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Mas se fija como objetivo capitalizar el voto ‘útil’ independentista
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LA HOJA DE RUTA DEL ‘PRESIDENT’ HASTA EL 25-N

Mas se fija como objetivo capitalizar el voto ‘útil’ independentista

La veda se abrió ayer en Cataluña. La veda del voto, claro, porque antes de dos meses esta comunidad autónoma soportará unas nuevas elecciones autonómicas. El

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Mas se fija como objetivo capitalizar el voto ‘útil’ independentista

La veda se abrió ayer en Cataluña. La veda del voto, claro, porque antes de dos meses esta comunidad autónoma soportará unas nuevas elecciones autonómicas. El presidente de la Generalitat, Artur Mas, ya advirtió en su discurso del pasado martes que se vería obligado a pedir el apoyo de los ciudadanos para culminar lo que sería su “objetivo nacional”: la independencia de Cataluña, con un Estado propio y dentro de la Unión Europea.

“En las últimas semanas, se ha notado un cambio en la forma de ser de Artur Mas. Es como si estuviese por encima del bien y del mal. Se cree a pies juntillas lo que dice y, en cierto modo, es como si se creyera ungido”, comenta a El Confidencial una persona que trabaja cerca de él en la Generalitat. Entre la oposición, la sensación es similar. Durante el debate de política general de esta semana se han oído críticas al ‘president’ en este sentido.

El presidente de Ciutadans, Albert Rivera, le llegó a decir que se creía “el Mesías”. Y la portavoz adjunta del PSC, Rocío Martínez-Sampere, le recriminó ayer por la tarde que “nos llama a una transición para decidir nuestro futuro que asocia con una adhesión a su persona. Nunca, nunca un presidente de la Generalitat había hablado tanto de sí mismo en un debate como éste (...) no confunda liderazgo con democracia, ni elecciones con plebiscitos personales”.

Lo cierto, sin embargo, es que caminamos hacia unas elecciones exprés que los partidos han de preparar en unas tres semanas. Y unas elecciones, además, cuyas reglas del juego ha esbozado el propio Mas, situando como eje del debate el “derecho a decidir”, un eufemismo que, lo mismo que la palabra autodeterminación, se utilizaba ya a finales de los 70 para referirse a la independencia. Por eso, no deja de sorprender que el líder de Unió Democràtica (UDC), Josep Antoni Duran Lleida, matizase que “autodeterminación” no es ”independencia”. Y ello, justamente en el momento en que Mas reivindicaba en el Parlamento autonómico la autodeterminación de Cataluña. O el Estado propio dentro dela UE, como se le quiera llamar.

Lo que pretende Mas es capitalizar el voto ‘útil’ nacionalista. Tras el 25-N, incumplirá de nuevo todas sus promesas y monopolizará el poder. De ahí la ambigüedad de todas sus declaraciones e incluso las contradicciones entre los propios dirigentes de CiU, porque mientras Mas clama por un lado a favor de la autodeterminación, su socio Duran Lleida matiza que autodeterminación no es independencia. ¿En qué quedamos? ¿A quién quieren engañar?”, señalan fuentes de la oposición a El Confidencial.

La resolución que pactaron ERC y CiU sobre la promoción de un referéndum “prioritariamente dentro de la próxima legislatura” es un buen ejemplo de la ambigüedad nacionalista. La moción fue finalmente apoyada por CiU, ERC, ICV, Solidaritat Catalana per la Independència (SI), el no adscrito Joan Laporta y el socialista Ernest Maragall, que volvió a romper la disciplina de voto de su partido. “Esquerra cedió en sus pretensiones de forzar la máquina a cambio de delimitar un 'frente nacionalista', en contraposición al ‘frente social’ que había primado los últimos años y que les llevó a formar parte del Tripartito, despreciando una alianza con CiU. Pero la resolución aprobada ayer fue obra de CiU. La adornaron un poco y la plantearon en el Parlamento. Es cierto que se vincula a la manifestación del 11-S y, por ello, mira hacia la separación de España. Por eso fue apoyada también por SI y por ICV”, señalan fuentes del PP.

