Es noticia
Máxima alerta en Río ante el desembarco de 100.000 enloquecidos hinchas argentinos
  1. Deportes
  2. Fútbol
muchos llegan sin entrada para la final

Máxima alerta en Río ante el desembarco de 100.000 enloquecidos hinchas argentinos

Si algo amargaría más la vida a Brasil es que Argentina consiga su tercer mundial en casa. Toca animar al verdugo germano y calmar a los argentinos

Foto: Aficionados argentinos en la playa de Copacabana.
Aficionados argentinos en la playa de Copacabana.

“Brasilero, brasilero, qué amargado se te ve; Maradona es más grande, es más grande que Pelé”. Desde Ipanema a Copacabana, un hilo musical retumba con más fuerza que nunca en las calles, plazas y playas de Río de Janeiro. Un dolor de cabeza insoportable para la amargada torcida carioca. A la aflicción por la derrota en lo que ya se conoce como el ‘Maracanazo’ del siglo XXI, en Brasil no quieren imaginar el escarnio que supondría ver a sus rivales acérrimos levantar su tercera Copa del Mundo en Maracaná. La invasión argentina es inevitable.

Las autoridades locales calculan que cerca de 100.000 argentinos, la mayoría sin entrada, estarán el domingo en la capital del fútbol mundial para vivir in situ la primera final tras 24 años de condena. Por aire y tierra, los aficionados de la albiceleste emprendieron un viaje (de hasta 40 horas en el caso de los que viajan por carretera) con la ilusión de regresar a su país como campeones. Para los que han optado por tomar el avión, Aerolíneas Argentinas ha programado 20 vuelos especiales que desde el viernes hasta la madrugada del próximo domingo despegarán de los dos principales aeropuertos del país, Aeroparque y Ezeiza. Unos trayectos que, pese a triplicar su precio habitual y situarse en los 2.900 euros, se agotaron en pocas horas.

Una locura que ha obligado a extremar las medidas de seguridad para el duelo del domingo: 26.000 policías, 1.500 miembros de seguridad privada contratados por la FIFA, movilización de grupos especializados en defensa química y biológica y la presencia de 25 embarcaciones encargadas de peinar el litoral de Río de Janeiro. Además de garantizar la seguridad de los al menos once jefes de Estado y 74.000 hinchas que abarrotarán Maracaná, las autoridades decidieron reforzar el Sambódromo y el Terreirao do Samba, dos centros neurálgicos en época de carnaval reconvertidos en ‘fan zone’ albiceleste. Con capacidad para unas 500 autocaravanas y autobuses, los aficionados esperan que la seguridad no decida usar gas lacrimógeno como ocurrió el miércoles en la segunda semifinal. "Es la mayor operación de seguridad que la ciudad y el país han visto. Es una gran responsabilidad no sólo organizar la final del Mundial sino también tener tantas autoridades y visitantes extranjeros en el evento", afirmó el pasado viernes el secretario de Seguridad Pública del estado de Río de Janeiro, José Mariano Beltrame.

Discutido el jueves en una reunión mantenida por el ministro de justicia brasileño, José Eduardo Cardozo, y dirigentes de la FIFA, el plan también pretende esconder el descontento de buena parte de la sociedad brasileña ante los desmesurados dispendios en los que se ha incurrido para dar forma al mayor evento deportivo del planeta. Según Beltrame, a diferencia de otras operaciones como la visita de un jefe de Estado o la del papa Francisco, la final del Mundial exige una movilización policial mayor para prevenir posibles disputas entre seguidores. Más aún cuando la afición local guarda una feroz rivalidad (quizá la más hostil de todas) con sus ‘hermanos’. Un calificativo infectado de mofa y recochineo. Dos países vecinos, con la pasión por la pelota como nexo de unión y un candente debate que se alargará hasta el fin de los días: ¿Pelé o Maradona? Ello, claro está, con permiso de Don Alfredo Di Stéfano.

Otro de los aspectos que más preocupa a las autoridades son las ingentes cantidades de alcohol que se consumen en torno a la competición. “Estoy preocupado por el alcohol”, reconoció días atrás el secretario General de la FIFA, Jerome Valcke. Un hombre que curiosamente fue uno que presionó para volver a dar luz verde a la venta de cerveza en los estadios. “Estoy sorprendido por la cantidad de alcohol que se toma. Quizás ha habido mucha gente borracha y la violencia tiende a incrementarse”, argumentó. La Ley Budweiser y sus precursores, la que derribó la prohibición de vender alcohol en los estadios vigente desde 2003, ha tenido la culpa. Un cocktail difícil de frenar con unas consecuencias impredecibles que esperamos se mantengan dentro de los límites establecidos.

En estas, los brasileños andan rogando al imponente Cristo de Corcovado que preside la ciudad de Río. Porque si algo puede aliviar el desapego que vive el país anfitrión es que Alemania gane a Argentina en la final. Por eso, pese al soberano meneo del martes, todo el país (menos Neymar) animará de forma incondicional al combinado teutón. Así lo demostró el diario Lance, que tras el pase de Argentina a la final vende a bombo y platillo el hashtag ‘#SomosTodosAlemanha’. La rivalidad siempre supera al bochorno. En su edición impresa, este diario publicó en portada a Lucas Podolski junto a un niño indígena de una aldea en Bahía. Debajo, un impactante titular: "Alemanes desde bebé". Al lado un subtítulo cargado de esperanz: "Alemania acabó con el sueño de hexa y ahora impedirá el tri de los argentinos".

