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Garbiñe define su tenis: "Yo no soy de esas que llega cada semana a semifinales"
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se enfrentará en primera ronda a Bacsinszky

Garbiñe define su tenis: "Yo no soy de esas que llega cada semana a semifinales"

La tenista hispanovenezolana acude a Madrid, un torneo que no se le da especialmente bien, consciente de que todo cambió tras ganar el Roland Garros del año pasado

Foto: Garbiñe, en un partido benéfico del torneo. (EFE)
Garbiñe, en un partido benéfico del torneo. (EFE)

A estas alturas de su carrera, Garbiñe Muguruza ha dejado de ser un enigma. La chica que llegaba el año pasado al Open de Madrid era una buena jugadora, finalista en Wimbledon, pero aún algo desconocida. Pocas semanas después ganó Roland Garros y la ola que produjo aquello la convirtió, por derecho propio, en la nueva estrella del deporte femenino. No solo en España, aunque sobre todo en España.

Han pasado 11 meses de aquello y todo ha cambiado un poco, aunque también todo sigue igual. Muguruza lo ha vivido de cerca, sabe que hoy no es la misma deportista, sobre todo porque nadie la ve de la misma manera. Sus derrotas, como sus victorias, tienden a magnificarse. Es lo que tiene ser una estrella. "Se me ha hecho muy corto, no me puedo creer que estemos de nuevo en la tierra batida", expresa Garbiñe cuando se pone a valorar el paso del tiempo.

"Desde el año pasado tengo que jugar con nuevas expectativas, con más emociones y más gente mirando. Claro que he tenido que manejar algunas cosas de otra manera, las cosas son diferentes", explica Muguruza en el día de medios del torneo, un bien organizado evento por el que van desfilando las más grandes jugadoras del circuito.

Garbiñe aparece con la gorra de los patrocinadores y la sonrisa presente en la boca. Alguna palabra en castellano se le va, prueba de que hace tiempo que cambió su residencia. Mira fijamente al periodista que la pregunta y no rehuye ninguna cuestión. Se podría decir que está hasta cómoda en el ambiente, aunque es probable que sea solo una muestra más de profesionalidad.

Los requerimientos son diferentes cuando eres campeona. Se mira con lupa a quien triunfa, se esperan cosas que, igual, son excesivas. Y más aún en una jugadora que, como la española, no siempre tiene buenos días. Muguruza ha probado con su tenis que puede ser grande, que aspira a ganar en las mejores plazas. También que el naufragio nunca es una opción descartable. Y ella no se engaña en eso: "No soy una jugadora cuyo fuerte sea llegar cada semana a semifinales". Eso, que es así, no invalida una carrera, ni mucho menos. "Cuando tuve ese magnífico resultado no cambié mi manera de jugar, no soy una tenista diferente. Sigo siendo agresiva y si fallo, pues fallo", explica en un perfecto inglés.

El juego no se cambia, parece decir. Por más que, en ocasiones, parezca alocada o sin sentido táctico, ella tiene claro que el camino tomado es irrenunciable. "Yo siempre voy a por el partido, aunque a veces no lo consiga. Puedo tener muchos altibajos, pero creo que la gente pensó cuando gané Roland Garros que ya iba a ganar todos los torneos, y eso no es así, no es lo normal", explica la número 6 del mundo.

Los altibajos de los que habla Garbiñe son parte de la definición de su juego. A veces intocable, otras dispersa y poco precisa. Eso tiene que ver con la manera de afrontar el tenis de la hispanovenezolana. "Yo soy así, tienes que elegir si quieres ser así o no, y esto tiene que ver con si crees en ti o no. Siempre he pensado que yo podía jugar así agresiva, porque tengo ese carácter y que con eso puedo ganar grandes cosas. Lo que no puedo es no tenerlo en mi mano. No puedo depender de las otras, siempre he odiado eso, tengo que intentar siempre dominar", enumera Muguruza al tratar de explicar por qué siempre parece con la necesidad de dar el último golpe en cada punto.

