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Benítez, Mou, Pep… las incógnitas por resolver de un Abramovich envuelto en críticas
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MIENTRAS LA UEFA VIGILA LOS MEGAPROYECTOS DEL CHELSEA

Benítez, Mou, Pep… las incógnitas por resolver de un Abramovich envuelto en críticas

Los millones de Roman Abramovich han llegado al Chelsea sin cesar desde que el ruso comprara el club inglés en 2003. Sus megaproyectos han copado portadas

Foto: Benítez, Mou, Pep… las incógnitas por resolver de un Abramovich envuelto en críticas
Benítez, Mou, Pep… las incógnitas por resolver de un Abramovich envuelto en críticas

Los millones de Roman Abramovich han llegado al Chelsea sin cesar desde que el ruso comprara el club inglés en 2003. Sus megaproyectos han copado portadas mientras el magnate revolucionaba el fútbol internacional con el ansia de convertir a los blues en los mejores de Inglaterra, de Europa y del mundo, por ese orden. Pero casi nueve años después, el devenir de su equipo se aleja de los éxitos añorados, y la noticia de la destitución del que es el octavo entrenador de Abramovich, André Villas-Boas, ha supuesto una lluvia de críticas hacia la ambiciosa (e irregular) gestión de este particular club.

Desde el domingo, cuando se conoció la noticia del cese de Villas-Boas (que había llegado el verano pasado a cambio de los 15 millones de euros de la cláusula que tenía con el Oporto), la prensa inglesa ha intentado averiguar por dónde irán ahora los caprichosos pasos del multimillonario ruso. Nadie lo sabe. Tiene en ascuas a los principales clubes europeos, actualmente meros espectadores pero posibles perjudicados dentro de poco por el efecto dominó de las importantes decisiones que tome. Mientras Roberto Di Matteo, que era el segundo del joven técnico portugués, se ha hecho cargo provisionalmente del equipo, los nombres que suenan para el banquillo son de perfil muy alto: Rafa Benítez, José Mourinho y Pep Guardiola. Casi nada.

Como no podría ser de otra manera, hasta las casas de apuestas británicas se apuntan a las especulaciones. Benítez se dejó querer este mismo lunes en Dublín pero admitió que aún no le ha llegado oferta alguna. Mourinho no quiere despejar con contundencia los rumores de su marcha del Real Madrid. En el club blanco confían en que cumpla los dos años de contrato que le quedan, aunque a su vez asumen que el luso terminará haciendo lo que le venga en gana, previo pago de la millonaria indemnización acordada como cláusula si decide volver a 'su' Chelsea. Y la posibilidad de Guardiola es, a priori, la más complicada y sólo desaparecerá de los rumores cuando el técnico catalán renueve con el Barça. La opción de Fabio Capello es otra de las que, al menos, serán valoradas por el club londinense.

La UEFA quiere acabar con este estilo de gestión

Mientras, varias voces se elevaron para criticar el fracaso de un nuevo proyecto del Chelsea. El brasileño Luis Filipe Scolari, técnico que le duró a Abramovich menos aún que Villas-Boas, declaró que el banquillo del Chelsea se parece un poco al infierno. El presidente de la asociación de entrenadores de Inglaterra fue más contundente y se quejó de la falta de paciencia, virtud muy valorada por los inventores del fútbol, como bien reflejan los 25 años que lleva Alex Ferguson en el Manchester United o los 15 de Arsene Wenger en el Arsenal. Y en la prensa es común la opinión de que la estabilidad necesaria para alcanzar la cima europea (que tan cerca tuvo en 2008) nunca la ha tenido el Chelsea, a pesar de sus muchos recursos económicos.

Precisamente, la ventaja que los millones de Abramovich le dieron al Chelsea podría tener los días contados. La UEFA se puso como objetivo, a raíz de ejemplos como este, crear el llamado fair play económico. El proceso de adaptación de esta medida acabará cuando sea totalmente necesario demostrar que la balanza de ingresos/gastos está totalmente equilibrada o a favor de los ingresos. Lo que será inviable para poder participar en las competiciones continentales es que los gastos de un club sean infinitamente superiores a sus ingresos, acabando con las superinversiones a fondo perdido tipo la del millonario ruso u otros parecidos de origen árabe. Algún dirigente de un club grande español se aventura a afirmar que en cinco años el proyecto del Chelsea será imposible de sostener con estas nuevas normas.

Los millones de Roman Abramovich han llegado al Chelsea sin cesar desde que el ruso comprara el club inglés en 2003. Sus megaproyectos han copado portadas mientras el magnate revolucionaba el fútbol internacional con el ansia de convertir a los blues en los mejores de Inglaterra, de Europa y del mundo, por ese orden. Pero casi nueve años después, el devenir de su equipo se aleja de los éxitos añorados, y la noticia de la destitución del que es el octavo entrenador de Abramovich, André Villas-Boas, ha supuesto una lluvia de críticas hacia la ambiciosa (e irregular) gestión de este particular club.

Rafa Benítez