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De artista vandálico a músico en el Sónar
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DINOS CHAPMAN CAMBIA LA PROVOCACIÓN Y TRANSGRESIÓN POR SAMPLES DE KYLIE MINOGUE

De artista vandálico a músico en el Sónar

Hace más de dos décadas, un par de hermanos de Cheltenham, Dinos y Jake Chapman, empezaron a sembrar la polémica con su arte conceptual e iconoclasta.

Foto: De artista vandálico a músico en el Sónar
De artista vandálico a músico en el Sónar

Hace más de dos décadas, un par de hermanos de Cheltenham, Dinos y Jake Chapman, empezaron a sembrar la polémica con su arte conceptual e iconoclasta. Pasaron a formar parte de un grupo más bien circunstancial, que la maquinaria del mercado del arte bautizó como Jóvenes artistas británicos, cuyo gurú fue el coleccionista Charles Saatchi.

La historia arranca hace un cuarto de siglo con la exposición Freeze, encabezada por Damien Hirst, en un local poco glamuroso junto al río londinense. Los hermanos Chapman, a lo largo de estos años, mediante la apropiación posmoderna de materiales y objetos, han construido un imaginario fácilmente reconocible que raya en lo vandálico. En su catálogo destacan sus pintadas sobre los grabados originales de Goya, la transformación de esculturas religiosas en perturbadores seres mutantes o la manipulación de esculturas infantiles cambiando sus narices por órganos sexuales adultos. 

¿Se siente cómodo en el papel de entrevistado?

Con la música es diferente. Jake es mucho más locuaz que yo cuando se trata de hablar de nuestra obra artística. Cada vez que haces algo nuevo tienes que empezar de cero y el público no sigue realmente tu proceso. Por eso, en la mayoría de entrevistas, te preguntan siempre lo mismo. El problema es que, con el tiempo, mi interpretación de lo que hago evoluciona y uno espera que también lo haga la lectura del público. Pero no es así. Por eso aún me encuentro respondiendo por qué hago esculturas de niños con penes en la cara cuando ya hace tiempo que no las hacemos. Pertenecen a un periodo muy concreto.

Hasta hace poco se definía como «la mitad de un artista», porque su obra ha estado siempre relacionada con su hermano. Con la música se presentas en solitario.

Lo interesante de trabajar en equipo, dos personas en nuestro caso, es que el trabajo lo hacemos en común y nada pertenece en exclusiva a ninguno de los dos. Como hacen Gilbert & George, que unen sus fuerzas para crear algo conjunto. Siempre hemos creído que cada individuo es, a la vez, una multitud. Yo soy de una manera con mis hijos, y cuando estoy en el estudio soy de otra. Así que uno tiene que ser consciente de esa multiplicidad y de que tu trabajo pertenece a más gente. Pero me divierte eso de decir que soy «la mitad de un artista», no puedo hablar por Jake. En cambio, en el terreno musical sí que puedo, porque estoy yo solo.

¿Se podría discernir en sus obras qué hay de cada uno?

Sin duda, pero para eso tendrías que conocernos más. A menudo no estamos trabajando en lo mismo, así que en una obra uno puede aportar más que otro. Yo estoy enfrascado en algo, por ejemplo, y luego viene Jake y me dice que de esta otra manera sería mejor y lo discutimos. Tiene algo de combativo, de enfrentamiento. Pero creo que es más interesante no hacerse esa pregunta, ¿qué importancia tiene? Existe esa inercia de querer saber aspectos de las biografías de los artistas, pero cuando la obra de arte sale del estudio es totalmente autónoma, interacciona con otras cosas y cambia, ya no depende de nosotros. 

Cada pareja artística debe tener su propio método. ¿Se marcan unas reglas?

Hace dos años hicimos una exposición en la galería White Cube que se tituló Jake o Dinos Chapman, en la que incluimos obras que estaban hechas sólo por uno de los dos, sin especificarlo. Es interesante crear con unas reglas, siempre lo hacemos, aunque sean ridículas. Es un punto de partida.

En algunos trabajos han creado directamente a partir de obras originales, como con Los desastres de la guerra de Goya. En la música eso es mucho más común y está totalmente aceptado.

Es el mejor argumento para explicar lo que hacemos. Porque todo en este mundo es un sampling. Tomas unas cosas, las reinterpretas con tu lenguaje y se convierte en algo nuevo. La idea de dibujar sobre los grabados de Goya aún no está legitimada. Lo normal es pensar que no debería hacerse, pero dentro de 15 años puede pasar lo mismo que cuando Robert Rauschenberg borró un dibujo de De Kooning y se convirtió en un hito del posmodernismo. Compramos los grabados, pasaron a ser de nuestra propiedad. Creímos que alguien debía hacer una intervención y lo hicimos. Lo interesante es observar el efecto dominó que provoca. En cambio, en la música, es otra historia. En mi álbum hay samples de Kylie Minogue o David Lynch, y no me importaría que surgiera algún problema con ellos, pues daría pie a una charla interesante. 

