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Contrastes monetarios: todos quieren más del BCE... y menos de la Reserva Federal
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DIFERENTES PRESIONES A AMBOS LADOS DEL ATLÁNTICO

Contrastes monetarios: todos quieren más del BCE... y menos de la Reserva Federal

Con los bancos centrales nunca hay término medio. Unos tanto -se opina- y otros tan poco -se critica-. La Reserva Federal (Fed) estadounidense y el Banco

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Contrastes monetarios: todos quieren más del BCE... y menos de la Reserva Federal

Con los bancos centrales nunca hay término medio. Unos tanto -se opina- y otros tan poco -se critica-. La Reserva Federal (Fed) estadounidense y el Banco Central Europeo (BCE) ejemplifican esa dicotomía por las diferentes recetas monetarias que están aplicando contra la crisis. La controversia que envuelve a esa disparidad vive ahora un nuevo episodio. Mientras crecen otra vez las voces que reclaman mayor contundencia a la entidad presidida por Mario Draghi, al otro lado del Atlántico los propios miembros de la Fed están agitando el debate acerca de cómo retirar las extraordinarias medidas que han aplicado en los últimos años.   

El lunes, Mariano Rajoy demandó del BCE una política más similar a la seguida por la Fed o, más recientemente, por el Banco de Japón (BdJ), que el pasado jueves anunció un espectacular programa de compras de deuda y otros activos con los que pretende imprimir entre 60 y 70 billones de yenes nuevos al año -entre 480.000 y 565.000 millones de euros- durante 2013 y 2014. La petición del presidente español se suma a las que se escuchan periódicamente en Francia, donde varios de los miembros del Elíseo, como el ministro francés de Recuperación Productiva, Arnaud Montebourg, han criticado la "inactividad" del BCE durante la crisis. 

Ayer, el debate encontró nuevos argumentos para mantenerse vivo. Por un lado, el Fondo Monetario Internacional (FMI) sugirió en un informe que no se esperan importantes presiones inflacionistas a pesar de las expansivas políticas monetarias de los principales bancos centrales; es decir, dio a entender que las instituciones monetarias no tienen motivos para apurarse a la hora de retirar de los estímulos. Y por otro, el nuevo secretario del Tesoro de EEUU, Jack Lew, afirmó en París que los países europeos deben "fortalecer su demanda", una reflexión que rápidamente evocó a la polémica entre la austeridad y el crecimiento y a la discutida labor del BCE. 

Con las elecciones a la vista... Nein!

Sin embargo, esas demandas equivalen a predicar en el desierto. Para que el BCE emulara a la Fed y al BdJ sería necesario modificar sus estatutos, sus funciones y el Tratado de la Unión Europea. Draghi lo comentó en la reunión del pasado jueves, cuando reconoció que el BCE tiene menos margen de maniobra y más dificultades para activar ciertas medidas que otros bancos centrales. Y así lo admitió el propio Rajoy el lunes, porque planteó incrementar las competencias del BCE para que adoptara políticas más contundentes. 

Con las elecciones alemanas esperando en septiembre, no es probable que la canciller, Angela Merkel, esté dispuesta a semejante concesión. A los ojos de los electores germanos equivaldría a una traición, puesto que el BCE está hecho a imagen y semejanza del Bundesbank y ese movimiento sería interpretado como una muestra de debilidad pro-inflacionista

Al mismo tiempo, el BCE también encuentra argumentos para defenderse por sus propios medios. El primero, que ha sido su intervención, con el lanzamiento de un nuevo programa de compra de deuda pública (OMT) en septiembre de 2012, la que ha propiciado la moderación de las tensiones en la deuda periférica en los últimos meses y el consiguiente abaratamiento de los costes de financiación en esos países. El segundo, como se encargó de recordar Draghi el pasado jueves, que "el BCE no puede hacer el trabajo" que les corresponde a los políticos en el ámbito fiscal. Y el tercero, que su mandato es el que es, y no es otro que mantener controlada la inflación -por debajo, pero cerca, del 2% a medio plazo- y que el Tratado, en su artículo 123, le prohíbe taxativamente "la adquisición directa" de deuda pública. 

Hacia la retirada de los estímulos en EEUU

En contraposición con el debate imperante en la Eurozona, en Estados Unidos la polémica reside en cuándo empezará a retirar sus estímulos la Fed. Más en concreto, el último de ellos, la tercera ronda de estímulos cuantitativos (QE3) que puso en marcha en septiembre y que, por ahora, consiste en la impresión de 85.000 millones de dólares nuevos al mes mediante la compra de deuda pública e hipotecaria. 

En los últimos días, varios de los miembros de la Fed han sugerido que la institución debe ir pensando en cómo y cuándo hacerlo. El último en sumarse a la lista fue el presidente de la Fed de St. Louis, James Bullard, que ayer se mostró partidario de ir reduciendo el volumen del QE3. En su conciencia comienza a resonar que una política monetaria demasiado condescendiente abonó el terreno para los excesos crediticios y la burbuja inmobiliaria que precedieron a la Gran Recesión. El problema, sin embargo, es que la economía continúa sin afianzar su recuperación, sobre todo en lo que respecta al mercado laboral, por lo que el presidente de la Fed, Ben Bernanke, puede entender que aún es pronto para dar marcha atrás. 

En este sentido, los inversores encontrarán hoy más pistas sobre las intenciones de la Fed. A las ocho de la tarde -hora española-, la entidad publicará las actas de su última reunión de política monetaria, que tuvo lugar los días 19 y 20 de marzo. Dicho documento mostrará con más precisión la verdadera discusión que hay en el seno de la Fed con respecto al QE3. Al mismo tiempo, las actas prepararán el terreno en un sentido u otro de cara a la siguiente reunión de la Reserva Federal, que tendrá lugar los días 30 de abril y 1 de mayo

Con los bancos centrales nunca hay término medio. Unos tanto -se opina- y otros tan poco -se critica-. La Reserva Federal (Fed) estadounidense y el Banco Central Europeo (BCE) ejemplifican esa dicotomía por las diferentes recetas monetarias que están aplicando contra la crisis. La controversia que envuelve a esa disparidad vive ahora un nuevo episodio. Mientras crecen otra vez las voces que reclaman mayor contundencia a la entidad presidida por Mario Draghi, al otro lado del Atlántico los propios miembros de la Fed están agitando el debate acerca de cómo retirar las extraordinarias medidas que han aplicado en los últimos años.