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El primero de la clase compacta
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PRUEBA / Mercedes A250

El primero de la clase compacta

La gran apuesta de Mercedes con el segmento compacto tiene su principal exponente en la nueva Clase A, un concentrado con lo mejor de las berlinas

La gran apuesta de Mercedes con el segmento compacto tiene su principal exponente en la nueva Clase A, un concentrado con lo mejor de las berlinas de la marca de la estrella pero en un tamaño reducido. Hemos probado la versión más potente por el momento, el A250 con motor de gasolina de 211 caballos y cambio de doble embrague y siete marchas y es el primero de la clase.

Solo hay que abrir la puerta del conductor y echar un vistazo a su interior para darse cuenta de que es un Mercedes de verdad, uno más de los muchos modelos que ofrece el fabricante de la estrella, aunque en esta ocasión en una escala un poco reducida. Es un coche que no desentona en la manos de un propietario de una gran berlina de la marca alemana, porque mantiene inalterados sus valores más tradicionales.

Pero al mismo tiempo, y sin perder esos valores propios de Mercedes, al mismo tiempo ofrece los últimos avances tecnológicos, una terminación más juvenil y un equipamiento más completo en aspectos relacionados con internet, con redes sociales y demás.

Y eso es exactamente lo que ha buscado la marca, mantener sus valores tradicionales también en este segmento más pequeño y al mismo tiempo aportar los argumentos necesarios para que un cliente más joven pueda acceder a un coche con la estrella en su frontal. Es, por ello, el primer escalón a Mercedes.

Lo que más llama la atención al acceder al habitáculo del nuevo A son sus espectaculares asientos. Tienen una zona central en Alcantara mientras que la parte exterior de los mismos es de piel. Un acabado realmente elegante al que se añade la forma de los mismos, con una parte superior en la que se integran los reposacabezas. Es como un asiento de competición por su forma, pero con el acabado de un coche muy elegante.

El cuadro de instrumentos es igualmente espectacular, con un acabado que semeja fibra de carbono y que proporciona una muy buena calidad percibida y que le hace diferente al resto de los salpicaderos. El cuadro de instrumentos es muy completo con dos relojes y una zona central en la que podemos tener todo tipo de información.

Lo que menos me gusta de todo es la pantalla de navegación. Es el sistema Navibox, que es un opcional que estaba incluido en nuestra unidad de pruebas y que cuesta 720 euros. Va situada en el centro del salpicadero y es una pantalla un poco pequeña, aunque ofrece una muy buena visibilidad y en la que se pueden ver no solo el mapa o las indicaciones del navegador sino también datos de la radio y de todos los sistemas del vehículo.

La posición al volante es perfecta. Los asientos sujetan perfectamente el cuerpo en zonas de curvas, se puede encontrar la posición ideal y además el volante se puede ajustar en altura y profundidad por lo que si se dedica un poco de tiempo se puede encontrar la posición perfecta. Su visibilidad, además, es muy buen hacia delante y solo razonablemente buena la trasera, debido a que los asientos con reposacabezas integrados son muy altos y quitan parte de la visibilidad a través del espejo.

Llegamos a poner en marcha el coche. El motor es un gasolina que no resulta excesivamente ruidoso pero se nota que el aislamiento no es todo lo bueno que suele ser en otros modelos de la marca alemana más grandes y pesados. Por ello, y aunque en este caso no molesta mucho, en los diesel puede ser más delicado este aspecto concreto.

El motor ofrece un funcionamiento perfecto. Empuja desde muy pocas vueltas gracias a que se trata de un propulsor de solo dos litros pero con turbocompresor. Con ello, su funcionamiento y su entrega de par combinan lo mejor de un propulsor diesel y lo de uno de gasolina. En su parte baja empuja como uno de gasóleo, con un par motor máximo disponible desde las 1.200 vueltas, incluso mejor que un diesel puro. La diferencia es que por la parte alta sigue con el par máximo hasta superar las 4.000 vueltas.

Pero tiene un aspecto negativo. Su consumo es realmente ajustado cuando hacemos un uso económico de él. Es decir consume poco cuando circulamos a pocas vueltas, porque cuando empezamos a estrujar un poco el motor el consumo se dispara. Y la diferencia puede ser de los seis litros y pico habituales si conducimos con cuidado hasta los cerca de 10 litros si le pisamos con un poco de alegría.  

Y por último hay un modo manual en el que se maneja mediante las levas en el volante. Este permite un funcionamiento mucho ágil en una zona virada y con una conducción más al límite. Lo mejor es que al cabo de unos segundos sin utilizar las levas el sistema vuelve al modo normal y a hacer los cambios para optimizar el consumo.

Es un cambio que me resulta muy agradable porque además de los modos manual o sport que proporcionan un comportamiento bastante más dinámico al coche, en el modo automático funciona bastante más suave que otros cambios que he probado de este tipo y sobre todo es menos brusco en pequeñas maniobras de aparcamiento, por ejemplo,  que el DSG del grupo Volkswagen.

El comportamiento del nuevo Clase A es muy bueno en cualquier caso, pero en esta ocasión nuestra unidad de pruebas estaba equipada con la línea AMG que aporta entre otras muchas cosas unas suspensiones más firmes y sobre todo unos neumáticos de perfil más bajo. Si en los modelos normales la suspensión trabaja muy bien y proporciona un compromiso casi perfecto entre confort y estabilidad, en este caso el confort sale un poco perjudicado frente a la estabilidad.

He conducido varios Clase A y me ha parecido que proporcionan un comportamiento muy bueno, porque agarran muy bien, ofrecen una muy buena trazada y resultan muy nobles de reacciones incluso cuando rodamos por encima de los límites, pero al mismo tiempo no comprometen su buen confort de marcha . Y eso es algo que creo que es obligado en un vehículo de Mercedes sea cual sea la gama en la que se integre. Sin embargo, en este caso las suspensiones son excesivamente duras.

El Mercedes Clase A es un gran coche que ha venido a revolucionar el segmento compacto entre los modelos de las marcas Premium. Un coche muy interesante con un precio de partida según la lista oficial de 26.150 euros en el caso del A180 CDi con el motor de 110 CV. Sin embargo, nuestra unidad de pruebas correspondía a una de las dos versiones más caras de la gama por el momento, el A250 que cuesta 35.500 euros. El A250 Sport cuesta 38.820 euros. 

Y a este precio hay que añadir unos cuantos opcionales que nuestra unidad de pruebas incluía, elementos como el navegador o el paquete AMG Sport, la ayuda activa al aparcamiento, el techo corredizo panorámico o el sistema de cambio de luces inteligente. Con todo nuestro coche, aunque solo  por unos días, costaba 41.613 euros. Un precio creo que excesivo para comprar un vehículo compacto, aunque siendo un Mercedes, en concreto el Clase A con el motor más potente y con un equipamiento completo me parece bastante más razonable. 

La gran apuesta de Mercedes con el segmento compacto tiene su principal exponente en la nueva Clase A, un concentrado con lo mejor de las berlinas de la marca de la estrella pero en un tamaño reducido. Hemos probado la versión más potente por el momento, el A250 con motor de gasolina de 211 caballos y cambio de doble embrague y siete marchas y es el primero de la clase.