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Bankia gana su mayor juicio contra un cliente que perdió 25 millones con bonos islandeses
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EL JUEZ ESTIMA QUE FUE BIEN ASESORADO

Bankia gana su mayor juicio contra un cliente que perdió 25 millones con bonos islandeses

Los clientes que compraron deuda subordinada o participaciones preferentes de Bankia ya tienen una referencia para conocer qué dice la justicia sobre las demandas por presunto

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Bankia gana su mayor juicio contra un cliente que perdió 25 millones con bonos islandeses

Los clientes que compraron deuda subordinada o participaciones preferentes de Bankia ya tienen una referencia para conocer qué dice la justicia sobre las demandas por presunto mal asesoramiento de sus inversiones. La entidad presidida por José Ignacio Goirigolzarri ha ganado el mayor juicio al que tenía que enfrentarse por un cliente que perdió 25 millones de euros en una apuesta fallida.

Según ha confirmado Bankia, el banco ha recibido una sentencia favorable del Juzgado de Primera Instancia número 3 de Madrid, que celebró la vista el 13 de octubre de 2011. El juez Rafael Fluiters Casado ha dado la razón al grupo financiero en la demanda presentada por Ribertierra, que lo había acusado de “asesoramiento deficiente” en una financiación bancaria garantizada con bonos de Landsbanki. Esta entidad islandesa, la segunda del país, quebró en octubre de 2008 y fue nacionalizada, por lo que sus bonos pasaron a valer cero.

La sociedad, propiedad de un empresario madrileño –Fernando Rasche- dedicada a la compraventa de coches, ha apelado la decisión del juez a través de sus bufetes, Jausas y Zunzunegui. El afectado, dueño del Grupo Rasche, que gestiona una amplía red de concesionarios de automóviles, era cliente de Caja Madrid y de Altae, su filial de banca privada.

Por ese motivo, Bankia siempre ha defendido que Ribertierra había recibido un asesoramiento "correcto" y que lo podía demostrar gracias a las grabaciones realizadas por el sistema del banco durante todo el proceso. "El cliente conocía los riesgos y el garante del producto: el banco islandés", defienden. Además, en el juicio sostuvo que el afectado ya había realizado con anterioridad operaciones similares con productos de la misma naturaleza y que estaba calificado como inversor "profesional" con "experiencia y conocimiento suficiente" sobre este tipo de productos.

Según explicaron en su día los representantes legales de Ribertierra, su cliente ingresó 19,25 millones de euros por la venta de unos terrenos en 2005 y acudió a Caja Madrid para que le asesorara sobre cómo invertir dicha cantidad en la compra de un inmueble en Madrid. Según los demandantes, la filial de banca privada le ofreció un crédito por 19 millones de euros para comprar el edificio y a su vez invertir el dinero conseguido en unos productos estructurados -con el capital 100% garantizado- cuyos intereses le permitían financiar el préstamo hipotecario, así como un crédito adicional de 6 millones de euros.

En 2005, se firmó el préstamo con garantía de bonos BNP Paribas, que en 2006 se sustituyeron por bonos de Credit Suisse First Boston, hasta que en mayo de 2007 Altae le recomendó unos bonos de similar naturaleza y 100% garantizados por Landsbanki. El banco formalizó la venta de los nuevos bonos tras hablar con el cliente y sin advertirle de que el emisor era el banco islandés ni del riesgo que presentaba. Altae percibió un margen no comunicado al cliente de 660.275 euros por la operación. Veinte días después, el cliente firmó la orden de compra, donde sí aparecía el emisor y determinadas advertencias de riesgo, según reconocieron los demandantes. 

Una quiebra o dos

En julio de 2008, Rasche se percató de que el producto estructurado dejaba de pagar intereses, por lo que se puso en contacto con Altae, que le recomendó seguir con él por ser 100% garantizado, ya que si lo vendía podía perder un 15%. Tres meses después, Landsbanki fue intervenido y Ribertierra perdió la inversión.

Según las mismas fuentes de la entidad financiera, durante el proceso se le ofreció amortizar el valor con un descuento del 15% cuando la situación de los mercados empezaba a mostrar señales de cambio, y a pesar de que no había constancia de la posible quiebra de Islandia. Caja Madrid compró toda la emisión que distribuyó del banco islandés y colocó una parte en Ribertierra (19,2 millones) y el resto a otros nueve clientes. En el proceso de insolvencia del banco islandés, sólo figura Bankia como acreedor por esta emisión de bonos.

La sentencia se puede llevar por delante al Grupo Rasche, que en 2011 ya se apuntó unas pérdidas de 11 millones de euros. La compañía, que contaba con cerca de 200 empleados, apenas puede hacer frente al préstamo de 25 millones de euros que tiene que devolver a Bankia. No se descarta que tenga que recurrir a la suspensión de pagos, por lo que el banco nacionalizado sería finalmente el dueño de su propio crédito impagado.

Los clientes que compraron deuda subordinada o participaciones preferentes de Bankia ya tienen una referencia para conocer qué dice la justicia sobre las demandas por presunto mal asesoramiento de sus inversiones. La entidad presidida por José Ignacio Goirigolzarri ha ganado el mayor juicio al que tenía que enfrentarse por un cliente que perdió 25 millones de euros en una apuesta fallida.