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La pesadilla persigue a los griegos en España
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UN MILLAR DE RESIDENTES ESPAÑOLES NO PODRÁN VOTAR ESTE DOMINGO

La pesadilla persigue a los griegos en España

Hoy Grecia celebra sus segundas elecciones generales en menos de dos meses y cientos de miles de sus ciudadanos no están llamados a las urnas. Entre

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La pesadilla persigue a los griegos en España

Hoy Grecia celebra sus segundas elecciones generales en menos de dos meses y cientos de miles de sus ciudadanos no están llamados a las urnas. Entre ellos, al menos un millar de griegos que viven en España, que tendrán que asistir como lectores, televidentes y espectadores a unas elecciones en las que su país se juega el futuro propio y parte del de Europa. Las leyes griegas no permiten el voto por correo y los helenos hispanos, como los otros cientos de miles de emigrados a otros países, no tienen más remedio que confiar en que los comicios de hoy contribuyan a aplacar una tormenta económica, política e ideológica que amenaza con empapar un continente entero. En El Confidencial hemos hablado con algunos de los griegos que residen en España para preguntarles por las elecciones en su país, el rescate europeo, Amanecer Dorado y Angela Merkel,  entre otras cosas, y conocer cómo se enfrentan a una crisis económica y política cuyo esquema, para muchos, empieza hoy a repetirse en España. 

La clase política, un "problema histórico"

Panagiotis Charalambidis vino a España con 18 años, en 1976, y regenta el Milos, un restaurante griego en la madrileña calle de Francisco Silvela. Se dice "muy orgulloso del pasado, pero algo menos del presente" de Grecia, y por eso predica con el ejemplo clásico; a los políticos de su país recomienda, por encima de cualquier apreciación técnica, "que vuelvan a leer la Eneida, y a Platón y a Sócrates". Y después de eso, "que hagan política". Lo dice un hombre que sobre el dintel de la puerta de su local luce una cita de Sócrates llamando a la contención de los apetitos.

"Lo que quiere el pueblo griego es estabilidad y trabajo", afirma Panagiotis, que se muestra muy crítico contra "la gran irresponsabilidad" que, según él, exhiben los gobernantes griegos. "Grecia tiene muchos problemas, y muchos no están dentro de nuestras fronteras. Pero los políticos griegos, los partidos, son el problema de fondo. Son un problema histórico".

Tras las pasadas elecciones, celebradas el 6 de mayo, ninguno de los tres partidos griegos con mayor proporción del voto consiguió formar Gobierno. Entre los conservadores de Nueva Democracia, los izquierdistas de Syriza y los socialistas del PASOK pesaron más las diferencias en el enfoque del rescate europeo que la acuciante necesidad griega de consenso y estabilidad política.

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Por esta razón, Charalambidis es pesimista sobre el futuro inmediato de Grecia, cuya resolución por las urnas le parece "muy improbable". Los griegos, dice, "votan, pero no confían en ningún político. Votan a la desesperada, al que creen que es menos malo. Es lo único que pueden hacer". No considera que la cita electoral de este domingo vaya a resolver la situación y predice un gobierno de unidad. "Si los partidos son inteligentes y se respetan, respetarán al pueblo", afirma. Y matiza que no se trata de un vaticinio: "Es más una esperanza".

La diáspora de los jóvenes

“Vine aquí para trabajar. Si no puedo trabajar, volveré a emigrar”. Así de claro lo tiene Alexis, licenciado en Odontología, que llegó a España hace tres años para evitar las terribles cifras de paro de Grecia y se ha encontrado aquí con un panorama laboral parecido al de su país de origen. Ahora también su novia, española, se plantea emigrar con él. No tienen claro un destino definitivo, pero sí que hay que evitar la crisis económica. “Uno de los países más atractivos es Australia”, nos explica. “Tiene poco paro, pero es difícil quedarse legalmente”.

