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A Luis Enrique no le gusta que le 'toquen las pelotas'... y a Messi, los minutos
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sólo se ha quedado sin jugar 8 veces desde 2008

A Luis Enrique no le gusta que le 'toquen las pelotas'... y a Messi, los minutos

Ante el Eibar, Lucho quiso dar descanso al argentino pero Leo se negó. El técnico tuvo que resignarse Desde 2008 sólo se ha quedado sin jugar 8 veces

Foto: Como le ocurre a Cristiano, Messi lo quiere jugar todo.
Como le ocurre a Cristiano, Messi lo quiere jugar todo.

"Es un estímulo brutal para sus compañeros, pero a lo largo de la temporada descansará". Tras el partido ante el Eibar del pasado sábado, Luis Enrique esquivaba los dardos lanzados por los avispados periodistas congregados en la sala de prensa del Camp Nou. La pregunta era clara: ¿qué pasa con Messi? ¿Lo va a jugar todo? Una sensación que se agudizó tras la controvertida secuencia que nos deparó el último choque liguero. Ante los eibarreses, después de abrir la lata, llegaron tres goles en apenas 13 minutos que resolvían el partido. Los culés solventaban la papeleta sin mácula, pero generando algunas dudas en su juego. Con todo visto para sentencia, Luis Enrique animó a su mejor jugador a irse al banquillo. El argentino se negó, demostrando que nadie mejor que él mismo para gestionar sus minutos sobre el césped. Una autogestión que pone de manifiesto la falta de autoridad de su jefe en según qué situaciones.

Tras marcar el segundo de los tres goles culés, Leo se encontraba a un solo gol de igualar los 251 tantos que consiguió el mítico Telmo Zarra y que de momento le acreditan como máximo artillero histórico de la Liga. Por delante quedaban 14 minutos para conseguirlo. En ese momento Luis Enrique ordenó a Munir que ingresara en el terreno de juego. En principio, el canterano entraría por Messi, tal y como constaba en la hoja del delegado de campo. Pero los planes se vinieron abajo. Mientras el jugador de origen marroquí recibía instrucciones de Juan Carlos Unzué, segundo de abordo en el staff técnico azulgrana, Lucho iniciaba un curioso diálogo con Messi. El asturiano invitó al rosarino a abandonar el campo. Messi le dijo que no. Tras un “venga” desistió. Finalmente, resignado, le comentó la modificación al delegado con una media sonrisa cargada de incapacidad. Neymar sería el sustituido. No hay quien pueda con Messi.

Unos hechos que quedan matizados según el cristal con el que se miren. Por un lado, la cadena autonómica catalana TV3 indicaba que la conversación tuvo un buen tono. Según esta versión, Messi habría declinado la invitación dejando constancia de que estaba bien y quería seguir sobre el verde hasta que Teixeira Vitienes pitara el final. Por su parte, en un vídeo emitido por La Sexta se habría obviado la supuesta complicidad entre Leo y Luis Enrique, aseverando que, como muestran las imágenes, se dio media vuelta haciéndose el loco, como si la cosa no fuera con él.

Vídeo: La Sexta captó el momento en el que Lucho ofrece a Messi ir al banquillo

Una imagen que también se ha repetido con frecuencia en el Real Madrid. Sin ir más lejos, en el encuentro del Ciutat de Valencia, con 0-4 a favor de los blancos, Cristiano mantenía a tono su maquinaria con una galopada innecesaria en busca de un balón intrascendente. Desde la banda, Carletto animaba a su estrella a que frenara su ansia, gesticulando fervientemente con sus manos. Pero como Messi, el luso no sabe lo que es sestear. En juego está seguir derribando barreras y agrandar su ya de por sí exitosas carreras. En el Camp Nou, mientras Messi completaba su enésimo partido de cabo a rabo, Busquets y Rakitic tomaban nota desde la grada de un comportamiento habitual en el crack argentino. Ni el español ni el croata son Messi, y no les quedó otra que acatar la política de rotaciones instaurada en el grupo desde el principio de temporada.

Una política que, pese a los agravios comparativos que pueda producir respecto a otros pesos pesados del vestuario, está respaldada por los resultados y el juego de un equipo que ha vencido en ocho de sus diez partidos en lo que va de curso. Hace unas semanas, en la previa del encuentro ante el Levante, todo el mundo hablaba de las famosas rotaciones que definirían las alineaciones de Luis Enrique. Un mensaje claro a la plantilla que venía a decir que jugarían por su rendimiento y no por el nombre que luzcan en su espalda. Llegó el turno de Messi y Luis Enrique fue ambiguo. "Irá en función de las necesidades del equipo, librarse de Leo Messi afectaría a cualquier equipo. Gestionaré lo mejor posible sus minutos. Si tuviese la certeza de que jugando todos los minutos no iba a bajar su rendimiento, los jugaría", argumentaba, otorgando una arriesgada patente de corso a su hombre más destacado.

