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El caso Griezmann, entre no jugar a nada y pasar el día trasteando con los sentimientos
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el francés volvió a estar nulo para el atlético

El caso Griezmann, entre no jugar a nada y pasar el día trasteando con los sentimientos

El jugador francé salió del campo entre pitos sin haber aportado fútbol a su equipo en el derbi. Simeone le defiende por ser de la familia, pero la grada desconfía de su compromiso

Foto: Griezmann gesticula en el derbi. (Reuters)
Griezmann gesticula en el derbi. (Reuters)

Griezmann se marcha en el minuto 77 sin haber aportado prácticamente nada al derbi. Le despide el Wanda Metropolitano entre pitos, porque es lo que toca, porque ha estado jugando con el sentimiento durante meses y esa negociación siempre es dolorosa para el aficionado. El punta sale frustrado, incapaz de cambiar el ritmo de los acontecimientos, en otra noche aciaga suya y de su equipo. Es la pescadilla que se muerde la cola, él no funciona porque no está bien, pero también porque sus compañeros han perdido la capacidad de darle algún balón decente.

El Atlético es un equipo aguerrido, si se opta por una definición amable. No sería difícil confundir ese vigor con agresividad mal entendida. Desde el banquillo del Wanda se dio una clave, esto era una guerra y como tal lo llevaron a cabo sus jugadores. Hubo patadas de todos los colores, recados innecesarios y mucha virulencia. A falta de fútbol, exceso de testosterona, los ojos inyectados en sangre y marchar al choque como la vaquilla a la muleta.

Y en ese contexto Griezmann anda muy perdido. Tampoco se le ve con ánimo de cambiar y convertirse en un soldado de golpe y porrazo. Hace unos pocos días lo decía su hermano Theo en las redes sociales, que no brillaba porque no le llegaban balones. El exceso de expresividad debe ser marca de la casa, porque en la cuenta del familiar, ahora borrada, también había mensajes de amor al Manchester United. Tiene, en todo caso, una parte de lectura válida futbolística, pues lo que dice es que Antoine necesita balones, y a ser posible balones bien puestos, para poder marcar el destino de su equipo, que anda muy necesitado de juego.

Foto: El arranque de temporada de Griezmann está siendo decepcionante. (Reuters)

Incluso Koke, capitán y emblema, apunta a algo así cuando tiene que analizar el juego de su estelar compañero. "Está tranquilo, van a entrar los goles y llegará el buen juego, no ha tenido ocasiones pero está tranquilo. Las ocasiones llegarán", razonaba en los micrófonos de Movistar+ cuando todo había terminado. Lo de la tranquilidad, tan repetido, es casi sinónimo de que está intranquilo. Porque es un delantero que no marca goles y hay pocos desamores mayores que esos, y porque cuando se remarca tanto ese extremo es porque no funciona de verdad así.

De todos modos, y por salvarle, recuerda que tiene pocas ocasiones y eso es más culpa del equipo que del propio jugador. Es muy complicado encontrar un rojiblanco brillante, por lo menos con el balón en los pies. Quizá lo mejor que puede argumentar Simeone es que su equipo no perdió, incluso que no sufrió demasiado, aunque eso también es achacable a un Real Madrid que no anda mucho mejor en este campeonato. El Atlético es un conjunto bruñido por las circunstancias, que no pudo fichar en verano y que tiene carencias importantes. No faltan buenos jugadores, los que hay son, básicamente, los mismos que han sido ultracompetitivos las últimas tres temporadas. Pero por físico o por falta de conexión, el equipo ha perdido el ángel.

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El árbitro Fernández Borbalán y Griezmann, durante el partido en el estadio Wanda Metropolitano. (EFE/J. M.)

La temporada que se derrumba

La idea era sobrevivir hasta enero y en el nuevo mercado meter a Costa y a Vitolo y con eso competir hasta el final. Sobre el papel sonaba, pero es noviembre, el Barcelona se ha escapado a diez puntos y el equipo está prácticamente fuera de la Champions. En toda esa planificación se pensaba mucho en Griezmann, Balón de Bronce un año antes. El equipo iba a tener taras, no dejaba de ser un proyecto a medio construir, pero se supone que con un jugador así en la plantilla se consiguen una serie de puntos gratuitos que te permiten estar en la brecha en las malas. Claro que en el Real Madrid piensan algo parecido de Cristiano. Debe ser que esta temporada no funciona.

El francés, además, parece siempre un poco perdido en su discurso. Ha jugado con los sentimientos de muchos, ha dicho que se iba, y luego que se quedaba, y luego que se iba y finalmente que se quedaba también. La falta de coherencia en el discurso no es lo más grave para el Atlético, juguetear, aunque solo una vez, con irse sin despedirse o, peor aún, con irse al Real Madrid es el pecado capital. Todo eso lo ha hecho Griezmann que, además, no está jugando bien. Es un dolor menor en el Atlético, Torres lleva tiempo sin dar una a derechas y nunca será pitado, porque es una grada que prioriza el compromiso antes que la excelencia deportiva. Hoy en día el francés, ídolo no hace tanto, ni una cosa ni la otra.

Foto: Griezmann abandona el grupo mientras éste posa ante los medios antes de que comience el Deportivo-Atlético. (Cordon Press)

Cuando Simeone tiene que hablar del tema prefiere echarle agua al fuego. No se puede permitir tener fuera de juego a la pieza más valiosa de su equipo. No le da para hacer una defensa futbolística, porque tampoco es ese el problema, así que indica con cariño que Griezmann es "de la familia". Y a los parientes se les defiende, sin esperar mucho a cambio, aunque cuenten batallitas aburridas en la cena de Navidad. "A mí me enseñaron a bancar a la familia y Griezmann es uno de ella". Pues eso, que aquí no hay nada que ver, viene a decir el técnico.

Negar que hay un caso Griezmann es casi como asegurar que la tierra es plana. Él está descontento, el club no entiende ni su actitud ni su juego y sus compañeros hacen lo posible para que haya algo de calma. La gestión de la crisis ha sido un caos, también porque el francés nunca ha parecido tener interés por congraciarse con la grada y utilizar los mensajes que les llegan. Creía, con razón, que si el fútbol estaba en su punto nunca le pitarían. Cuando también se marchó el juego, al artista no le quedó nada en absoluto.

Griezmann se marcha en el minuto 77 sin haber aportado prácticamente nada al derbi. Le despide el Wanda Metropolitano entre pitos, porque es lo que toca, porque ha estado jugando con el sentimiento durante meses y esa negociación siempre es dolorosa para el aficionado. El punta sale frustrado, incapaz de cambiar el ritmo de los acontecimientos, en otra noche aciaga suya y de su equipo. Es la pescadilla que se muerde la cola, él no funciona porque no está bien, pero también porque sus compañeros han perdido la capacidad de darle algún balón decente.

Antoine Griezmann
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