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El mejor compromiso
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PRUEBA/CHEVROLET ORLANDO 2.0 AUT.

El mejor compromiso

El Chevrolet Orlando es un monovolumen grande, de siete plazas, repartidas en tres filas de asientos de las que la segunda y la tercera se pueden

El Chevrolet Orlando es un monovolumen grande, de siete plazas, repartidas en tres filas de asientos de las que la segunda y la tercera se pueden plegar para dejar más espacio de carga. Su filosofía de producto es la ideal para los tiempos que corren, un modelo bueno, bien terminado pero sin excesos, sin materiales caros y sin complicaciones tecnológicas, pero con un precio muy ajustado.

Por ello, hemos querido probar en este ocasión el modelo tope de gama, el más completo y equipado, con el motor más potente, de 163 caballos y con el cambio automático de seis marchas. El resultado, con sus pequeñas lagunas en algunos detalles, me parece de verdad muy interesante.

Algunos de sus rivales en el mercado cuentan con muchas opciones, con un habitáculo lleno de detalles, de huecos, con asientos plegables y desplegables por partes, deslizables en sentido longitudinal y demás. Muchas cosas que son interesantes pero que van sumando y sumando dinero, ese que luego tenemos que pagar.

En el caso del Orlando no se recurre a nada que suponga un sobreprecio exagerado, y eso pese a que se trata de la variante más cara de toda la gama. Y crep que es la filosofía de producto más acertada para estos tiempos de crisis.  Sobre todo cuando muchas marcas se empeñan en lo contrario, en llenar los coches de cosas, que muchas veces los clientes no quieren pero que tienen que pagar si quieren levarse el coche.

Empecemos hablando del habitáculo. Es muy amplio y la sensación de calidad que proporciona es buena. Solo abrir la puerta del conductor y mirar hacia dentro ya supone un respiro si uno piensa que ha comprado un coche  de segunda división por el precio que ha pagado. Los materiales son buenos, pero por supuesto no hay madera ni pieles ni nada parecido. Pero son materiales de calidad y robustos.

Desde el principio les he dicho que no hay sofisticaciones, y esa es la clave del Orlando. La segunda fila de asientos se pliega en dos partes asimétricas. Y se hace de una forma muy sencilla. Solo hay que tirar de la palanca situada en el respaldo del asiento que se quiere plegar.

Al hacerlo, el respaldo avanza hacia delante y cuando llega a estar totalmente plegado se suelta el anclaje del suelo de la parte trasera del asiento y bascula hacia delante. Y así queda terminada la operación, simplemente con tirar de esa palanca en el respaldo.

La operación es sencilla y además, el espacio que ofrece esta segunda fila para sus ocupantes antes de ser plegada es muy bueno, con buena espacio para las piernas y con una cota de altura más que aceptable. Hasta ahí llega lo bueno del Orlando.

Ahora les voy a contar lo que no es tan bueno, pero que no se oculta. La mayor parte de sus rivales ofrece asientos que se pliegan y despliegan por separado los tres, con operaciones más o menos sencillas. Además, muchos de ellos ofrecen huecos por el suelo, posibilidades de variar el habitáculo, de conseguir cuatro plazas y una mesa central, o incluso de quitar el asiento central y repartir el hueco de los dos asientos extremos para poder viajar con un verdadero cuatro plazas, etcétera.

Sin embargo, este Chevrolet Orlando con un motor de 163 caballos y cambio automático cuesta con la promoción  actual 23.550 euros. Un Grand Scenic con el motor de 150 caballos y cambio automático cuesta 28.600 euros, y es solo por poner un ejemplo, pero lo mismo ocurre con el Toyota Verso de 150 caballos que se sube hasta 32.950 euros.  

Y ojo, hemos hablado de la variante de 163 caballos con cambio automático, pero si se opta por la versión de acceso, con un motor de gasolina de 140 caballos y el acabado básico, estamos en una cifra de 16.780 euros, y eso en un monovolumen de 7 plazas.

La posición al volante es buena, pero para mi gusto el asiento no ofrece una posición elevada de conducción, que sería más agradable. Aun así proporciona una buena visibilidad exterior. Y la palanca de cambios está situada en la propia consola central, por lo que la opción e manejar el cambio con la propia palanca en un modo manual es mucho más sencilla. Como no hay excesos, no hay levas en el volante, pero sinceramente no creo que un vehículo familiar y de precio ajustado las necesite.

El cuadro de instrumentos no me convence demasiado. Es demasiado oscuro y por ello cuesta más trabajo acostumbrarse a encontrar fácil los datos. Eso sí, una vez acostumbrados debe ser mucho más sencillo, pero sigo emperrado en que es demasiado oscuro y un poco complejo.

El motor va muy bien, quizá excesivamente bien, lo que hace que su conductor tenga que estar demasiado pendiente del velocímetro para no pasarse de los límites, que se superan con mucha, pero mucha facilidad. Por ello requiere rodar siempre pendiente.

Y en cuanto al cambio, me parece muy bueno, teniendo en cuenta que no es uno de doble embrague, sino simplemente uno automático con posibilidad de gestionar las marchas de forma manual a través de la palanca.

No quiero aburrirles más. A modo de resumen yo diría que es un monovolumen de 7 plazas de precio muy ajustado, sin excesos en cuanto a su interior o su versatilidad, pero en el que quizá les diría que el motor me parece excesivo.

Si uno busca un coche de acceso para llevar a la familia, la opción del motor turbodiesel de 131 asociada con el cambio manual supone un ahorro, con el descuento promocional vigente actualmente, de 4.650 euros. Es decir, por 18.900 euros tendremos un monovolumen de siete plazas muy razonable.

El Chevrolet Orlando es un monovolumen grande, de siete plazas, repartidas en tres filas de asientos de las que la segunda y la tercera se pueden plegar para dejar más espacio de carga. Su filosofía de producto es la ideal para los tiempos que corren, un modelo bueno, bien terminado pero sin excesos, sin materiales caros y sin complicaciones tecnológicas, pero con un precio muy ajustado.