¿Y si ocurriese con sus obras?

Tanto a Jake como a mí nos encantaría que otra gente interviniera en nuestras obras. Recuerdo cuando compramos unos dibujos que hizo Adolf Hitler. Teníamos en mente que nuestra exposición sería como una especie de máquina del tiempo. La idea era «mejorar» esos dibujos de Hitler, de tal manera que no lo rechazaran en la escuela de arte de Viena. Así, no habría hecho todas las cosas horribles que hizo. Es interesante cómo habla la gente de los dibujos de Hitler. Creen que si hubiera ingresado en esa escuela de arte habría sido feliz, como si el arte fuera una medicina para curar a sociópatas. Buscamos ese punto donde el público aún lo veía como un ser humano, nos apropiamos de su obra y lo completamos con cielos de inspiración hippy. Así nació If Hitler had been a Hippy how Happy Would We Be. Luego hay quien nos dice que no deberíamos hacer ese tipo de cosas con documentos tan valiosos o bien los fascistas nos amenazan de muerte. Un coleccionista judío nos preguntó por qué habíamos hecho aquello. Después de explicárselo y pensarlo, nos respondió que era la mejor obra de vandalismo que se había hecho nunca. Siempre hay una parte positiva en todo. 

¿Qué sentido tiene la transgresión?

Es una manera de poner el contador a cero. Es lo que se consigue con el buen arte. No puedo imaginarme lo que supuso el urinal de Duchamp, pero tuvo un efecto evidente: cambió todo lo que se entendía hasta entonces por arte. En nuestro inicios, nos pusimos a crear con total libertad porque nadie se interesaba por nosotros. Ahora los estudiantes de arte están muy preocupados con encontrar un «método» para llegar a la galería. Y a veces es estar en el lugar correcto, en el momento indicado con la actitud acertada.

Parece que esas imágenes transgresoras con las que suelen trabajar ahora aparecen con demasiada facilidad en los medios.

El arte no es tan transgresor como lo pintan, porque está insertado dentro de unas normas. Si no, estás perdido. No intentamos cruzar ninguna línea roja. La televisión es mucho más transgresora que el mundo del arte. Dicen que son «noticias». Los medios permiten que se mantengan los mismos prejuicios en lugar de lanzar preguntas. De eso sí trata el arte. 

¿El objetivo del artista siempre ha sido perturbar los significados?

Ya no podemos creer en muchas cosas. Eso es, precisamente, lo que hacemos Jake y yo. Si mezclas merchandising de McDonalds e imaginería africana, ¿qué obtienes? No lo sabemos y por eso lo intentamos. No tendría ningún sentido hacerlo si lo supiéramos a priori. Todo esto lo que provoca son «agujeros» en la cultura, espacios por donde entra el aire fresco. En eso la música es mucho más abierta, permite más experimentación si cabe, siempre está cambiando. Trataré de mantener el aire amateur que tiene ahora mi música: prefiero la imperfección. Como cuando los niños intentan meter la ficha cuadrada en el orificio redondo… es entonces cuando puede suceder algo inesperado e interesante.

¿Qué espera de los conciertos?

Eso es lo interesante de venir de otro ámbito. No puedo entender que los músicos se lo pasen bien repitiendo lo mismo una y otra vez. Así que voy a intentar no hacer lo mismo en los pocos conciertos que tengo programados. Para eso voy a utilizar mucho apoyo de vídeo que he creado para la ocasión.

Su disco tiene algo de banda sonora.

Cuando dibujo me pongo películas en DVD. Normalmente, de ciencia ficción o de terror. La mayor parte del tiempo no hay diálogos, sino música y sonido ambiente. Me gusta la música ambiente, bandas sonoras… porque no siguen las convenciones que tiene la música convencional. Prefiero cuando detrás hay una narrativa, por eso he añadido vídeos. Es lo que he intentado hacer, aunque parezca música abstracta. En la última pista siempre imagino a un Don Quijote y a Sancho Panza caminando por un desierto… no sabría explicarlo. 

Hace más de dos décadas, un par de hermanos de Cheltenham, Dinos y Jake Chapman, empezaron a sembrar la polémica con su arte conceptual e iconoclasta. Pasaron a formar parte de un grupo más bien circunstancial, que la maquinaria del mercado del arte bautizó como Jóvenes artistas británicos, cuyo gurú fue el coleccionista Charles Saatchi.