Las emociones de Madrid

Esa jugadora, agresiva, inconstante, también brillante, con altibajos, con las cosas claras y días malos, llega ahora a Madrid. Porque la siguiente estación del tenis, tanto masculino como femenino, es este torneo de muchos quilates, pero también extraño para los tenistas. Mucho más aún para Muguruza, que por paisanaje sabe que esta semana siempre es un poco especial. Y, por el momento, no se le ha dado nada bien.

"No me siento favorita, no es un torneo en el que me haya sentido jugando bien o tenga un buen historial. Cuando vengo aquí pienso en mejorar el resultado del año pasado y en eso estoy pensando ahora mismo", explica, intentando quitarse los galones que sin duda merece pues, al fin y al cabo, es la última campeona de un grand slam en tierra batida.

Muguruza es una tenista excepcional en otro sentido: no pierde mucho tiempo tratando de ocultar sus sentimientos. Allí donde otras jugadoras se pasan la vida negando defectos o emociones, ella simplemente acepta que hay situaciones concretas que la llevan a registros diferentes. En Madrid, por ejemplo, no está como en el resto de los torneos. "Siempre estoy contenta de estar aquí, me emociono mucho y me pongo un poco nerviosa. Es un arma de doble filo, a ve si este año cambia", cuenta. Y es que su historial en el Open de Madrid es, sin duda, muy mejorable.

Con la idea de ajustarse mejor a las condiciones, y también porque esta temporada está manejando con más cuidado el calendario, Garbiñe llegó el lunes a Madrid. "He llegado antes este año y me encuentro mejor. La altitud, aunque no lo parezca, se nota bastante e intentaré mejorar mis resultados anteriores, a ver si lo consigo", narra la jugadora. Esos ajustes pasan, también, por el servicio. "He estado entrenando el saque, porque aquí tiene un poco de truco y son puntos gratis que puedes tener si lo preparas", comenta la tenista.

Juega en la primera ronda contra la muy peligrosa Timea Bacsinszky, una de esas jugadoras que ha bajado en el ránking más de lo que debe y, en consecuencia, se ha convertido en el tipico coco de las fases previas. Garbiñe casi lo prefiere así. "Cuantos más partidos difíciles juegas más aprendes, al final es todo experiencia. He aprendido a jugar esos momentos, qué actitud hay que tener, cómo pensar y sobre todo qué no hacer. Eso me ayudará", explica. La siguiente pregunta, por supuesto, es obligada ¿qué hacías y ahora no puedes permitirte?

La respuesta, también obvia. "Antes estaba más nerviosa, me venían pensamientos negativos que ahora intento aparcar para estar más tranquila, sobre todo en el set decisivo, que es donde se sabe quién gane", relata la tenista. La temporada le está dando la opción de jugar muchos partidos a tres sets, con buenos resultados. Jugar en el alambre también es un modo de crecer en este deporte.

La sonrisa no se le borra de la cara, es parte del kit de trabajo. Habla de Madrid como su ciudad y de la ilusión del torneo. También de un año que está marcado por las molestias físicas. Es parte del ADN de esta jugadora, como su agresividad, su talento y sus rachas no tan buenas. "Cuido mucho mi cuerpo, porque tengo propensión a lesionarme, este año quiero que no me pase nada. Cuanto más juegas más te duele. Pero me he recuperado bien, he tenido tiempo para descansar, quizá he parado más que otros años, pero también quería hacerlo así".

Y así, un año después, vuelve Garbiñe a Madrid. Con las mismas ganas, con los mismos nervios. Pero siendo más conocida, con un grande a sus espaldas y con la ambición a pleno rendimiento. "Soy bastante parecida, pero quizá tengo más ganas, quiero volver a sostener más trofeos". Esta también es Garbiñe.

A estas alturas de su carrera, Garbiñe Muguruza ha dejado de ser un enigma. La chica que llegaba el año pasado al Open de Madrid era una buena jugadora, finalista en Wimbledon, pero aún algo desconocida. Pocas semanas después ganó Roland Garros y la ola que produjo aquello la convirtió, por derecho propio, en la nueva estrella del deporte femenino. No solo en España, aunque sobre todo en España.

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