprescindible. Según gustos, pero la opción dos tiene más consistencia estadística.

Para conseguir estos resultados Apple se ha traicionado a sí misma. Ha reducido la pantalla del iPad, cuando su fundador sostenía que las tabletas por debajo de 8 pulgadas "estarán muertas antes de nacer" mientras sondea el terreno del 'low cost' en móviles, olvidando aquello de “la mejor experiencia que la tecnología permita”. La crisis no perdona: si no te mata, al menos te baja al suelo. 

En estas, los accionistas consideran que la nueva Apple vale un 46% menos que la antigua y, además, que Cook necesita un conejo en la chistera para ahuyentar la guillotina. Algo bueno, bonito y barato, que no se lo espere nadie a poder ser. Nunca la empresa llegó tan exigida a una reválida como lo hará en junio, cuando Apple centre la atención del mundo en una esperadísima keynote en la que suena el iWatch como protagonista. También se imponen cambios en el software, antes de que Android le coma esa tostada a golpe de evolución.

En junio veremos mucho más que un reloj o un iPhone para emergentes; lo que veremos es si queda algo de la Apple deslumbrante o si, por el contrario, en Cupertino ya no se habla el idioma de Jobs.

Apple ha entrado en crisis existencial. Lo masculla la calle, lo sugieren los analistas y lo confirman las cifras: su beneficio neto en el segundo trimestre fiscal ha caído por primera vez en diez añosLa tecnológica reportó anoche unos beneficios de 9.500 millones de dólares, "muy sólidos" según su CEO, que suponen un descenso del 18% en comparación con los 11.600 que ingresaron en el mismo tramo de 2012.

Steve Jobs