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Más de 562.000 jóvenes de entre 20 y 29 años ni estudian, ni trabajan, ni buscan empleo
  1. Economía
MUCHOS DE ELLOS HAN DEJADO DE BUSCAR TRABAJO PORQUE CREEN QUE NO LO ENCONTRARÁN

Más de 562.000 jóvenes de entre 20 y 29 años ni estudian, ni trabajan, ni buscan empleo

El mercado laboral se desangra. Pero no sólo en términos cuantitativos. También cualitativos. Lo dicen los últimos datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), que

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Más de 562.000 jóvenes de entre 20 y 29 años ni estudian, ni trabajan, ni buscan empleo

El mercado laboral se desangra. Pero no sólo en términos cuantitativos. También cualitativos. Lo dicen los últimos datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), que revelan una cifra singular. Nada menos que 562.100 jóvenes con edades comprendidas entre 20 y 29 años son considerados inactivos por las estadísticas oficiales. O lo que es lo mismo, son inactivos porque no cumplen ninguno de los requisitos exigidos para ser considerados población activa: ni estudian, ni trabajan, ni buscan de forma activa un empleo, lo que obligaría al INE a catalogarlos como parados.

 

La cifra total de inactivos (incluyendo a los estudiantes) es, en realidad, superior. Según la EPA, 1,33 millones de jóvenes son inactivos, pero lo que sorprende es que nada menos que 562.100 no curse ningún tipo de estudios: ni reglado ni cualquier otra formación fuera de los planes oficiales.

En concreto, y según la Encuesta de Población Activa, 241.300 jóvenes con más de 20 años y menos de 24 han dejado totalmente los estudios pese a no disponer de ningún empleo, mientras que lo mismo ocurre con otros 320.800 con más de 24 años y menos de 29 años que además de no estudiar tampoco buscan de forma activa un puesto de trabajo. Sorprende, igualmente, el hecho de las dos terceras parte de los inactivos sean mujeres, lo que refleja un claro problema de inserción en el mercado de trabajo.

  

¿Y por qué  un número tan elevado de jóvenes tiene dificultades para incorporarse al mercado laboral? Entre las respuestas que ofrece la EPA la más sorprendente es la que indica que 114.500 jóvenes son activos potenciales, es decir que están en condiciones de buscar un trabajo pero no lo hacen. Pero ocurre que 51.600 han dejado incluso de hacerlo porque creen que “no lo va a encontrar”, como reza la pregunta que formulan los encuestadores de la EPA.  A este grupo el INE los denomina ‘desanimados’.

Labores de atención personal

Las otras causas que explican la alta tasa de inactividad española tienen que ver situaciones de enfermedad o incapacidad propia. Pero también con el hecho de que los jóvenes económicamente inactivos se dediquen al cuidado de niños o adultos enfermos.

Otra información extraída de la última EPA sorprende de una manera significativa. Al contrario de los que podría pensarse a priori, los jóvenes inactivos no responden al clásico perfil de exclusión social o de bajo nivel educativo. Todo lo contrario. Nada menos que la tercera parte de los inactivos (332.600) han cursado estudios superiores, excepto los de doctorado. Otros 609.300 han finalizado estudios de formación e inserción laboral con título de secundaria.

En la inmensa mayoría se trata de jóvenes que continúan viviendo en casa de sus padres, En concreto, de los 1,3 millones de inactivos, casi un millón tienen una relación de parentesco de hijo/a con la persona de referencia del hogar (lo que antes se denominaba cabeza de familia).  Otros 175.100 son cónyuges o parejas y el resto tiene otro parentesco.

La inactividad de los jóvenes entre 20 y 29 años no puede vincularse, en ningún caso, a su estado civil, lo que pudiera favorecer que uno de los miembros se quedara en casa para atender las faenas del hogar. La EPA refleja que el 85% de los inactivos está soltero o no convive con su pareja. Proporción que se mantiene para las mujeres.

Los datos de inactividad son relevantes porque afectan de forma decisiva sobre la actividad económica. Sobre todo en un país como España, cuya tasa de actividad se sitúa todavía -pese al fuerte ritmo de creación de empleo entre 1996 y 2007- por debajo de la media de la Unión Europea: alrededor de tres puntos. Esto se debe, básicamente, a la todavía reducida incorporación de la mujer al trabajo. De hecho, y con datos de la EPA del segundo trimestre, la tasa de inactividad entre los jóvenes alcanza el 34,4%, pero mientras que en el caso de los hombres se sitúa en el 30,8%, en el de las mujeres alcanza el 38,2%.  

El mercado laboral se desangra. Pero no sólo en términos cuantitativos. También cualitativos. Lo dicen los últimos datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), que revelan una cifra singular. Nada menos que 562.100 jóvenes con edades comprendidas entre 20 y 29 años son considerados inactivos por las estadísticas oficiales. O lo que es lo mismo, son inactivos porque no cumplen ninguno de los requisitos exigidos para ser considerados población activa: ni estudian, ni trabajan, ni buscan de forma activa un empleo, lo que obligaría al INE a catalogarlos como parados.

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