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El don de la ubicuidad de Mateo Maté
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el artista expone en cinco museos al tiempo

El don de la ubicuidad de Mateo Maté

Para un artista multiplicarse por cinco no es difícil. Lo complicado es que cinco museos decidan unirse para exhibir el asombroso trabajo del que probablemente sea

Foto: 'Cama España' (2003), de Mateo Maté. Instalación (Colchón, canapé, sábana, edredón). VEGAP, Madrid, 2013.
'Cama España' (2003), de Mateo Maté. Instalación (Colchón, canapé, sábana, edredón). VEGAP, Madrid, 2013.

Para un artista multiplicarse por cinco no es difícil. Lo complicado es que cinco museos decidan unirse para exhibir el asombroso trabajo del que probablemente sea uno de los artistas contemporáneos más solventes del panorama español. El Museo Lázaro Galdiano, la Biblioteca Nacional, el Museo del Romanticismo, el Museo de Artes Decorativas y el Museo Cerralbo prestan una esquinita a la geografía íntima de Mateo Maté (Madrid, 1964) y su “eterno retorno” (hasta el 23 de febrero), gracias al programa Nuevas Miradas, del Ministerio de Cultura.

Mateo revive cinco series esenciales en su obra, que muestran una actitud de resistencia a la pasividad y a lo pactado (silenciado) por la comunidad, el atrevimiento a desenmascarar como agente social lo que sus vecinos no ven o no quieren ver. Maté tiene el don de la ubicuidad, como queda demostrado en este trayecto, y el de la oportunidad al hacer de la obra de arte un púlpito privilegiado al que sube y fuerza a creer al espectador en lo que él cree.

En el Museo Lázaro Galdiano ha instalado la serie Nacionalismo doméstico, compuesto por una mesa con forma de España (en la que por cierto trabaja cuando la mesa no está en ninguna exposición), banderas de manteles, escudos de fregonas y el vídeo sobre violencia bélica para todos los públicos. Todo rodeado de armaduras y rejería castellana. Heráldica, pompa, armas, recuerdos de un mundo militar. “Estas obras ya no tendrán ningún sentido en una galería”, explica el artista a este periódico.

placeholder Instalación de 'Nacionalismo doméstico', en el Museo Lázaro Galdiano.

Ha jugado al contraste. Ha distorsionado el contexto. Ha logrado que lo doméstico bélico, que lo artístico vulgar, se relacione con la iconografía castrense y logre la capitulación moral del que contempla. Urdido con la trampa del humor, que atrae al espectador para derrotarle cuando entiende que lo que allí ocurre es lo que ocurre en su casa. Porque la autobiografía de Maté es la de cualquiera.

La paradoja continúa en la Biblioteca Nacional, en la que ha levantado su Arqueología del saber, es decir, las excavaciones arqueológicas al conocimiento que acumulamos. Montañas y montañas de periódicos con forma de accidentes geográficos. De nuevo, la verdad no es lo que se muestra, sino lo que esconde. El artista añade ideas a objetos mundanos y produce objetos mundanos con ideas. ¿El fin? La sorpresa, la iluminación, el conocimiento, la reflexión lúdica.

placeholder  De la serie 'Arqueología del saber', de Mateo Maté (1999). Periódicos.  VEGAP, Madrid, 2013.

“No creo que te hiciera tanta gracia que me paseara por otras salas con mi cuchilla”, bromeó el artista con Ana Santos, directora de la Biblioteca Nacional, después de que esta le recibiera con las mejores palabras en su casa: “Mateo eres un artista”. Maté explicó que la tradición literaria es muy importante en su bagaje, pero también quiso subrayar que esas montañas de periódicos y de libros son un acto de desmemoria “por todo lo que no recuerdas y has vivido “.

El caso de Maté es un caso aparte. Sus recursos, sus herramientas, sus modos son tan populares que la publicidad no deja de robarle ideas, cada vez que enseña algo nuevo. Pero es un caso especial porque ha logrado que la parte formal, lo visual, tenga el mismo valor que lo conceptual y, a pesar de ello, sea aceptado y reconocido por una comunidad artística cada vez más críptica y encerrada en sus propias retóricas. “El arte es un fiel reflejo de lo que ocurre fuera del arte, no al contrario”, me dijo una vez otro artista que también reconcilia asunto y forma.

placeholder 'Shipwreck'. 1996. Impresión en tela sobre bastidor con marco. Mateo Maté, VEGAP, Madrid, 2013

En elMuseo del Romanticismola ironía sigue suelta. Reinterpreta una pintura del paisajista del XIX,Carlos de Haes, pero empleando códigos cromáticos del camuflaje bélico. “Los artistas hemos colaborado con la guerra”, dice Maté provocador. “Inconscientemente, en el desarrollo de las armas, los artistas tuvieron mucho que ver. El camuflaje militar lo descubrieron los impresionistas con su pincelada y el uso del color”. Además del pantone militar, el artista ha colocado uno de sus mejores juegos ilusionistas entre los objetos del museo. El vínculo entre el cuadro desparramado por el suelo y el resto de piezas decimonónicas es redondo.

No por subir el volumen, el sonido tiene más calidad. No vale cualquier cosa. La elegancia y sutilidad con la que Maté ha tratado su intimidad e identidad tiene la culminación en la instalación del Museo Nacional de Artes Decorativas. La serie Desubicado se compone de una cama, un despertador y un vídeo. Por supuesto, está de más recordar que desubicado es igual a desubicados. La cama es, de nuevo, un mapa de España, y el reloj no marca las horas, sino las coordenadas angulares: Norte, Sur, Este y Oeste. A las doce, el Norte.

placeholder 'Viajo para conocer mi Geografía' (2013). Alfombra. Mateo Maté, VEGAP, Madrid, 2013

Disfrazar la actividad intelectual con la careta de lo artístico y hacerlo como producto de la imaginación. Es la clave del juego luminoso de este artista. Son los suyos pequeños pasos para la Humanidad, pero un gran salto para el hombre: una esencia contra el relato épico y sublime. Contra el mármol, el bronce y los grandes discursos de la Historia. A favor de la mirada cómplice.

Para un artista multiplicarse por cinco no es difícil. Lo complicado es que cinco museos decidan unirse para exhibir el asombroso trabajo del que probablemente sea uno de los artistas contemporáneos más solventes del panorama español. El Museo Lázaro Galdiano, la Biblioteca Nacional, el Museo del Romanticismo, el Museo de Artes Decorativas y el Museo Cerralbo prestan una esquinita a la geografía íntima de Mateo Maté (Madrid, 1964) y su “eterno retorno” (hasta el 23 de febrero), gracias al programa Nuevas Miradas, del Ministerio de Cultura.