Es cierto que ‘La Pulga’ ha arrancado la temporada rayando a un nivel espectacular (8 goles y 7 asistencias en Liga) y disputando todos los minutos posibles (900 en 10 partidos). Entonado y enganchado, parece dispuesto a alcanzar la plenitud que perdió en la temporada pasada, donde los vómitos y la palpable apatía desdibujaron a uno de los grandes futbolistas de la historia. Pero para mantener esta dinámica positiva el argentino deberá hacer caso a las personas que le rodean y reservar fuerzas cuando sea necesario. Y ese cuarto de hora raspado ante el Eibar hubiera sido un buen momento para darse un respiro. Querer jugar todo es loable, pero tiene una contrapartida: incurrir en riesgos perfectamente evitables que podrían pagarse muy caros a medida que se acerque la fase decisiva de la campaña.

La otra de la moneda la representa Xavi Hernández. En un verano plagado de rumores que situaban al capitán lejos de su casa, el de Terrasa aguantó y optó por aguantar en casa a pesar de que su tirante relación con Luis Enrique no le garantizase un puesto fijo en el once. En la memoria de todos, la advertencia que según publicaba el periodista de El País, Luis Martín, íntimo del mediocentro, le espetó Lucho: “Si te quedas, para mí perfecto; pero si no te pongo, no me toques las pelotas”. Caprichos del destino, Xavi ha empezado a aparecer con más frecuencia. Las malas lenguas dicen que ha sido una petición del propio Leo Messi, el hombre que hace y deshace a su antojo saltándose a la torera la jerarquía que debería existir en cualquier club.

La alergia al banquillo de un bestia insaciable

El pasado jueves se cumplían diez años desde que Leo se enfundara la camisola del primer equipo azulgrana por primera vez. En unos primeros años con Frank Rijkaard de ascenso meteórico y asentamiento con el resto de machos alfa de la manada, en la campaña 2008/2009, la primera con Guardiola en el banquillo, Messi se convierte en el referente y el alma del equipo. Un estatus incontestable que el jugador refrenda con su jerarquía sobre el césped y se traduce en contadas visitas al banquillo. Con la vitola de mejor jugador del planeta a cuestas, nadie se atreve a sustituirle. Por imagen, por política, por fútbol y por decreto, Messi lo juega todo. Los datos no engañan. Desde el estreno del de Sampedor como entrenador en Primera División, Leo sólo se ha quedado en el banquillo en 8 ocasiones y sólo en 34 ha salido de inicio y enfilado los vestuarios antes de tiempo. Números que hablan de la infinita voracidad de un jugador que no conoce límites.

Por encima del resto, durante el sexenio comprendido entre 2008 y 2014, con Guardiola, Tito Vilanova (y Jordi Roura) y el Tata Martino como técnicos, en la memoria de los aficionados destacan dos momentos que ilustran el carácter incansable, pertinaz y obstinado que define a Messi. El 10 de septiembre de 2011, en la segunda jornada de Liga, Guardiola dejó a Messi en el banco en un partido disputado en Anoeta. Los azulgranas desperdiciaron una ventaja de 0-2 y acabaron empatando. Messi salió en el minuto 30 en sustitución de Alexis Sánchez.

Después, 37 partidos consecutivos, algunos ya con el tristemente desaparecido Tito Vilanova como técnico, sin faltar a la foto previa. Sólo se perdió un partido ante el Sporting por acumulación de tarjetas, la única baja por sanción en su dilatada trayectoria con el primer equipo del Barcelona. El otro ocurrió con el Getafe, en la cuarta jornada de la temporada 2012/2013. Vilanova le dio descanso tras la acumulación de encuentros en las primeras fases de la temporada: selección argentina, Supercopa… Tras reír en el banquillo, Leo salió y en 32 minutos hizo dos goles que sentenciaron el partido. Ese año fue el suplente más decisivo: marcó seis goles en los cuatro partidos que inició en el banquillo.

"Es un estímulo brutal para sus compañeros, pero a lo largo de la temporada descansará". Tras el partido ante el Eibar del pasado sábado, Luis Enrique esquivaba los dardos lanzados por los avispados periodistas congregados en la sala de prensa del Camp Nou. La pregunta era clara: ¿qué pasa con Messi? ¿Lo va a jugar todo? Una sensación que se agudizó tras la controvertida secuencia que nos deparó el último choque liguero. Ante los eibarreses, después de abrir la lata, llegaron tres goles en apenas 13 minutos que resolvían el partido. Los culés solventaban la papeleta sin mácula, pero generando algunas dudas en su juego. Con todo visto para sentencia, Luis Enrique animó a su mejor jugador a irse al banquillo. El argentino se negó, demostrando que nadie mejor que él mismo para gestionar sus minutos sobre el césped. Una autogestión que pone de manifiesto la falta de autoridad de su jefe en según qué situaciones.

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