En el primer trimestre de 2012 el paro juvenil –entre los menores de 29 años– alcanzó en Grecia la cifra récord del 52,7% y superó el 60% en el caso de las mujeres. Muchos jóvenes no tienen más opción que reeditar la diáspora griega a destinos tradicionales para ellos como Reino Unido, Suiza y Alemania. En 2011, el número de inmigrantes procedentes de Grecia se disparó en Alemania un 84% y se duplicó en Reino Unido. En ese mismo año, 2.500 ciudadanos griegos emigraron a Australia y otros 40.000, según las autoridades helenas, “han mostrado interés” en emprender el tortuoso proceso burocrático que exige la ley del país para emigrar legalmente. La comunidad griega en Australia, el principal foco receptor fuera de Europa, ya sobrepasa los 300.000 individuos.

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Pese a las sombrías perspectivas, Alexis no cree que la conflictiva situación griega –que insiste en elevar a la categoría de "europea"– sea el fin del mundo, aunque sí habla de una fractura moral en su generación: "Los jóvenes griegos están enfadados con Grecia", resume. "No tienen una deuda con el país, o eso es lo que ellos creen. Por eso muchos no se plantean volver".

Paralelismos con España

Con menos optimismo se expresa Ioannis Mitkas, que lleva 28 años residiendo en Madrid y se considera español aunque, apunta, no siente que está viviendo en el extranjero, sino simplemente “en otra provincia” del continente. “Los que vivimos fuera de Grecia pensamos que es una situación para largo”, explica. “Y más ahora, que está empezando a ocurrir aquí lo mismo que en Grecia hace dos años”.

Para muchos ciudadanos griegos y buena parte de sus políticos, las condiciones del rescate europeo son sencillamente inasumibles. Con el segundo, de 109.000 millones de euros, el Eurogrupo acordó bajar los intereses desde más del 5% previo al 3,5% y extender de 7,5 años a un mínimo de 15 y hasta un tope de 30 el vencimiento del préstamo. Aun así, Grecia es de momento incapaz de presentar solvencia mientras acomete los recortes en el gasto destinados a la contención del déficit y cumplir con los compromisos financieros adquiridos técnicamente con Bruselas, pero moralmente con Berlín.

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Para Ioannis, europeísta convencido, los problemas de Grecia, como los de España, son en parte endémicos y de origen doméstico, pero se están tratando con medidas “comunes a todos” hechas con el molde de las grandes naciones europeas –“en particular con el de frau Merkel”, ironiza–, y no pensando en la viabilidad de la Unión. “Primero fue Grecia, después Irlanda y Portugal y ahora, España”, enumera. “Y si no cambian las políticas, después vendrán Italia y Francia”. La experiencia demuestra, según él, que las medidas tomadas por Europa “simplemente no funcionan”.

Escuela de frustración

“Los griegos están muy preocupados, porque no ven que haya una salida al final del túnel, y muy enfadados, porque se les critica mucho pese al esfuerzo titánico que están haciendo”. El veredicto de Ioannis es igual al de sus compatriotas, que coinciden en señalar que la recesión económica se traspone en dramas humanos cada vez más palpables en las calles de Atenas, Tesalónica, El Pireo o Patras.

Según datos de BBC, el número de llamadas a la línea telefónica de apoyo para potenciales suicidas atenienses se duplicó en 2011, y en lo que llevamos de 2012 son más de 150 los griegos que se han quitado la vida, según el diario local Ekathimerini. La cifra a 1.800 casos en los últimos dos años. Uno de los más significativos fue el de un jubilado de 77 años, Dimitris Christoulas, que se suicidó en la emblemática plaza Syntagma aduciendo que no quería "dejar deudas" a su hija.

Según Mitkas, la frustración ha hecho presa de buena parte de la ciudadanía helena, que no podrá cumplir con “las condiciones del rescate” pese a las durísimas medidas de austeridad que practica su gobierno. Es algo, dice, que “afecta muy seriamente a nuestras vidas. Un país o un  pueblo puede acometer unas medidas siempre y cuando se le de esperanza; si no, no puede hacerlo. Y se dice que Grecia no cumple pero,  ¿cómo va a cumplir? No puede, simplemente no puede con los intereses impuestos”.

