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Las eléctricas se rebelan contra el Gobierno al verse fuera de la decisión sobre el déficit de tarifa
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UNESA CALIFICA UNA POSIBLE QUITA DE ILEGAL

Las eléctricas se rebelan contra el Gobierno al verse fuera de la decisión sobre el déficit de tarifa

El ministro José Manuel Soria, a un lado de la mesa. Al otro, un alto cargo de una eléctrica. El ejecutivo da sus razones. Es prolijo.

Foto: Las eléctricas se rebelan contra el Gobierno al verse fuera de la decisión sobre el déficit de tarifa
Las eléctricas se rebelan contra el Gobierno al verse fuera de la decisión sobre el déficit de tarifa

El ministro José Manuel Soria, a un lado de la mesa. Al otro, un alto cargo de una eléctrica. El ejecutivo da sus razones. Es prolijo. El político toma nota. No interviene, sólo apunta. Cuando se acaban los argumentos, el anfitrión se levanta. Acompaña a su invitado a la salida, no sin antes advertirle: “Te he recibido y te he escuchado, pero no saques ninguna conclusión. Mi silencio no significa que comparta tu opinión”. El directivo se marcha desconcertado mientras la puerta se cierra tras él. Una recreación que revela la falta de prejuicios con la que el titular de Industria parece manejar su negociado, al punto de tener desconcertadas a las todopoderosas compañías. Ellas que tenían hilo directo con el Sebastián o Montilla de turno no saben ahora a qué atenerse ante la resistencia del actual ministro. Un drama.

Las eléctricas están desesperadas porque no saben nada de lo que hace el Gobierno. No han sacado nada en claro de los pocos encuentros que han tenido con el ministro.  Y son conscientes de que en el Ministerio se está trabajando más que nunca. Suben bocadillos a mediodía y siguen…”, aseguran fuentes próximas a Industria. El vaso de las empresas se colmó el jueves, cuando Soria dijo durante un almuerzo que las eléctricas podrían asumir, “directa o indirectamente”, una parte de los 24.000 millones de euros que se les adeudan en concepto de déficit de tarifa. Una reflexión que las compañías enlazaron con el fantasma de una quita, a la que se niegan y que les hizo ayer salir en tromba. “Llegaríamos a un enfrentamiento a todos los niveles, también legal”, dijo el presidente de Unesa, Eduardo Montés.

La convocatoria de una rueda de prensa a la carrera por parte de las eléctricas no fue bien vista en el Ministerio. “En Industria piensan que se ha sacado de quicio lo que dijo el ministro. Todo parte de una interpretación. En ningún caso se habló de una quita, simplemente de que se necesita un esfuerzo por parte de todos para solventar el problema. Todas las opciones siguen sobre la mesa. Las eléctricas han reaccionado como siempre, a codazos. No estaría de más que tuvieran un poco de paciencia”, aseguraban estas fuentes. Las compañías, que sotto voce dan por hecho que tendrán que asumir una tasa hidráulica o nuclear, no están dispuestas a pasar de ahí. También se contempla exigirles la devolución de lo cobrado de más por los llamados CTC (Costes de Transición a la Competencia), en torno a 2.500 millones de euros.

La idea de una quita no es nueva. Como publicó El Confidencial, el PP ya se lo planteó a las compañías cuando estaba en la oposición. Álvaro Nadal, su interlocutor entonces, es hoy el cerebro gris de Moncloa. Y su influencia sobre el Ministerio de Industria no es pequeña. “Saben que algo tienen que hacer y que deben hacerlo pronto. Y es Nadal quien desde Moncloa acapara mayor peso en las conversaciones”, aseguran fuentes conocedoras de la situación. La primera medida del Gobierno, una moratoria en las primas a las renovables, frenaba el ritmo de crecimiento del déficit, la diferencia entre el coste real de producir electricidad y los ingresos regulados que perciben las empresas vía recibo de la luz. Ahora queda por saber que se hace con el agujero ya generado y que las eléctricas contemplan como ingresos en sus balances.

En este escenario de nerviosismo generalizado, el interlocutor alternativo que han encontrado las eléctricas para llegar al Palacio de La Moncloa es Jorge Moragas, el jefe de gabinete del presidente Mariano Rajoy. Ningún otro de los miembros del núcleo duro del Gobierno atiende a los ruegos y lamentos del lobby eléctrico. Ni por el flanco político, comandado por la todopoderosa vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, ni por el flanco presupuestario, el que vigila el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, ni por la puerta de atrás de la Oficina Económica de Moncloa, donde Álvaro Nadal trabaja atrincherado del mundo exterior, pergeñando las líneas maestras de la mayoría de reformas que llevan presentando los distintos ministerios durante las últimas semanas. Cerrados a cal y canto.

Con esta división de competencias, el ministro de Industria tiene claro cuál es su papel frente a los operadores del sector, tanto con las eléctricas convencionales como con las constructoras e ingenierías metidas en el negocio de la energía o con las emergentes renovables. No en vano, la moratoria se elaboró sin estar aún completado su equipo. Por su parte, en el sector, son conscientes de que la secretaría de Estado de Energía, ocupada por Fernando Martí, exconsejero popular de la CNE, su interlocutor natural, carece del peso político necesario para atender sus demandas, como tampoco lo tiene el director general de Política Energética y Minas, Jaime Suárez, funcionario de carrera con más de dos décadas como alto cargo dentro del Ministerio de Industria. Y lo que hay en juego, no son technicalities.

El ministro José Manuel Soria, a un lado de la mesa. Al otro, un alto cargo de una eléctrica. El ejecutivo da sus razones. Es prolijo. El político toma nota. No interviene, sólo apunta. Cuando se acaban los argumentos, el anfitrión se levanta. Acompaña a su invitado a la salida, no sin antes advertirle: “Te he recibido y te he escuchado, pero no saques ninguna conclusión. Mi silencio no significa que comparta tu opinión”. El directivo se marcha desconcertado mientras la puerta se cierra tras él. Una recreación que revela la falta de prejuicios con la que el titular de Industria parece manejar su negociado, al punto de tener desconcertadas a las todopoderosas compañías. Ellas que tenían hilo directo con el Sebastián o Montilla de turno no saben ahora a qué atenerse ante la resistencia del actual ministro. Un drama.