Encerrados y encadenados, así rehabilita Birmania a los adictos a las drogas

  • Pantalla completa
Un hombre libera de sus cadenas a uno de los pacientes. (EFE)
1 de 11
Comparte la fotografía

Un hombre libera de sus cadenas a uno de los pacientes. (EFE)

Un drogadicto estudia la bíblia dentro de una celda. (EFE)
2 de 11
Comparte la fotografía

Un drogadicto estudia la bíblia dentro de una celda. (EFE)

Uno de los internos hace deporte en el centro de rehabilitación. (EFE)
3 de 11
Comparte la fotografía

Uno de los internos hace deporte en el centro de rehabilitación. (EFE)

Los pacientes se duchan usando un cuenco con agua. (EFE)
4 de 11
Comparte la fotografía

Los pacientes se duchan usando un cuenco con agua. (EFE)

Un drogadicto se sirve una taza de té. (EFE)
5 de 11
Comparte la fotografía

Un drogadicto se sirve una taza de té. (EFE)

Los recién llegados tienen que permanecer una semana encerrados. (EFE)
6 de 11
Comparte la fotografía

Los recién llegados tienen que permanecer una semana encerrados. (EFE)

Un drogadicto se inyecta heroína en el área cercana al centro de rehabilitación. (EFE)
7 de 11
Comparte la fotografía

Un drogadicto se inyecta heroína en el área cercana al centro de rehabilitación. (EFE)

Uno de los trabajadores encierra a un paciente. (EFE)
8 de 11
Comparte la fotografía

Uno de los trabajadores encierra a un paciente. (EFE)

Muchos jóvenes terminan cayendo en la trampa de las drogas por su bajo coste. (EFE)
9 de 11
Comparte la fotografía

Muchos jóvenes terminan cayendo en la trampa de las drogas por su bajo coste. (EFE)

Los jóvenes que trabajan buscando Jade son las primeras víctimas de las drogas. (EFE)
10 de 11
Comparte la fotografía

Los jóvenes que trabajan buscando Jade son las primeras víctimas de las drogas. (EFE)

Cadenas y celdas son las herramientas de trabajo de un centro de rehabilitación para drogadictos de Myitkyina, al norte de Birmania. La terapia comienza encerrando durante una semana a los adictos para evitar que consuman heroína y se aseguran de ello encadenándoles. La vida cotidiana es tranquila y los internos matan el tiempo leyendo o haciendo ejercicio para mantener la mente lejos de las drogas.

A la región de Hpakant, conocida como “la tierra del Jade”, llegan cada año miles de jóvenes para buscar el preciado mineral tratando de escapar de la pobreza y hacer fortuna. Sin embargo, las duras condiciones de vida les acaban empujando en la trampa de la droga barata en lugar de cumplir sus sueños de riqueza.
 

Se trata de una zona deprimida del país que, paradójicamente, genera mucha riqueza al ser productor del jade de mejor calidad del mundo.
Mundo