La mejor versión del Real Madrid pasa por encima del Mallorca y le endosa una manita

El Real Madrid demostró una vez más que en la Liga no tiene mayores problemas. Otra historia es cuando sale fuera de España, tal y como pasó el pasado miércoles. Lo que tiene, lo que muestra, vale al equipo blanco para sumar de tres en tres en el campeonato doméstico. De no mediar despistes o alarmante baja forma, tal y como sucedió al inicio de temporada, los de Mourinho pueden jugar a medio gas y ganar hasta con autoridad. Ante el Mallorca logró una nueva victoria, de las más cómodas que se recuerdan. La culpa, el fallo de Anderson Conceiçao, que Gonzalo Higuaín no aceptó como regalo para batir a un indefenso Aouate en el minuto siete. Y así hasta completar la manita que endosó el equipo blanco al balear, con dos de Higuaín, otros dos de Ronaldo y el último de Callejón, ya con el noventa cumplido. Cinco el Barcelona, cinco el Real Madrid y el Atlético a la espera y sin fallar.

Con el marcador a favor, el Real Madrid controló el partido a su antojo. Modric se mostró más participativo que en el resto de los ocho partidos anteriores del campeonato. Buscaba y quería la pelota. Se sentía cómodo y hasta con ganas. El croata tenía tiempo en ayudar a Xabi Alonso en la contención y en el robo del balón, para después llegar con alegría a las inmediaciones de la portería mallorquinista. Su demostración no fue para lanzar cohetes, pero al menos escribió algo de lo que puede dar en este equipo.

El ex del Tottenham encontró en Di María al socio perfecto. El argentino buscó asociarse constantemente con sus compañeros, algo nada habitual en él. Además, la otra noticia positiva para el Real Madrid es el asentamiento de Varane en el centro de la defensa. Lo poco que le exigió el Mallorca, el francés lo supo resolver con naturalidad.

El gol de Higuaín elevó al equipo de Mourinho y minimizó al Mallorca. Los de Caparrós dimitieron del partido a partir del primer tanto del choque, mostrando un nivel preocupante. Hasta Essien suplió con nota las ausencias de Marcelo y Coentrao en el lateral izquierdo, lo que dice muy poco del nivel del equipo balear. La presión hecha por los de Mourinho ahogaban una y otra vez a los locales en el centro del campo. Pasar del centro del campo era una quimera, algo que logró Nsue en un par de ocasiones. Una de ellas, logró hasta meter algo de miedo a Casillas, que tuvo que volar más de la cuenta para sacar un centro, que terminó convirtiéndose en lanzamiento a puerta. Era el minuto diecisiete. Fin de participación del Mallorca. Sin noticias de esa energía tan típica de los equipos del técnico andaluz. Martí y Fontás se vieron superados en todo momento. Nada pudieron hacer.

La pelota era blanca y cuando Ronaldo y compañía encaraban a Aouate, temblaba toda la isla por el miedo y la desconfianza que transmitían los jugadores de Caparrós. Y es que en ocasiones se limitaban a mirar como los blancos manejaban el juego y el balón a su antojo, tal y como sucedió en la jugada del segundo gol, culminada por CR7. Hasta cinco toques seguidos en el borde del área sin participación alguna de los jugadores del Mallorca y tras una absurda pérdida de balón de Fontás. Özil, Di María, Higuaín, para terminar en el portugués. De banda a banda, de izquierda a derecha. Partido sentenciado pese a restar setenta minutos del choque. 

La segunda parte siguió con el mismo guión. Dominio blanco, aplastante por momentos pero aplicando la ley del mínimo esfuerzo. No les hacía falta gastos extras. Tal era el control de la situación que hasta Mourinho se permitió un detalle con la cantera con la entrada de Morata ya con el cero a cuatro en el marcador. Antes, Higuaín y Ronaldo repitieron con la portería de Aoate. El del argentino nació tras otra combinación de toque y precisión de Özil, CR7 y el propio Higuaín, mientras que el del portugués nació tras una recuperación de Modric y una contra de esas que el Real Madrid hace como nadie. Callejón cerró la cuenta tras una perfecta asistencia de Özil y un gran movimiento de Morata.