"Las víctimas son los hijos de los griegos"

Es lo que piensa Eleftheria, de 29 años. "Nosotros hemos votado durante años a los que nos han llevado a esta situación, y sabíamos lo que estaba ocurriendo". Para esta ateniense afincada en España desde hace más de dos años, "la corrupción no es el único problema de Grecia, pero sí el más importante".

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La crisis económica griega comenzó hace dos años, después de que la nación helena emitiese grandes cantidades de deuda pública para financiar el déficit  hasta alcanzar, a principios de 2010, un volumen inasumible para el país. La confianza de los mercados –y en buena medida, también la de sus socios europeos– se derrumbó al saberse que el gobierno de Kostas Karamanlís había ocultado durante dos legislaturas el verdadero valor de la deuda nacional: si el Ejecutivo del conservador hablaba de un déficit del 3,7% en 2009, el posterior Gobierno de Yorgos Papandreu dio a conocer una cifra que sobrepasaba el 12%.

Por razones como esta Eleftheria no comparte el sentimiento antieuropeo –y en particular, antigermano– que cala estos días en amplios espectros de la opinión pública helena. Lo que ocurre en el país, asegura, "no es culpa de los alemanes". Según ella, "lo más fácil es echarle la culpa a alguien de fuera, pero no tiene sentido decir que Alemania es responsable de la situación griega. Es probable que quieran ayudarnos haciendo negocio, sí, y sacando un beneficio. Pero eso no significa que la situación no la hayamos creado nosotros mismos".

Deriva al radicalismo

Un asunto en continuidad, explica, con el súbito repunte de la xenofobia y el discurso antiinmigración que vehiculan partidos como Amanecer Dorado, de perfil neonazi. "Es un  sinsentido", concluye Eleftheria. "Nosotros mismos hemos sido inmigrantes y nunca nos han  tratado así, en ningún país".

Poco antes de las elecciones de mayo, el portavoz de la formación radical, Ilyas Panayotaros, anunciaba ante los medios que “todos los problemas de Grecia son culpa de los inmigrantes. Son parásitos y criminales. Cuando gobernemos, los deportaremos y blindaremos las fronteras con minas y vallas electrificadas”.

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De su habitual espacio residual, estas ideas radicales han empezado a calar en cientos de miles de griegos –especialmente en los barrios obreros y las zonas rurales–, y la presencia institucional de Amanecer Dorado ha crecido espectacularmente desde el inicio de la crisis. Ya en 2010, el 5,2% de los electores atenienses se decantó por alguno de sus candidatos –todos de sangre aria– en las municipales, y en las pasadas elecciones generales de mayo, el partido consiguió el 7% de los votos y obtuvo 21 escaños en el Parlamento nacional.

Los radicales, explica Eleftheria, "se aprovechan del miedo", un sentimiento animado irresponsablemente también por los partidos mayoritarios, que "agitan la incertidumbre para que les votemos". El resultado es un extremismo "absurdo y si razón", en palabras de Eleftheria. "Odian, pero no saben por qué odian".

Hoy Grecia celebra sus segundas elecciones generales en menos de dos meses y cientos de miles de sus ciudadanos no están llamados a las urnas. Entre ellos, al menos un millar de griegos que viven en España, que tendrán que asistir como lectores, televidentes y espectadores a unas elecciones en las que su país se juega el futuro propio y parte del de Europa. Las leyes griegas no permiten el voto por correo y los helenos hispanos, como los otros cientos de miles de emigrados a otros países, no tienen más remedio que confiar en que los comicios de hoy contribuyan a aplacar una tormenta económica, política e ideológica que amenaza con empapar un continente entero. En El Confidencial hemos hablado con algunos de los griegos que residen en España para preguntarles por las elecciones en su país, el rescate europeo, Amanecer Dorado y Angela Merkel,  entre otras cosas, y conocer cómo se enfrentan a una crisis económica y política cuyo esquema, para muchos, empieza hoy a repetirse en España.