Estas mismas fuentes añaden que “los nacionalistas hicieron calar mensajes en la sociedad catalana que han contribuido a crear el caldo de cultivo para romper la convivencia. Primero, fue lo de “España nos roba”. Aunque no sea verdad, se ha machacado incesantemente con ello y han llegado a creérselo. Y ahora han dado un paso más, pero muy peligroso, porque rompe la sociedad y eso despierta conciencias. Hay mucha gente que se puede sentir agredida”.

Los obstáculos de Mas

La oposición es consciente de que los esbozos del tablero de juego diseñado por Mas juegan a favor de CiU. El ‘president’ está en condiciones de capitalizar mucho voto independentista, pero los cien metros lisos se le pueden convertir en los 400 vallas. Los dos meses próximos no van a ser un camino de rosas para el líder de CiU por varios motivos.

En primer lugar, porque el voto independentista es disputado por varios grupos. ERC y SI son partidos con una rotunda trayectoria secesionista y su independentismo está fuera de toda duda. El de los convergentes está todavía por ver. El diputado de SI Uriel Bertran lo dejó claro ayer: su partido apoyó la resolución del referéndum a pesar de que no está claro que se pueda cumplir. Se sumó a ella porque se iba a aprobar de todas formas, ya que ERC y CiU juntas tienen mayoría absoluta; pero SI propuso su propia hoja de ruta: formación de un Gobierno de unidad nacional, negociación con la comunidad internacional, convocatoria del referéndum y proclamación “solemne” de la independencia, como fecha tope el 11 de septiembre del 2014.

El president, pues, habrá de lidiar con propuestas no tan ambiguas como la suya. Pero, además, un crecimiento del voto en esos dos partidos pondrá a CiU en una difícil situación, ya que eso querrá decir que el segmento de votos a los que lleva haciendo guiños los últimos años no confía en la formación de Mas. Y, lo que es peor, se quedaría sin su codiciada mayoría absoluta, aunque con la posibilidad de formar un gobierno de coalición de carácter netamente rupturista.

En segundo lugar, CiU ha de elaborar su programa y ha de fijar los términos en que reclama el voto soberanista. Ahí pueden salir roces entre Convergència y Unió, ya que los democristianos no son independentistas, sino confederalistas. Por tanto, deberán hacer malabarismos lingüísticos para confeccionar sus propuestas. O eso o que Unió acepte finalmente unos planteamientos de máximos de los que siempre ha huido.

En tercer lugar, la crisis le puede pasar todavía facturas. Toda la oposición reconoce que tendrá que entrar al trapo del toro secesionista, ya que el tema está tratado con planteamientos maximalistas. Pero también sacarán a colación los temas sociales y la recuperación económica. En este campo, Artur Mas tiene las de perder, porque sólo puede presentar como activo la política de recortes durante los últimos dos años, con el aumento de impuestos, la imposición del euro por receta, la subida de peajes, el aumento del paro y de las listas de espera...

A todo eso, se le añaden los escándalos latentes que están siendo investigados por los tribunales: el caso Palau (que investiga si Convergència se benefició del expolio de la institución cuando la presidía el corrupto Fèlix Millet), el caso ITV (el juez está a la espera de un informe para saber si imputa a Oriol Pujol, el segundo de Mas en el partido) o las investigaciones sobre desvío de decenas de millones del erario público a través de la gestión de varios centros hospitalarios, que podrían salpicar a altos cargos del Gobierno convergente y de CDC... La campaña se ha puesto en marcha y las espadas están en alto.

La veda se abrió ayer en Cataluña. La veda del voto, claro, porque antes de dos meses esta comunidad autónoma soportará unas nuevas elecciones autonómicas. El presidente de la Generalitat, Artur Mas, ya advirtió en su discurso del pasado martes que se vería obligado a pedir el apoyo de los ciudadanos para culminar lo que sería su “objetivo nacional”: la independencia de Cataluña, con un Estado propio y dentro de la Unión Europea.