El Rey presume de recuperación ante la prensa: "A ver si vosotros hubierais aguantado"

Su Majestad el Rey reapareció en acto público fuera de la Zarzuela para presidir en Valladolid el Día de las Fuerzas Armadas, siete semanas después de ser operado de cadera y lo hizo en buena forma física y con mejor humor. Aguantó en pie y firme todo el acto central, bajó de la tribuna para saludar a los familiares de los 15 miliares caídos en acto de servicio durante este año y, luego en la recepción, bromeó en los corrillos sobre su fortaleza. “Estoy bien, a ver si vosotros hubierais aguantado”, comentó en tono distendido al ser preguntado por su estado de salud.

El Rey siguió luego con las bromas. “¿Se va mañana a Brasil, no?”, le preguntaron ante la visita oficial programa desde hace meses. “No” respondió seco y muy serio para callar luego. Se hizo el silencio en el corrillo y, cuando parecía que anunciaba una cancelación de última, se rió. “Que sí, que es broma”, remachó antes de irse a saludar a otros invitados. La Reina hacía lo propio en otros corrillos de autoridades.

Don Juan Carlos había recibido el alta médica en la mañana del sábado para salir de La Zarzuela en helicóptero hacia Valladolid, una prueba menor para su recuperación si se tiene en cuenta las horas de vuelo y los actos que le esperan en Brasil y Chile durante toda la semana, hasta el jueves.  El Príncipe de Asturias corroboraba la recuperación del Rey y el mérito de que hubiera aguantado casi una hora en pie el desarrollo del acto público, aunque su presencia en la recepción sólo hubiera durado unos 20 minutos. Don Felipe hizo con las manos el gesto de que el Monarca se viene arriba ante las dificultades físicas.

El desarrollo del Día de las Fuerzas Armadas colaboró lo suyo para que el Rey se creciera. Los ciudadanos de Valladolid habían llenado la Plaza Mayor entre vivas a España y al Rey, guardaron un respetuoso silencio cuando sonaba el himno nacional y se izaba la bandera para aplaudir después; también cuando los Reyes llegaron y abandonaron el recinto. Don Juan Carlos estuvo en pie desde que llegó a la tribuna hasta que la abandonó pese a que tenía detrás, como las demás autoridades, sillas para sentarse. El ministro de Defensa, Pedro Morenés, lo explicaba después: “Si el jefe no se sienta, todos de pie”.

El acto, corto y planeado específicamente para que el Rey no tuviera que hacer sobreesfuerzos, vio recortado su presupuesto de acuerdo al periodo de austeridad y recortes que vive España. Una compañía por cada Ejército, la Armada y la Guardia Civil más una representación de antiguas banderas de unidades de la Guerra de Independencia para dar colorido realizaron un desfile de mínimos. Los vallisoletanos aportaron el calor justo con sus aplausos a los soldados que desfilaron y a los paracaidistas que se bajaron desde el cielo medio encapotado la enseña nacional que presidió los actos. Los aviones de la patrulla Águila dibujaron sobre la plaza de la ciudad castellana los colores de la bandera para terminar.

El Rey cumplió hasta el final. Tuvo que agarrarse a la barandilla de la tribuna para bajar a saludar a los familiares de los 15 caídos en acto de servicio que han tenido las Fuerzas Armadas el año pasado. Poco a poco, y con la muleta en el brazo libre, Don Juan Carlos descendió para besar o abrazar a las viudas, huérfanos o hermanos de los fallecidos. Más aplausos antes de subirse al coche oficial.