Y en Argentina se parten, claro. Miércoles, Estadio Arena de Sao Paulo. La imagen de dos aficionados sosteniendo la portada de un diario brasileño con el rostro de David Luiz ahogado en un mar de lágrimas es el epítome del regocijo argentino. Tras el cataclismo brasileño ante la maquinaria teutona, el Diario Olé dio rienda suelta a su imaginación y sus juegos de palabras corrieron como la pólvora por todo el mundo. Durante el partido del martes, varió su portada con cada gol. Al descanso, ya con una sonrojante manita en el luminoso, hirió con un ‘Pentateutón’. Pero fue a más. Con el 0-6 y tirando del himno argentino del Mundial, ironizó: ‘Brasil, decime qué seis siente’. En el 0-7 se desató la locura: ‘Brasil, decime qué se siete’. Por su parte, Clarín y La Nación estuvieron más comedidos. ‘Paliza histórica’ y ‘Humillante caída’ fueron sus titulares.

Dentro del fervor y el júbilo que invade los corazones argentinos destaca un cántico que está revolucionando el mundo del fútbol y que se une al extenso repertorio de la entregada hinchada argentina: ‘Brasil, decime que se siente’. Basada en el ritmo de la canción ‘Bad Moon Rising’, que el grupo estadounidense Credence Clearwater Revival compuso en 1969, la letra alude al último enfrentamiento mundialista entre Argentina y Brasil. Fue en los octavos de final del Mundial de Italia 1990. En el antiguo estadio Delle Alpi de Turín, los blanquiazules superaron a los brasileños con un gol de Claudio Caniggia en el minuto 80 a pase del ‘Pelusa’. El creador es Ignacio Harraca, hincha del Platense de la Segunda División B. Aturdido por la excepcional acogida, explica que “la empecé a pensar bajo la ducha, ahí salió la primera versión, le hicimos algunos retoques y quedó”. Tras la victoria ante Holanda, la plantilla albiceleste corrió a uno de los fondos para entonarla con la afición. Un sentimiento. No puedo parar.

El caro silencio de la AFA y el veto a Diego

Todo el sarcasmo mostrado por la punzante hinchada contrasta con el silencio de la expedición albiceleste. Con el reglamento en la mano, las selecciones están obligadas a dar una rueda de prensa oficial en el estadio el día anterior al partido en la que se exige la presencia del técnico y de un jugador. Argentina viene incumpliendo de forma regular el mandato desde el tercer partido de la fase de grupos ante Nigeria. Un desacato extraño y difícil de entender cuyas consecuencias no se han hecho esperar. El pasado viernes la Comisión de Disciplina de la FIFA sancionó a la AFA con 250.000 euros.

Quien no calla es el ‘Dios’ del fútbol argentino. Aunque su rostro apenado invitara a pensar en un cambio de registro, Diego se mantiene fiel a su estilo explícito y provocador. “Con el 6-0 estuvieron a punto de suspender el partido porque ya estaba el set”, comentaba tras la abyecta actuación de la ‘canarinha’. Para eso la cadena venezolana Telesur firmó un contrato de dos años con el astro a razón de ¡cuatro millones de euros! Junto al emblemático periodista uruguayo Víctor Hugo Morales, el mismo que nos regaló narraciones para la historia con el ‘10’ como protagonista, son la cara visible del programa ‘De Zurda’, un espacio de análisis sobre la cita mundialista.

Ya en el primer día en antena, Maradona dejó claras las cosas. “El de la FIFA es un poder feo, porque si ganan 4 mil millones de dólares y el campeón se lleva 35, hay una diferencia que no se puede creer. Y esto lo tiene que saber la gente. La multinacional (FIFA) se está comiendo la pelota”, resaltó con indignación. Y de propina, otro regalito a su gran amigo Joseph Blatter. “Si nos ve, se tiene que esconder en el baño. Bill Gates se ganaba la plata, pero él no. Se lleva 4 mil millones de dólares sin hacer nada”. Una excitación lingüística que le costó perder la acreditación de prensa y de la zona VIP. Si quiere entrar, como hizo en el Argentina-Irán de la primera fase, tendrá que ser con entrada, como un aficionado más. Y así lo hará. Porque ni nada ni nadie puede con el influjo del símbolo de un país que sueña con volver a conquistar el mundo… como en el 86.

“Brasilero, brasilero, qué amargado se te ve; Maradona es más grande, es más grande que Pelé”. Desde Ipanema a Copacabana, un hilo musical retumba con más fuerza que nunca en las calles, plazas y playas de Río de Janeiro. Un dolor de cabeza insoportable para la amargada torcida carioca. A la aflicción por la derrota en lo que ya se conoce como el ‘Maracanazo’ del siglo XXI, en Brasil no quieren imaginar el escarnio que supondría ver a sus rivales acérrimos levantar su tercera Copa del Mundo en Maracaná. La invasión argentina es inevitable.

Diego Armando Maradona Seguridad Noticias de Argentina Brasil
El redactor recomienda