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Estas son las opciones de Grecia tras borrar a la Troika de la ecuación
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Estas son las opciones de Grecia tras borrar a la Troika de la ecuación

¿De dónde sacará Grecia los ingresos para incrementar el gasto si rechaza al único acreedor que le presta a interés razonable? Estas son sus opciones

Foto: Tensa rueda de prensa entre el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem y el ministro de Finanzas griego, Yanis Varufakis (EFE)
Tensa rueda de prensa entre el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem y el ministro de Finanzas griego, Yanis Varufakis (EFE)

El nuevo gobierno griego deshace el camino trazado por su predecesor a una velocidad imposible: cancela los acuerdos de privatización implementados por Samarás, instaura ayudas a los desfavorecidos (un importante porcentaje de la población tras ocho años de crisis) y ahora rechaza el siguiente tramo de ayuda de la Troika; no solo eso, sino que asegura que no dialogará con este comité "creado con principios podridos".

El gobierno de Syriza aprobará en los próximos días el incremento del salario mínimo, regalará la electricidad a 300.000 hogares que no pueden pagarla y planea readmitir a los funcionarios despedidos. La gran pregunta es ¿dónde encontrará Grecia los ingresos para pagar esto, teniendo además en cuenta que rechaza al único acreedor que le presta a interés razonable?

Duelo al amanecer

El presidente del Eurogrupo, el holandés Jeroen Dijsselbloem, compareció serio y adusto a reclamar los intereses de la Unión Europea. Su piel lucía lechosa comparada al bronceado del ministro de Finanzas griego, Yanis Varufakis, siempre altivo, siempre con esa media sonrisa que mostraba en sus clases en Texas, donde era profesor universitario.

Ayer se retaron y, hasta el 16 de febrero que se vuelvan a encontrar en el Eurogrupo, tendrán tiempo de limar asperezas. Aunque el frío, el gélido apretón de manos que intercambiaron al despedirse, no hace suponer que vaya a ser fácil. Varufakis dijo delante del presidente del Eurogrupo que la Troika no es un interlocutor válido, aunque ofreció toda su colaboración con las instituciones y naciones europeas.

El ministro griego también aseguró que su país no pedirá el siguiente tramo del rescate comprometido por Samarás, quien había acordado con la Troika un aplazamiento hasta febrero de la negociación para insuflar otros 7.200 millones a las arcas de Atenas. Dijsselbloem contraatacó diciendo que si Grecia desea una conferencia sobre la deuda, tiene un marco para ello. "Se llama eurogrupo", le espetó.

Con el posicionamiento de ayer, Grecia dio un golpe encima de la mesa y la vibración se notó en las bolsas: la de la capital helena se dejaba un 14 por ciento tras esta reunión, mientras el interés del bono a tres años subía un 19 por ciento.

Ni los bancos más grandes se han salvado de la quema: Piraeus Bank, Alpha y el Banco Nacional caían un 12%. Bajadas que se suman a las de días anteriores. Su posición se ve debilitada por la fuga de capitales, que está empezando a ser una sangría, aunque las autoridades señalan que esta pérdida estaba prevista y que los bancos pidieron ya la asistencia del mecanismo de liquidez de la Unión.

Desde que Syriza ganó las elecciones, hace menos de una semana, la prima de riesgo ha subido 250 puntos. Algunos analistas aseguran que lo que el gobierno griego espera de las negociaciones con la Unión Europea es que se le rebaje el objetivo de superávit en al menos tres puntos, que se quede en alrededor del 1%, y que haya una condonación masiva de la deuda (durante la campaña electoral Syriza habló del 50 por ciento). Por lo pronto, el Consejo Europeo del 12 de febrero ya ha incluido a Grecia, sin nombrarla, en su orden del día.

La actividad frenética del nuevo primer ministro, Alexis Tsipras, ha pillado a contrapié al Eurogrupo, a pesar de que la visita del presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, dejó un buen sabor de boca por la sintonía con el primer ministro. El viernes tocaba reprimenda y Dijsselboem le dijo a Varufakis que tomar decisiones sin consensuar no ayuda a mejorar las cosas.

La crisis entre Grecia y la UE no ha hecho más que empezar. Tsipras aprobará en unos días medidas tremendamente populares pero que no cuentan con el beneplácito de la UE ni con una fuente clara de financiación: los bonos de comida, la electricidad gratuita y la reapertura de la cadena pública.... Además de la paralización del despido de muchos funcionarios.

Al mismo tiempo, se frenan muchas de las privatizaciones que había empezado el anterior Ejecutivo y que iban a reportar a las arcas del Estado una lluvia de millones. Empezando por la venta del 67% de las acciones de la autoridad portuaria del Pireo a la empresa china COSCO.

Pekín ha protestado y ha pedido a Grecia que respete los compromisos. Y hay otras empresas a la cola de la privatización: el puerto de Salónica, el segundo del país; la empresa de transporte ferroviario y las Loterías del Estado (OPAP), una de las pocas empresas estatales que dan beneficios. Es cierto que nada de lo que ahora implementa Syriza estaba fuera de su programa y que el mandato otorgado por el pueblo griego fue claro. Sin embargo, con respecto a los mercados la situación de Grecia ahora mismo es de incertidumbre. ¿Quién le va a prestar el dinero que necesita?

En 2012 conocimos que Chipre se enfrentaba a un posible impago y que pedía el rescate al BCE, la Comisión y el FMI. El 16 de marzo de 2013 se firmó el acuerdo por un total de 10.000 millones de euros. Pero la cifra total ascendía a 17.000 millones, por lo que Nicosia debía poner dinero de su bolsillo. Fue un desastre en las bolsas y en los bancos: la contribución de Chipre a su propio rescate obligaba a una quita en los depósitos, rompiendo uno de los tabúes de la crisis a pesar de las declaraciones de los líderes europeos de que Chipre no era "un ejemplo".

El gobierno chipriota se plantó al verse forzado por la Troika a hacer reformas estructurales profundas y muy impopulares. En busca de un nuevo acreedor, el 20 de marzo dirigió la mirada hacia Moscú, a quien pidió esos 5.800 millones que le faltaban. Pero tras meses de negociaciones, de tira y afloja, finalmente Rusia negó el préstamo y Chipre tuvo que "liquidar" su sistema bancario.

Hoy el semanario alemán Der Spiegel publica una entrevista con el ministro de Economía griego, Yorgos Stazakis, en la que este sigue la línea de Varufakis: no reconoce a la troika, pero anuncia su intención de negociar con los socios europeos. La deuda de Grecia es de apenas un 10% con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el único de la terna de fuera del continente, mientras que el 60% se debe a países de la eurozona.

Wolfgang Schäuble, homólogo alemán de Varufakis, ha reiterado que Berlín está dispuesto a ayudar a Grecia, pero que la solidaridad tiene que ir acompañada de reformas en Atenas. Der Spiegel aforma que Berlín podría estar dispuesta a dar una ayuda de 20.000 millones de euros, aunque un portavoz del ministerio se ha apresurado a desmentir esta información. Grecia se ve en el euro, pero nadie sabe en qué condiciones.

El nuevo gobierno griego deshace el camino trazado por su predecesor a una velocidad imposible: cancela los acuerdos de privatización implementados por Samarás, instaura ayudas a los desfavorecidos (un importante porcentaje de la población tras ocho años de crisis) y ahora rechaza el siguiente tramo de ayuda de la Troika; no solo eso, sino que asegura que no dialogará con este comité "creado con principios podridos".

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